Viernes creativo: escribe una historia

Seguro que hoy, viernes trece, os invitan a escribir muchas historias de terror. En los #viernescreativos apostamos por el amor y te pedimos que nos cuentes qué historia de amor hay detrás del sugerente nombre de esta casa de comidas madrileña.

Gracias, Ana, por la foto.

Facunda, te amo

Facunda, te amo

 

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22 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. A la vista de todos

    Acodado en la barra del bar, arañada y brillante, espera a verla pasar por delante de sus ventanales con sus pasos decididos e inconscientes, sus gafas de sol redundantes y su tac tac de bastoncito blanco. Cuando desaparece de su vista, coge la bayeta y frota otra vez la barra mientras silba una canción de Antonio Machín. Declárate hombre, le dice la parroquia de sol y sombra y café con leche en vaso. Algún día algún día, contesta y sonríe sin mirarles.

  2. Facunda, te amo

    Aquella última imagen, una mano que salía del tren, una mirada reflejada en el cristal y la imposibilidad de decirle que la quería. Mi pecado es mi penitencia. No hay día que no abra el restaurante y piense que alguna vez pasará por allí, que verá su nombre, que entrará, al menos, a tomar un café. No hay día que no crea que volverá. Pero ya me estoy haciendo viejo.

  3. «Facunda, te amo». Fue lo único que se me ocurrió decir. Después de meses de guerra en los que lo único que nos echábamos a la boca eran patatas, aquella mujer fue capaz de ofrecerme unas legumbres bien hechas, cocinadas a fuego lento y removidas con amor de madre. Si bien la ración era escasa, me supo a gloria y me dio fuerzas para los siguientes combates.

    En las noches de contienda recordaba el olor de aquel puchero y, cuando terminó la guerra, no pude más que ir a buscar a aquella mujer y pedirle matrimonio. Sin saber si estaba casada, si era viuda o arrejuntada, me planté de rodillas ante ella y le volví a repetir aquel sonoro «Facunda, te amo». Después de todo, su sabor había sido mi consuelo durante los peores tiempos de mi vida.

  4. Brain Storm

    Felices me las prometía yo este viernes: unas horitas de trabajo sencillo en la oficina, ayer ya me quité de encima todos los montajes, comida frugal y a rematar los últimos detalles de una noche romántica pre-San Valentín, pero.
    No había puesto el culo en mi silla cuando ha sonado el teléfono por primera vez. Del otro lado, un enfurecido Dr. Gómez. Al parecer, en la entrada de su clínica estética, habíamos instalado un letrero que rezaba, con caracteres sonrosados y en letra ligada: “Se hacen remiendos”.
    Enseguida he caído en la cuenta. Inmediatamente, la señora Paquita, ha confirmado mis sospechas. Me ha informado, además, de que una multitud de habituales clientas, se agolpa a la entrada de su mercería, reclamando las ofertas en rinoplastias, liposucciones y depilaciones laser que anuncia su rótulo.
    A partir de aquí, se ha desatado el caos.
    Un gabinete de abogados, ofrece videncias, sobre temas diversos, y cartas astrales, por menos de veinte euros. La funeraria anuncia que dispone de carne fresca traída, diariamente, de los mejores mataderos de la comarca. El zapatero se compromete a descontar tres mil euros, contra la entrega de nuestro vehículo usado, esté como esté; por la compra de uno nuevo, que además garantiza por cinco años, o trescientos mil quilómetros. Y así toda la mañana.
    Algunos clientes, hartos de encontrar nuestras líneas ocupadas, se están personando en las oficinas. Doy gracias al cielo por la alta seguridad de nuestras persianas de ballesta. El resto del personal está amontando muebles en la entrada. Y yo hace horas que solo intento averiguar dónde demonios fue a parar el detallito que tenía preparado para mi querida Facunda.

