Viernes creativo: escribe una historia

¿Te atreves a escribir una historia para esta foto de Marcus Møller Bitsch? No se trata de que cuentes lo que se ve, sino de que inventes una historia en la que encajar esta imagen. Sé imaginativo, no caigas en los clichés.


The fear of unrealized dreams by Marcus  Møller Bitsch


The fear of unrealized dreams

Te invito a dejar tu historia en un comentario en esta entrada, en facebook, en google+, en twitter, en tu blog o donde quieras, el asunto es escribir. Vamos a ver cuántas historias diferentes nos salen.

44 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. Certificados

    Cuando era pequeña me mandaban casi todas las vacaciones a un pequeño pueblo de montaña con mis abuelos. Todos los veranos me lo pasaba genial menos aquel en que llegué tan enamorada de Daniel. En la fiesta de fin de curso, me había pedido salir y nos besamos. Luego me acompañó a casa sin dejar de darnos besos en cada esquina hasta que nos despedimos. Yo ya estaba subiendo las escaleras cuando golpeó el cristal con los nudillos y me señaló un papel que deslizaba debajo del portal. Antes de que pudiera llegar abajo de nuevo, él ya se había marchado. En el papel, la dirección del apartamento donde pasaba el verano y un «Escríbeme, ¿vale? ¡No te olvides mandar tu dirección!», todo rodeado por un enorme corazón. Yo sonreía como una boba.

    Y esa boba se olvidó el papel en casa cuando su padre la subió al pueblo. No había manera de ponerme en contacto con Daniel porque no quería decirle nada a mi madre y en aquellos tiempos nadie sabía lo que era un teléfono móvil. Me pasé la primera semana de vacaciones llorando; me negaba a salir con los amigos, a ir a la piscina y apenas visitaba otro sitio que no fuera el baño, la cocina y mi habitación. Una  tarde, después de merendar, mi abuelo me dijo que lo acompañara. Acepté a regañadientes, pero lo hice porque respetaba mucho a aquel hombre tan callado y observador. Me llevó a la orilla del río y nos sentamos sobre una roca. Sin dejar de mirar el curso del agua, dijo «si lo echas tanto de menos, ¿por qué no le escribes?». Y, no sé por qué, le respondí la verdad. Mi abuelo metió la mano en el bolsillo de la chaqueta, sacó una hoja y un lapicero y me lo entregó. Me quedé mirándolo pasmada. «Vamos, escribe; no voy  a pasarme aquí toda la tarde».

    Recuerdo que pensé que para mi abuelo seguía siendo una niña que creía en cuentos, pero aún así le hice caso y escribí: «Te quiero mucho. ¿Tú me quieres?». Doblé la hoja y me quedé mirándola sin saber qué hacer a continuación. Me la quitó con calma y, aprovechando mi pliegue, siguió doblando el papel hasta hacer un barquito y lo posó sobre el agua. Los dos contemplamos cómo el agua lo empujó hasta que desapareció detrás de un recodo. «Hala —me dijo tirándome de una coleta— solo hay que esperar la respuesta. Y ahora, si te das prisa, aún encontrarás algún amigo en la plaza». Quise decirle que vaya tontería acabábamos de hacer, pero la verdad es que la tontería me había puesto de buen humor así que le di un beso y me marché corriendo.

    Cuando mi abuela entró por la noche en mi habitación, le conté lo que habíamos hecho. Ella sonrió y me dijo que pronto llegaría su mensaje. «Pero, abuela —argumenté como si no me pareciera una locura todo aquello—, Daniel está en la playa y, aunque esta carta le llegase, sus barquitos no podrían subir contracorriente, ¿no?». Volvió a sonreír  Mi abuela sonrío y salió de la habitación sin bajar la persiana como solía hacer cada noche. En aquel momento, pensé que los rayos del sol me despertarían demasiado temprano para un día de vacaciones. Me dormí pensando en una flota de barcos piratas de papel.

