Viernes creativo: escribe una historia

¿Te atreves a escribir una historia para esta ilustración de la serie Atlas de mi tocayo Fernando Vicente? Usa esta imagen como detonante de tu relato y cuéntanoslo. Sé imaginativo, no caigas en los clichés.

Te invito a dejar tu historia en un comentario en esta entrada, en facebook, en google+, en twitter, en tu blog o donde quieras, el asunto es escribir. Vamos a ver cuántas historias diferentes nos salen.

74 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. Nuestro mapa

    Por las noches, cuando por fin cierro los ojos, imagino que el mapa en el que nos movemos cabe en mi cuerpo, que tú pasas tus dedos por los accidentes geográficos, que te bañas en mis ríos y dibujas las fronteras de nuestra historia sobre mi piel. En el momento en que susurras «algún día nos encontraremos en Casablanca» una ola lo cubre todo de agua salada y la tierra, por fin, descansa.

  2. La Atlántida no desapareció de inmediato. Sus habitantes se repartieron por las zonas que caprichosamente habían quedado por encima del nivel del mar… Pero el Gran Tesoro se perdió, hundido más allá de su alcance. Los pobladores de las nuevas islas de Yobato (del griego «rodilla») lloraban en el duro yermo su mala suerte…

  3. _(sin título)_

    Siempre le habían dicho que era una mujer que se salía del mapa.
    Ella se miraba al espejo, en el reflejo de los escaparates de la avenida, en los ojos de su marido… y no lo entendía.
    Ayer exponía Fernando, aquel gran amor de juventud. Y allí, en la galería de arte, se vió expuesta como obra principal.
    De repente lo tuvo meridianamente claro.

  4. Promesas

    «Ella le pidió que la llevara al fin del mundo. Él puso a su nombre todas las olas del mar». Y navegaron las tormentas. Y se odiaron en las calmas. Agotados y secos, sus cuerpos murieron y sus mentes, al fin, descansaron en paz.

    La imagen me ha llevado a la canción «Ruido» de Sabina. La razón, vaya usted a saber…

  5. Fer, ¿se te `puede preguntar por qué te has ido del Feis? Bueno, es personal claro, pero yo que llevo tan poco tiempo (me costó meterme en la red, no me atraía nada), te voy a echar de menos.
    Enfin, nos asomaremos a tu blog, si es que no lo cierras también (noooo, porfaaa)

  6. PERDICIÓN

    Cada vez que me baño desnudo en tus playas desiertas, o escalo tus picos volcánicos sin vértigo ni nadie que me asegure, o recorro descalzo tus senderos sinuosos y escarpados, me alegro de no haberte escuchado la noche antes de mi partida cuando me recordaste que no entiendo los mapas y me desaconsejaste la locura de emprender en solitario este viaje.

  7. mApA dE uN oRgÁsMo

    Qué agusto se está en mi bañera. Tan estrecha… Donde una rodilla se roza con Liverpool y la otra con Dublín.
    Cuando mis manos acarician Glasgow siento un hormigueo que viene desde Londres… Notando esas fuertes corrientes marinas que Bélgica estuvo anoche insuflando…

    ¿Qué coño es ese ruido?
    Bueno, se acabó mi rato de ocio… Los niños ya han vuelto de inglés.

  8. Como cada noche, flotas en el mar de mi deseo, mis olas te cubren y te descubren, barren tus desiertos olvidados, ascienden las colinas suaves de tus senos, provocan maremotos en los manglares de tus cuevas y se precipitan en cascadas por tu monte de Venus. Cuando despierte, en las sábanas perdurará el olor a mar, a hembra abierta, a fruta fermentada, pero en mis labios solo quedará el beso de la cerveza negra de tu ausencia.