  5. Pobre Facunda

    HABÍA REGRESADO LA PAZ A SU VIDA TRAS PONER MÁS DE DIEZ MIL KILÓMETROS DE DISTANCIA y varios años de por medio a sus heridas, cuando le abrió la puerta de su corazón a Julián. Desde entonces, los vecinos de la vieja finca de Carabanchel intercambiaban noches de amor en una cama u otra, según la pasión les envolviera en el piso de arriba o en el de abajo. Durante un tiempo largo, fueron felices sin retroceder la mirada al pasado ni planear el futuro; les bastó con regalarse el presente. A diario siempre tenían algo que celebrar y los fines de semana recorrían Madrid para dejar en la ciudad huellas de su historia de amor. Algunas fotografías en el Café de Chinitas o un candado en el Retiro todavía cuelgan como restos de su dicha. Ni siquiera la convivencia se atrevió a importunarlos. Pero una tarde, Julián buscaba unas pilas en la mesilla de noche de ella y se topó con su pasaporte. «¿Elena, quién es Facunda?», le preguntó. Ella no quiso remover el pasado, le resultaba muy doloroso, pero no le quedaba otra. Le desveló entonces a Julián la felicidad máxima que había vivido con un porteño como ella y la amargura padecida, porque de tanto que la amó, el pelotudo enfermó de celos hasta arruinarle la existencia. Durante años, estuvo retenida en una noria de sentimientos. Unos días era tratada como una reina y al siguiente, sin previo aviso, como una piltrafa, con sus desprecios y algún que otro puñetazo perdido. Muchas noches maldijo su suerte y cobardía por resignarse y otras le perdonaba con la esperanza de que Romeo volviera de las tinieblas. Ese milagro nunca tuvo lugar y, tras una disputa violenta, vendió lo poco que tenía de valor para fugarse en el primer avión que la extrajese de la Argentina. Aterrizó en Madrid. A partir de esta confesión, ya nada fue igual entre ellos. Julián quiso tratarla como una niña asustada y cobijarla bajo su protección, mientras que Facunda empezó a rehuirlo y a encerrarse dentro de su pasado negro. Sin proponérselo, dejaron de soñar y se sumieron, cada uno, dentro de sus pesadillas. En las de él, Elena —seguía llamándole así—le anunciaba su regreso a Buenos Aires con un cuchillo en la mano justo antes de… Y Facunda volvió a ponerle cara al diablo y de tanto invocarlo al final éste se presentó. Durante meses, se sintió perseguida, primero en los sueños y luego a cada instante. El malnacido le dejaba mensajes de amor, de odio, de amenaza en los espejos, en el cielo o simplemente se los susurraba al oído para perturbarla. Fue un infierno el que vivieron los dos hasta que llegó San Valentín y Julián buscó sorprenderla con una cena en un elegante restaurante. «Cierra los ojos y no los abras hasta que lleguemos», le dijo antes de salir del parking. Como unos niños jugando a la gallinita ciega se plantaron en la puerta del restaurante. «Ahora». En ese momento, la niña se fijó en el cartel luminoso del local y tembló como una mujer aterrada al leer: “Facunda te amo”. «Ché, mirá lo que hice para vos. ¿No te gustá?», creyó escuchar antes de huir a la carrera y arrojarse sobre el primer coche en marcha que se le cruzó. Y al fin descansó.

  6. PALABRAS SIN VERBOS

    Cada tarde, desde hacia tres semanas, se acercaba al bar de la esquina, de una esquina muy lejana a su casa. Se sentaba en la barra, pedía un café cargadito, con una nube de leche y nada de azúcar, nada de conversación.
    Después con un ligero y equilibrado paso se acomodaba en la mesita, que escondida tras la columna, le permitía ver cada rincón con claridad.
    A las diez en punto, como un reloj, entraba facunda, la dama que le tenía loquito desde la primera vez que la vio. Y comenzaba a mirar el movimiento de sus manos, su boca, el aleteo de sus dedos, su sonrisa… Y al final, siempre al final, miraba sus ojos. ¡Cuanto hablaban esos ojos!…Tanto_ pensaba _que seguro que fueron los que enmudecieron su angelical y dulce voz.