    Al amanecer, lo que me despertó fue el canto de decenas de ruiseñores que se posaron sobre un peral junto a mi ventana. Me levanté, abrí la ventana y dejé que sus melodías me abrazasen. El mensaje había llegado a Daniel; aquella era su respuesta.

  2. Vía Mare
    ——————
    En casi todos pone que te quiero.

    Ojalá sean esos los únicos que te lleguen, que se pierdan bajo las olas los cuatro o cinco donde me quejo por lo del otro, la media docena en cuyas bodegas de papel aún viajan las mías, que lo fueron, los siete u ocho que he terminado cargando con reproches menores y que dudo que superen el arrecife.

    En casi todos hay acuse de recibo. De yo también.

  3. Mensajes de agua

    Cada mañana, al acercarme a la playa para mojar los pies en las primeras olas, encontraba tu mensaje en un barquito de papel. Un barquito cada día hasta que empecé a contestarlos, entonces llegaban y se iban, llegaban y se iban. Yo no podía verte, tú no podías verme, pero ambos sabíamos que estábamos al otro lado, en otra orilla, con los pies en el mismo mar.
    Un día por fin me decidí y entré en el barco. Por fin el mensaje era yo. Por fin la respuesta eras tú.

    (Hoy hago trampas y adapto un relato escrito hace mucho en mi blog)

  4. Libre

    Dicen que cuando los buenos mueren, sus almas van a parar al mar, y que para decirles adiós solo tienes que enviar un barquito de papel con tu mensaje. Hoy el mar amaneció lleno de ellos, hasta 46664. En todos los idiomas está escrita la palabra libre, Madiba.

  5. En barquitos de papel, te he enviado, esta mañana, mi amor en sílabas, que viajan hacia ti. Pero, uno tras otro, naufragan, se deshacen, como se deshizo mi beso en tu boca, que ya no repasa el alfabeto, que no busca mi nombre en él…

  6. MENSAJEROS

    Tomo las empalagosas notas musicales que se cobijan en mi corazón y las pliego con cuidado, poniéndome a prueba en los precarios conocimientos de origami infantil. Casi pierdo.
    Un poco destartalados, los barquitos moldeados en fragmentos de necesidades, se mantienen en pie y flotan y comienzan a alejarse despacio, a pesar de mi envión desaforado, sobre los omóplatos del mar alados de horizonte. Sonrío impaciente removiéndome en la arena, pero no por mucho tiempo. Al instante arriba a mi orilla el primer eco de tus disparos indiscriminados, que van anclando en mis sienes tantos no es correcto, no de mí, por el momento no estoy interesado, por favor, tampoco intente más tarde.

  7. CONEXIÓN INALÁMBRICA

    Entre tanta trivialidad te digo que me encanta tu voz, que me atragantan las ganas de besarte, que te imagino despojado de ropa y timidez, que a partir de ahí pierdo la cordura. Te lo confieso todo a través de las fibras ópticas que no interrumpo con mi parpadeo.

  8. -Naufragio-
    A la deriva mis sueños sin rumbo en un océano desierto.
    A pique los te quiero ahogados en lo profundo de nuestros miedos.
    Y yo aquí, anclado en este eterno no puedo, mirando el horizonte, llorando a mares la cobardía que se hace puerto.

  9. TERAPIA

    Es mi psicoanalista la que me traído hasta aquí y la que me obliga a escribirte. Me exige que ahogue en estos mensajes, que lanzo al mar, mis sentimientos, los recuerdos que me suscitas y la rabia, si la existiese, que me provocó tu adiós. Sinceramente, ya ni me acordaba de ti. Comprendí hace tiempo que lo nuestro no podía ser. Que disponía de mucha vida por vivir y tú solo un mausoleo al que llamabas hogar. Así que no hagas caso a mi letras impostadas, que esto solo lo hago por ella. Entre tú y yo, creo que se ha obsesionado de mí.