  9. Nunca estuvimos en Ceilán. Fue sólo un sueño. Algunas noches ponías a Bizet en el tocadiscos, te sentabas en el viejo sillón de rayas verdes de la salita, encendías un cigarrillo y, mecido en los acordes de “Los pescadores de perlas”, soñabas con playas lejanas. Mientras, yo me sumergía en la bañera con los ojos cerrados, sintiendo resbalar en mi piel las aguas remotas y tibias de la bahía de Bengala. Nunca estuvimos en Ceilán. Y era tan fácil como cruzar la puerta.

  10. UTOPÍA

    Cuando Dios reveló su verdadera figura de madre redentora, tendida sobre la tierra, en el que destacaban unos senos capaces de alimentar a todo ser viviente que campara por el universo y una fuente de vida e inmunidad entre sus piernas; ya muchos se habían resignado a matarse para sobrevivir y, los pocos que quedaron, aunque asombrados por su deidad femenina de grandes proporciones, no quisieron escucharla. «Ya era tarde», se decían, y decidieron que esperarían a que el suelo se abriera, como les habían amenazado nuevamente en un libro, para bajar a los infiernos a descansar y huir de tantas promesas huecas. Y Dios, entonces, resignada otra vez, tuvo que empezar de cero su creación. Érase una vez…

    • Me he quedado sin palabras. Menudo micro te has marcado. Es de lo mejorcito que he leído por estos pagos, con ese mensaje tan transgresor y con ese final redondo. Sencillamante me quito el sombrero Nicolás. Un abrazo.

  11. Y así, desnuda, me muestro a ti, te invito a recorrerme, a viajar por mis playas, mis sitios recónditos, valles y montañas, desiertos y frondas…Pero tú, viajero de otros mundos, otras galaxias, hambriento de estrellas, ni te fijas en mi, tan pequeña, tan azul…

  12. Náufrago en el Mar de Irlanda
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    No fue fácil orientarse con aquel viejo astrolabio heredado del abuelo Ginés, sin más cartas que las que le había enviado ella dos años atrás citándolo sin falta en mitad de quién sabe dónde, en un mar de que apenas había oído hablar y del que no sabía mucho más que el nombre y una descripción imprecisa de cómo se veía el cielo nocturno desde allí. Fueron más de cuarenta años de búsqueda, de perderse una y mil veces en océanos atestados de piratas, de medusas gigantes y de otros soñadores que, como él, también buscaban su paraíso.
    Y un día dieron las estrellas en colocarse como le habían contado, y se tumbó en cubierta para comprobar hasta el milímetro la coincidencia astral, y un olor a rocas comestibles empezó a colársele hasta la médula, y se supo allí, al fin, y con toda la parsimonia que llevaba décadas soñando, preparando, encendió la mecha y se alejó nadando mientras su fiel compañero ardía en mitad de una bahía de la que ya no escaparía jamás.

  13. Navegando por tu cuerpo
    Solo hace dos horas que sé que existes y ya necesito tomarte. Sin necesidad de vientos, ni velas, mi lengua se lanza a navegar por tu cuerpo surcando tu boca, tu cuello, tus pechos, tu ombligo… Desprovisto de arneses decido conquistar tus caderas y desciendo despacio hasta tus muslos, sigo por tus pantorrillas y termino por atracar en tus pies… Es ahí cuando detienes mi travesía y me pides que cambie de rumbo. Me guías hasta tu puerto, y entonces viro, ajusto mi timón y entro en él. Después comenzamos un nuevo viaje que quién sabe qué nos deparará.

  14. RUTA
    Me gustaría viajar por cada punto de tu cuerpo. Navegaría por lagos y mares hasta llegar a tus caderas. Dejando en la parte alta unas preciosas montañas, que tanto me excitan. Sin olvidarme, de tu hermosa llanura rica y fértil. Y así, daría, por concluido un maravilloso y entretenido viaje.