  7. Facunda en la víspera

    Facunda había muerto por amor, un viernes 13 de hacía mucho tiempo atrás. Cuenta la leyenda que despechada por el hombre que amaba, se había suicidado en esa fatídica fecha; la leyenda se completa con su fantasma rondando cerca de los descendientes de ese hombre que la despechó, especialmente cuando el viernes 13 es víspera de San Valentín.
    Uno de esos descendientes es dueño de una casa de comidas en Madrid, a la cual impuso el nombre “Facunda, te amo”, en un intento de ofrecer a la dama el amor que le negó su ancestro.
    Hoy, viernes 13 de febrero, él confía que el cartel mantendrá alejada a la fantasmagórica Facunda; por las dudas, al despertar no olvidó santiguarse.

  8. Viernes 13

    Siempre habia sido un dia de mala suerte para él, y eso que no era nada supersticioso, solia decir cuando le preguntaban.
    Hoy, sin embargo, habia comenzado de forma diferente a otras veces, llegaba a una ciudad nueva, cosas del trabajo, y deseaba fervientemente que ni el viernes ni el 13, le amargaran la estancia.
    Tenia hambre…tantas horas de viaje le habian abierto el apetito, caminó sin rumbo mirando los comercios y buscando algun sitio donde comer, “ Casa Bernarda” leyó….uhmm- murmuró para sus adentros- igual que mi tia la del pueblo. Y se imaginó a la dueña, entrada en carnes, sonrisa dulce,…y unas manos para la cocina..uhmmm¡¡ la boca se le hacia agua.
    Empujó la puerta, entró sin vacilar, el aroma que lo envolvió despertó sus papilas gustativas al momento , y para disfrutarlo más, entrecerró los ojos…mmmm..aspiró..
    Al abrirlos se encontró un rostro casi pegado al suyo que lo miraba entre sonriente y sorprendido y…no pudo evitarlo, se enamoró de esos ojos que se burlaban de su mirada turbada.
    Quedó prendado de la Nardi, como oyó que la llamaban.
    Y de sus guisos, de sus postres…
    Todos los viernes 13 se acuerda de aquel primer dia en que su suerte cambió, y todos los viernes 13, cuando su Nardi le cocina su plato preferido el aspira el aroma que desprende cerrando los ojos y al abrirlos vuelve a encontrarse con esos ojos burlones que convirtieron sus viernes en domingos.

  9. Viernes 13

    Siempre habia sido un dia de mala suerte para él, y eso que no era nada supersticioso, solia decir cuando le preguntaban.
    Hoy, sin embargo, habia comenzado de forma diferente a otras veces, llegaba a una ciudad nueva, cosas del trabajo, y deseaba fervientemente que ni el viernes ni el 13, le amargaran la estancia.
    Tenia hambre…tantas horas de viaje le habian abierto el apetito, caminó sin rumbo mirando los comercios y buscando algun sitio donde comer, “ Casa Facunda
    ” leyó….uhmm- murmuró para sus adentros- igual que mi tia la del pueblo. Y se imaginó a la dueña, entrada en carnes, sonrisa dulce,…y unas manos para la cocina..uhmmm¡¡ la boca se le hacia agua.
    Empujó la puerta, entró sin vacilar, el aroma que lo envolvió despertó sus papilas gustativas al momento , y para disfrutarlo más, entrecerró los ojos…mmmm..aspiró..
    Al abrirlos se encontró un rostro casi pegado al suyo que lo miraba entre sonriente y sorprendido y…no pudo evitarlo, se enamoró de esos ojos que se burlaban de su mirada turbada.
    Quedó prendado de la Nardi, como oyó que la llamaban.
    Y de sus guisos, de sus postres…
    Todos los viernes 13 se acuerda de aquel primer dia en que su suerte cambió, y todos los viernes 13, cuando su Nardi le cocina su plato preferido el aspira el aroma que desprende cerrando los ojos y al abrirlos vuelve a encontrarse con esos ojos burlones que convirtieron sus viernes en domingos.