  10. ORIGAMI

    Después de que te fueras, lo que empezó como un inocente juego ha acabado convirtiéndose en una invasión en toda regla. La gente tiene miedo y empieza a mirarme mal. En el futuro sería mejor que hicieras grullas, que emigran al sur.

  11. A-mar-te

    A veces me ahogo. Me falta el aire si no puedo navegar tu cuerpo. Atracar mis besos en tu ombligo. Acariciar tus manos, esas que me sujetan fuerte a tierra, cuando los vientos de la locura amenazan con llevarme al infierno. A veces quisiera desaparecer. Ser no siendo. Pegarme a ti como la sal del mar se pega a tu piel. Y que me sientas, y que me huelas. Introducirme en tu corriente sanguínea, navegarte por dentro. Ser ese pensamiento peregrino, ese que te estremece. Que, sin saber por qué, te hace sonreír por dentro. A veces.

  12. RABIOSO DOLOR

    Sentado a la vera del mar el hombre da puñetazos en la arena mientras profiere gritos al viento. Solloza estrepitosamente y, de tanto en tanto, suena su nariz como una chirriante trompetilla que los pañuelos de papel apenas logran amortiguar.
    Papelitos blancos echados a su suerte en el agua que ahora enfilan la huida navegando lejos, muy lejos, en busca de orillas más apacibles y silenciosas.

  13. Desencuentro

    Te he fotografiado así; de espaldas. Como si fuera posible atrapar el instante en el que no estás. En el que ya no estoy.
    No veo tu mirada que mira. Miro sin saber qué ves mientras miras.
    Yo sólo veo el mar. Ya no tus ojos. Ni tu sonrisa. Ni tu rostro.
    He querido retenerte en la fugacidad de lo que pudo ser.
    Sólo es una fotografía.
    Y el mar que no nos ve.

  14. EL PESCADOR
    Anclado como un viejo barco que se oxida en el puerto, observa los desperdicios que llegan por las desembocaduras de los ríos luego de las lluvias. Juntos con el lodo, el plástico y todo tipo de papel que navegan a la deriva; también viaja esa mancha que ha traído la nueva fábrica que se ha ubicado en el pueblo. El color del mar ya no es el mismo, suspira resignado e impotente, mira a lo lejos el horizonte, a donde cree que se han ido los peces que alimentaban a su familia.

  15. VIVIR CON LA FELICIDAD DE OTRO

    Lo lamento, pero yo no quiero ser un emperador, ése no es mi negocio, no quiero gobernar o conquistar a alguien. Me gustaría ayudar a todos si fuera posible: a los judíos y a los gentiles, a los negros y a los blancos. Todos deberíamos querer ayudarnos, así son los seres humanos. Queremos vivir con la felicidad del otro, no con su angustia. No queremos odiarnos y despreciarnos. En este mundo hay sitio para todos, y la tierra es rica y puede proveer a todos. El camino de la vida podría ser libre y hermoso…»
    Fragmento de El gran dictador (1940),

    Os sugiero esta belleza: CALMA Y TRANQUILIDAD

    Te envío mis palabras
    en ellas ,
    visualiza las imágenes
    tal vez me recuerdes,
    mientras yo te recuerdo…

    Sólo,
    por estar juntos
    reíamos por reír,
    mirar y sólo verte a tí,
    ajenos a todo.

    Subíamos a esa habitación
    Y nos desnudábamos,
    de ropa, prejuicios y miedos.
    Igualmente se desvanecían
    nuestros egos,
    uniendo cuerpos y espíritus
    en ese viaje donde
    los sentidos llegan a la suspensión.

    Sintiendo tu entrega
    y tu ardor, eso,
    eso volvía loca mi pasión,
    la voluptuosidad
    se hacía hueco
    y cual manto nos cubría
    dejándonos llevar.

    Mis ojos abiertos,
    los tuyos cerrados,
    no quería perder ese espectáculo
    donde ya no eras
    esa educada mujer
    para el público.

    En tal espectáculo
    sólo, el único espectador
    y tú haciendo el genuino papel
    de estrella en mis fantasías
    ahora realidades.