  15. ESCAPE

    Embelesado se la llevó pegada a las costillas, las de él, mirando sobre el hombro con insistencia como carroñero de poca monta. Su pecho acorazado resplandeció durante años, con palpitaciones ajenas a la sal del mar, al polvo que se elevaba hacia los cielos como ofrenda escuálida y desabrida, a las miradas amenazantes que llovían desde los cuatro puntos cardinales.
    La colocó en el centro de su fortaleza, cual tesoro inalcanzable, y se acurrucó pegado a las costillas, las de ella, protegiéndose tras el escudo de la cobardía hasta que todo terminase.
    Fueron pocos los besos y las alegrías, las descargas eléctricas de otro sabor en la lengua, las miradas cómplices…

    El hombre sumiso que la rescató, no hace más que lucir ese traje de héroe que le queda demasiado grande. Ahora ella descansa, solitaria y olvidada, en la tina de la que hace una década fue arrebatada. Se baña en aguas heladas, que se burlan de aquellas perennes murallas en llamas.
    Siente que la marea sube. Desea que no se detenga, hasta apagar las eternas brasas de Troya de su mente.

  16. Tú y tu mapamundi

    Emerjo cada vez con más fuerza, porque soy muchas mujeres habitando en mi. Estoy en cada madre, hermana, en toda nieta e hija. Inútil ahogar mi voz, anegar mi energía, estás mojado de mí, soy la que empapa tu esencia, todos tus mares.

  17. Reconquista

    Hace un mes que el ejército de amazonas, finalmente, conquistó los territorios más rebeldes de Corduba , y liberamos a las mujeres del dominio de los hombres. Comandé con fortuna la tropa del sur y me dieron a escoger mis esclavos. Supe desde el primer momento que sería mío. Su conocimiento de los libros antiguos le salvaría de una muerte segura , y lo traje conmigo para ilustrar mi escaso conocimiento sobre la historia hostil de esta tierra. Se convirtió en mi siervo «instructor» de la memoria ancestral de los pueblos que ahora nos pertenecen.
    Leía para mí las leyendas olvidadas en los libros, y me mostró los errores cometidos en el pasado por ambiciones de su sexo. Su sabiduría fue luz en mis ojos, e iluminó mis noches con relatos al regresar de la batalla.
    Durante este tiempo, ha compartido mi mesa y discutido mis palabras hasta la madrugada, pues le permití entrar en mis habitaciones privadas. Pasamos las horas en disertaciones sobre textos antiguos y literatura clásica. Devoraba su conocimiento, de igual manera que me devoraba a mí con mirada furtiva. Nací guerrera, puedo percibir el caer de una hoja sobre la hierba, aún en medio del combate. Lejos de castigar su osadía, ahora demando su atención tanto como sus palabras.
    Hoy, los esclavos del hogar, después de bañarme con agua perfumada, me ungían con aceites el cuerpo, cepillaban mi cabello y lo trenzaban de jazmines. Cada noche el mismo ritual . Mientras, mi fiel esclavo esperaba, entre las sombras de los candiles, con un nuevo libro en sus manos. Ya en silencio la estancia, me mostró un volumen de botánica y, en voz baja, comenzó a enumerar los nombres de cuantas flores y plantas me envolvían en aromas. Cerró el libro y, transformando su voz en un susurro, murmuraba en mis oídos
    «jazminum» , mientras deshacía mi trenza; «rosa» respirando las esencias de mi cuello;»eucalyptus» y con lentitud iba empapando sus manos con los aceites de mi vientre.
    Desprevenida de este ataque, y sin reconocer qué fuerza extraña debilitaba mis músculos, me entregué sumisa a la lección de topografía que esta vez habría de tomarse sobre mi lecho.
    Esta noche, en la penumbra, mi esclavo dibuja con sus dedos un nuevo imperio sobre mi espalda. Con sus labios marca las regiones más débiles y atraviesa fronteras, antes infranqueables. Así, rendida al enemigo, dejo que memorice cada montaña, valle y colina que se esculpe en el mapa de mi piel para que pueda recorrerlo más adelante, en la más absoluta oscuridad. En mi fragilidad, su sabiduría me hace poderosa, y me muestra los caminos subterráneos, inexplorados, que aún no conocía. Ya no me reconozco más que en el brillo de sus ojos.
    Yo, Alethia de Hypatía, he yacido con un esclavo.
    Por vez primera, desde que se inició la guerra, he dudado del objeto de nuestra lucha.