  10. Viernes 13

    Siempre habia sido un dia de mala suerte para él, y eso que no era nada supersticioso, solia decir cuando le preguntaban.
    Hoy, sin embargo, habia comenzado de forma diferente a otras veces, llegaba a una ciudad nueva, cosas del trabajo, y deseaba fervientemente que ni el viernes ni el 13, le amargaran la estancia.
    Tenia hambre…tantas horas de viaje le habian abierto el apetito, caminó sin rumbo mirando los comercios y buscando algun sitio donde comer, “ Casa Facunda»
    leyó….uhmm- murmuró para sus adentros- igual que mi tia la del pueblo. Y se imaginó a la dueña, entrada en carnes, sonrisa dulce,…y unas manos para la cocina..uhmmm¡¡ la boca se le hacia agua.
    Empujó la puerta, entró sin vacilar, el aroma que lo envolvió despertó sus papilas gustativas al momento , y para disfrutarlo más, entrecerró los ojos…mmmm..aspiró..
    Al abrirlos se encontró un rostro casi pegado al suyo que lo miraba entre sonriente y sorprendido y…no pudo evitarlo, se enamoró de esos ojos que se burlaban de su mirada turbada.
    Quedó prendado de la Nardi, como oyó que la llamaban.
    Y de sus guisos, de sus postres…
    Todos los viernes 13 se acuerda de aquel primer dia en que su suerte cambió, y todos los viernes 13, cuando su Nardi le cocina su plato preferido el aspira el aroma que desprende cerrando los ojos y al abrirlos vuelve a encontrarse con esos ojos burlones que convirtieron sus viernes en domingos.

  11. Viernes 13

    Siempre habia sido un dia de mala suerte para él, y eso que no era nada supersticioso, solia decir cuando le preguntaban.
    Hoy, sin embargo, habia comenzado de forma diferente a otras veces, llegaba a una ciudad nueva, cosas del trabajo, y deseaba fervientemente que ni el viernes ni el 13, le amargaran la estancia.
    Tenia hambre…tantas horas de viaje le habian abierto el apetito, caminó sin rumbo mirando los comercios y buscando algun sitio donde comer, .“»Casa Facunda” leyó….uhmm- murmuró para sus adentros- igual que mi tia la del pueblo. Y se imaginó a la dueña, entrada en carnes, sonrisa dulce,…y unas manos para la cocina..uhmmm¡¡ la boca se le hacia agua.
    Empujó la puerta, entró sin vacilar, el aroma que lo envolvió despertó sus papilas gustativas al momento , y para disfrutarlo más, entrecerró los ojos…mmmm..aspiró..
    Al abrirlos se encontró un rostro casi pegado al suyo que lo miraba entre sonriente y sorprendido y…no pudo evitarlo, se enamoró de esos ojos que se burlaban de su mirada turbada.
    Quedó prendado de la Nardi, como oyó que la llamaban.
    Y de sus guisos, de sus postres…
    Todos los viernes 13 se acuerda de aquel primer dia en que su suerte cambió, y todos los viernes 13, cuando su Nardi le cocina su plato preferido el aspira el aroma que desprende cerrando los ojos y al abrirlos vuelve a encontrarse con esos ojos burlones que convirtieron sus viernes en domingos.

  12. FACUNDA ,TE AMO:supongo que fue un esceso de la fiesta ,eso que termina subiéndose a la cabeza era mas el dolor que el éxtasis que esto me provocaba, me sujete como pude en la farola que había en la cera,alguien me agarro del brazo ,y caminamos hasta el 1° hostal que encontramos .mire hacia arriba sujetando mi boca, que no dejaba de reir,ji ji ji ji no me lo puedo creer, cuando lo diga ? Quien lo va creer?.!y digo yo mi burrita en el pueblo se llama FACUNDA, y se quedo comiendo paja en la cuadra hasta mi regreso,relajándose .y es un amor, mas de uno y de dos la quisieran y ?digo yo ? Que hace su nombre subido en los altares ,y con luces luminosas y hasta se atreve a decir que la ama ?!abrase visto mi FACUNDA Señor baje y de me una esplicacion, se se se que no puedo bbr, que me pongo mu tonto.

  13. Hola, soy Facunda
    He pasado toda mi vida esperando a alguien que me dijera palabras de amor. Nada, ni por ahí te pudras.
    Ni un amigo, ni un novio… Iba a las iglesias en las bodas por si cazaba a algún mozo viejo… ¡nada!
    Hoy, caminando sin rumbo, me encuentro con este luminoso que declara su amor a Facunda.
    No sé quién fue Facunda, pero sí sé quién será desde hoy.

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