Viernes creativo: escribe una historia

Hoy os lo pongo fácil con esta fotografía de Alejandro Solis.

Alejandro Solis

Alejandro Solis

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9 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. ¡Maldita puerta! Tenías que estar cerrada, precisamente ahora, cuando necesito escapar de su sombra, de su dominio aplastante, que me sojuzga y humilla. También tú te has aliado con él. Todos sois sus cómplices: los muebles, la vajilla, los maceteros.Sí, no me mires así. Habéis callado cuando yo gritaba, no os habéis inmutado ante mi dolor. Yo, absurdamente, tenía la esperanza de que tú, puerta diseñada por él, con su parte acristalada para poder vigilar mejor mis movimientos, te abrirías cuando corrí a esconderme de sus garras. Otra vez sufrí el desengaño. La última.

  2. INVIABILIDAD DE POSIBILIDADES

    Hay puertas infranqueables. Puertas que han quedado atrás en nuestros caminos y a las que ya no podemos llamar. Sueño con una puerta así cada noche. Mis puños golpean con tanta fuerza que los nudillos comienzan a sangrar. Estoy sola. Llamando a una puerta cerrada, en un tiempo que ya no existe, mientras mi yo actual me mira y exclama, compasivo: «Nunca más».

    MVF ©

  3. EL RITUAL

    Ella siempre llega justo cuando acabo de cerrar, no falla. Así llevamos 20 años. Nada más colgar el cartel de “Closed” surgen sus manos, que se pegan en el vidrio de la puerta como si llevasen un par de ventosas. Y entonces escucho las palabras de siempre: ¡¡No he podido llegar antes!! Ya cierre a en punto o a menos cuarto, su figura suplicante aparece en el segundo exacto en el que doy la segunda vuelta de llave. Para mí sería muy fácil dejarla entrar, pero no se trata de eso. Después de tantos años, necesito ver cada día su silueta desesperada tras el cristal. Y sería inútil abrirla: los dos sabemos de sobra que no tiene ninguna intención de pasar.

  4. Viajes en el tiempo

    Hace unos días regresé al que había sido el hogar de mi infancia. Merodeé por los alrededores estudiando el edificio. El chaflán, las ventanas de los vecinos. La tienda de al lado. Todo seguía estando ahí, pero nada parecía ser cómo era.

    La tienda de ropa de la señora Lourdes donde me escondía; ahora era un pequeño café. La fachada del edificio había cambiado de color, dejando atrás el color ladrillo, convirtiéndose en un moderno edificio de pisos de color amarillo. En las ventanas colgaban macetas llenas de flores de muchos colores que te hacían pensar: que dentro de las casas vivía gente feliz. Gente preocupada por las flores, por la belleza, por los colores.

    Aprovechando un ligero despiste del portero, me colé en el edificio. Subí hasta el quinto, despacio, peldaño a peldaño, volviendo a ser un niño. Llegué hasta la puerta; cerré los ojos y la vi. Estaba en la puerta, llevaba el delantal lleno de manchas de harina. Olía a galletas recién horneadas. Sonreía y me miraba cómo si pudiera leer mis pensamientos, con su mirada era capaz de darme calor. Las galletas servían para calmar los temblores. Amasaba, pasaba el rodillo, abría el horno, mientras rezaba para que todo pasara cuanto antes. Él se iba; y ella y yo disfrutábamos de la tarde, comíamos galletas y planeábamos viajes; llenos de ilusión.

    No escuché la puerta, solo oí una respiración. Abrí los ojos y una mujer me miraba con extrañeza.
    —¿Qué desea?
    Regresé a la realidad donde ella no existe y azorado respondí: que se trataba de un error.
    —Disculpe, me he equivocado de piso.
    La mujer cerró sin darse cuenta de que, por el rabillo del ojo, había visto la puerta de la cocina, blanca, con cristales, donde una vez mi madre apoyó las manos para no caer, mientras la vida se le escapaba de la forma más cruel.