  18. El sueño

    Despega los párpados. “¿Carlos?”. Silencio. En la superficie del agua de la bañera, el jabón y las sales han dibujado un mapa: el hogar de Deirdre, Niamh y Gwynedd. Y de Aisling, no hay duda, entre los muslos de Ana despunta la isla de Man. Fueron felices aquí sin otra ocupación que la captura del momento ¡y atraparon tantos! Ana toma el fragante bote de sales que le llegó ayer de Douglas —lo mandó una amiga de Aisling, al parecer cumpliendo con una de sus últimas voluntades—, toma el frasco, como decimos, con una sola mano, le resbala y lo pierde bajo el agua. Y recuerda Ana que el frio día en que se separaron, Aisling le juró que volverían a amarse. De pronto, el oleaje del mar de Irlanda, hasta entonces meciéndose como un viento travieso sobre una anémona, se encrespa como si fuera a aparecer una nueva isla, como si estuvieran inyectando gas en su fondo marino, y con un sonoro «flop» emerge de los mismísimos dominios de Manannán el frasco de sales. En la etiqueta se lee “Contiene cenizas de Aisling, el sueño de Ana”.

  19. RESPUESTA

    Fue invitada por su amiga y la escucho con total atención, sus pesares y malos augurios, llenaron su alma de compasión y empatía, meditó la forma de consuelo y expuso cuantas reflexiones se le ocurrieron.

    Geo, guardaba silencio, quería creerla, necesitaba que fuera cierto lo que oía pues la pesadumbre se hacía cada vez más intensa.

    La Ásynjur Frigg tuvo una idea, el único inconveniente es que tenía que realizarla ella misma, de esa forma tal vez su poder en la videncia aportaría más datos concluyentes.

    Por favor Geo, ¿me das el don de sentir la tierra durante un breve espacio de tiempo?, confía en mí.

    No tardó en contestar…

    Frigg se impregnó, llego hasta lo más profundo y en lo más recóndito, le fue revelado.

    Geo observaba y sin palabras viendo su rostro, supo leer en los sonidos del silencio que ella le transmitía.

    Ambas se calmaron, solo quedaba esperar.

  20. Los motivos de Humbert Humbert

    He sido explorador de muchos volcanes, con una pasión ciega que me empujaba a buscar sin descanso esas bocas ardientes y nunca eran bastante abrasadoras. He invertido muchos años en esa pesquisa incesante. Confiaba que asomándome a sus olas voraces desharía el frio que habitaba en mi interior. Ahora cuando la derrota y el cansancio han varado mi cuerpo descubro entristecido que esa no era la manera. Es ella, inocente y procaz a la vez, la que tan solo con su presencia hace que mi sangre vibre con violencia, que note cada uno de los nervios de los que estoy hecho y desee consumirme en el fuego que adivino palpitando en cada poro de su piel. Lolita es un nombre muy pequeño para contener tanto ardor, pero lo bastante grande para acoger todos los anhelos de los anodinos y babeantes exploradores que como yo siempre aspiran al placer.

  21. Y todos y todas pensaron al verte húmeda, desnuda, mapeada en entrar y salir de tus golfos y de tus meandros. En perderse en la geografía eterna de tus curvas. En poseer el horizonte infinito de tus orgasmos. Y yo solo podía pensar al verte tan húmeda y desnuda y diluida en que me sacaras la cabeza de debajo del agua que mi deseo era menor que mis ganas de respirar.