    Ese sentir del goce y placer,
    que te dejaba seca la garganta
    y pedías tiempo para
    para retomar y poder
    respirar y gemir alto y claro,
    apretar con todas tus fuerzas
    mi cuerpo, descargar tus
    deseos vehementes.

    Y, sólo yo:
    el director, compositor,
    productor, único actor,
    diseñador del guión.

    Delicadamente,
    te besaba
    me besabas
    delicadas nuestras caricias
    miradas y silencio.

    Eso, eso te lo daba yo.
    ¿lo recuerdas?

    Y por ello mismo
    ahora que tú eliges,
    que se terminó.

    Yo medito mirando el mar
    recuerdo tus razones,
    las comprendo y acepto
    y …quiero vivir con tu felicidad
    no con tu angustia.

    Se acabaran
    los barcos de papel,
    y se mojaran por el camino
    y dejaré de enviar
    mis palabras.

  16. PAPIROFLEXIA

    Yo, no sabía hacer barquitos de papel, y aprendí por ti. Cada uno de ellos lleva la palabra que tanto te dije, y que tú no querías oír. Aunque muy dentro de ti, sé, que te gustaba… Ahora los hecho a la mar, para darles la vida que me robaste allá.

  17. PAPIROFLEXIA

    Yo, no sabía hacer barquitos de papel, y aprendí por ti. Cada uno de ellos lleva la palabra que tanto te dije, y que tú no querías oír. Aunque muy dentro de ti, sé que te gustaba… Ahora los hecho a la mar, para darles la vida que me robaste allá.

  18. Distancias

    Con solo cerrar los ojos te siento a un insoportable palmo. Si los abro, el lejano horizonte me sume en un desasosiego todavía mayor. Escribo notas en barcos de papel, quizás ellos, en su simplicidad, puedan llegar a donde no llegan los trasatlánticos.

  19. Cada atardecer se enciende en sus labios. Manuel fuma mientras el poniente le despeina el flequillo. El sol sangra el puerto de Cartagena y los rescoldos de su cigarro humean bajo su nariz. Entrecierra los ojos. Coge el cigarro, lo mira con desdén y, con el movimiento mecánico del fumador más que empedernido, lo arroja desde la muralla hacia el mar. La colilla flota como los sentimientos de Manuel, empapados, supervivientes, imposibles de ahogar. Navegan sus recuerdos entre los barcos que entran y salen en ordenado concierto de sirenas. Como Ulises, se siente atraído por ellas. Quisiera embarcar en todos los barcos hacia todos los destinos, para poder encontrarla de nuevo. Manuel baja por la calle del ayuntamiento y se llega hasta el puerto. El agua sala los cascos de los barcos y dulcifica el pasado de los hombres de mar. Manuel, como cada día, saca una hoja de papel de su sotana, escribe un nombre, hace un barco y lo deja, con recogimiento monacal, a merced del oleaje. Como cada día, Manuel espera que María, allá donde esté, reciba su mensaje y decida volver a por él.
    Cada noche, el capellán del Arsenal Militar, fuma con desesperación la vida que no ha elegido vivir.

  20. Gracias, tampoco es para tanto… Fernando: falta un «en» en la primera frase: «cada atardecer se enciende en sus labios», corrige, plis. Gracias.

  21. Sentado en la playa observo el horizonte y te imagino del otro lado. El astro baja y penetra en el océano, toda ilusión parece posible. Al igual que lo hacen las olas dejo en el mar una estela de barcos de papel, a falta de palabras una construcción manual de cada pensamiento que me inspiras. Mis barcos se ven tan frágiles, y sin embargo se mueven y tienen más posibilidades que yo de llegar a ti, porque aún cuando sucumban en las aguas tranquilas te encontraran, y yo no puedo atravesar el océano y llegar a ti. Tendría que ahogarme con mis recuerdos, el sol y mis barcos para que mi vida se apague como se apagó la tuya hace un año.

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