  5. Llaman a la puerta
    -¡Dani, Irina, Manolito! Rápido dejad los juguetes, nos vamos a esconder como otras veces – susurró en voz baja María de Noche.
    -¡Jo! –protestó Manolito con un mohín de disgusto, mientras guardaba en una caja su barco de playmobil.
    – A nosotros nos gustan las historias que nos cuenta Micaela – murmuró Dani esbozando una sonrisa picarona en su tez.
    -Chis –siseo María de Noche – ¡silencio! Micaela está mirando por la cristalera de la puerta -, mientras se veía la sombra de sus huesudos dedos proyectados sobre la pared del recibidor como si fuesen sombras chinescas.
    – ¡Mama! Queremos escuchar sus cuentos – protestaron de nuevo los niños.
    – ¡Bueno vale! Por esta vez le abro la puerta e intentaré soportar sus absurdas fábulas.
    – Pero mama, ¿a caso la vida real no es un cuento? – dijo Irina que era la más mayor de los tres hermanitos.
    j. mariano seral

  6. UN, DOS, TRES, AL ESCONDITE…

    Un, dos, tres, al escondite… siento su llave buscar la cerradura una y otra vez.
    Un, dos, tres, al escondite… escucho sus pasos, calzados en alcohol, tambalearse por el pasillo otra vez.
    Un, dos, tres, al escondite… no debo quedarme quieta, antes que las niñas, tengo que pagarla yo otra vez.
    Un, dos, tres, al escondite… no puedo abrir la última puerta y me atrapa de una vez.
    Un, dos, tres… golpes otra vez.
    Un… dos… tres… se acabó el sufrimiento de una vez.

  7. A CONTRA LUZ

    Cuando regresé a casa del trabajo encontré la casa a oscuras y en silencio.
    Me extrañó no encontrarte esperándome para cenar. Te llamé, sin obtener respuesta. Comencé a preocuparme. No era normal que a las nueve de la noche todavía no hubieses regresado sin antes avisarme.

    Entré con cautela por si te había ocurrido algo. Aquello me daba mala espina. Fui encendiendo las luces según iba avanzando. No vi nada raro.

    De repente, se encendió la luz del baño y reconocí tus manos apoyadas sobre los cristales de la puerta, suplicantes. Muerto de miedo me abalancé para ayudarte hasta que vi cómo te contoneabas, a contra luz, mientras sonaba Joe Cocker con su canción de “Nueve Semanas y Media”.

  8. CONSECUENCIAS DE UNA GUERRA

    Ya bien entrada la madrugada se escuchó un fuerte estruendo que despertó a las niñas que dormían juntas en la misma habitación. Tal y como sus padres les habían aconsejado se apresuraron a salir del cuarto y dirigirse a la habitación secreta del sótano donde debían permanecer hasta que cesaran los bombardeos.
    Al salir del dormitorio contemplaron aterrorizadas la silueta de las manos de su madre detrás del cristal de la puerta de la cocina tratando de empujarla y como alguien se lo impedía.

    —¡No intentes escapar o asesinamos al traidor de tu marido! —se oyó una voz ronca y tenebrosa que espantó a las niñas de inmediato.

    Ellas bajaron apresuradamente las escaleras del sótano a la vez que escuchaban un disparo y luego los sollozos angustiados de su madre.
    Acompañadas de una linterna se introdujeron en aquel pequeño cubículo oculto detrás de una vieja chimenea.
    Pronto escucharon las pisadas de aquel grupo de soldados que se hallaban dentro del sótano junto con las súplicas de su madre amenazada de muerte si no les mostraba donde se ocultaban sus hijas.
    Otra bomba estalló en ese instante que destruyó el edificio donde se hallaban dejando esparcidos por lo que quedaba del sótano los cadáveres calcinados de los militares y el de la madre de las niñas, quienes milagrosamente salieron ilesas de su refugio secreto.

¿Qué opinas?