  22. Cuantos años ya

    Una molesta gestión obligatoria me llevó a tu despacho de caoba. Apenas un beso sin tocarnos y una sonrisa forzada. Mientras inclinabas tu cabeza ya calva para estampar tu firma de oro, desvié la mirada hacia las paredes oscuras llenas de títulos, grabados y pinturas. Y en un rincón, allí estaba yo, desnuda, pintada en aquel mapamundi que nos regalaron porque ya no tenías lienzos ni casi dinero para pinceles, ¿lo recuerdas? Yo me bañaba en una especie de tina oxidada que había en tu estudio, por el calor insoportable de aquel verano, esperando que acabaras de estudiar preparando tus oposiciones y a la vez tu exposición (¡este chico renacentista! me decía yo admirándote tanto) No sabía que era a mí a quién pintabas. Cuando lo ví, quise matarte, pero las risas y los besos y el enorme desastre que armamos con toda el agua por el suelo, me hizo perdonarte. Ahora el mapamundi está rodeado de un paspartú negro y un marco dorado.
    ¿Ya está? Gracias, paso a pagar a dónde las secretarias…

  23. «Emerge Albión, entre espuma y caracolas, de las frías aguas del Mar del Norte». La cálida caricia del agua sobre mi piel y la bruma provocada por el vaho, relajan mis párpados hasta dejarme llevar. El pasado, siempre al acecho, aprovecha cualquier resquicio y regresa a mi memoria. Hace ya tanto tiempo y sin embargo el recuerdo de aquel viaje permanece enganchado a mi como aquella densa niebla de la que no pudimos librarnos en ningún momento. Londres se nos metió en los huesos; era lo que buscábamos para ambientar las ilustraciones y para escribir el guión, de lo que sería nuestro siguiente trabajo en común, pero acostumbrados al sol de nuestra tierra, se hacía duro ese masticar de nubes constante. Después de un minucioso proceso de preparación, todo salió mal y aquel farsante se creyó la auténtica reencarnación de Jack el destripador. Lo que empezó como un perfecto trabajo de documentación para nuestro próximo comic, acabó con aquel demente y su carro en el fondo del Támesis. No hubo elección, era él o yo. Y Jaime conduciendo por la izquierda con aquella niebla. Pusimos pies en polvorosa en cuanto nos deshicimos del cadáver. Maldito gilipollas, contestó a uno de nuestros correos asegurando que era descendiente directo del famoso asesino en serie y no resultó ser más que un burdo imitador suyo. Un vuelo low cost, pillado con el móvil en el mismo Heathrow y vuelta a casa. Jaime no pudo soportar la presión. Sus dibujos cada día se volvían más sórdidos hasta que encerrándo en sí mismo un buen día dejó volar su cuerpo desde el puente 25 de abril. Qué flema el tío, dejó el coche allí en medio aparcado y tras escalar la barrera de protección puso fin a sus remordimientos. Lo sentí, aunque lo nuestro había acabado hacía ya tiempo y ahora solo manteníamos una relación profesional, se puede decir que le quería. Solíamos ir a menudo a Lisboa, La Alfama, Chiado, La Baixa,… son barrios que nos inspiraban de una manera especial. Además es una ciudad de ensueño y en la que casi siempre teníamos una recaída en nuestra relación sexual. Le gustaba tanto que al final se quedó en ella para siempre. A mí todo este asunto me ha proporcionado un torrente de estupendo material para escribir, tengo más y mejores ideas que nunca y he publicado una novela de gran éxito editorial, pero reconozco que desde entonces tengo miedo, que tiemblo cada vez que suena el teléfono y que cuando llaman a mi puerta pienso que la policía se presenta en mi casa con una orden de extradición. Pero mi peor momento es cuando Morfeo vence mi vigilia y vuelvo a sentir de nuevo los enormes dedos de aquel tarado apretando mi garganta y su sangre corriendo por mis manos; imágenes que se enganchan en un perpetuo bucle del que no soy capaz de salir. Pero hoy por fin he decidido escapar también, como hizo Jaime, y mientras mis ojos acaban de cerrarse definitivamente, contemplo dos arroyos de sangre que manan de mis muñecas y desembocan en el turbio mar de mi bañera. «Emerge Albiol y se tiñe de rojo el negro futuro de los poetas».

    http://lalevitadellagarto.blogspot.com.es/

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