Viernes creativo: escribe una historia

Cuántas historias tiene esta foto de María Pascual, hecha en Shanghái (la foto, no María). ¿Nos quieres contar la tuya?

María pascual - abuelos felices

María Pascual

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9 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. Pensamientos chinos

    «No sé qué pretenden este par de viejos verdes. No hacen más que babear cada vez que pasa una jovencita por delante. Mira sus sonrisas imbéciles… ¡Qué asco! Si fuesen a cuidar a sus nietos y hacer, de ese modo, algo útil por la sociedad…, pero nada, los vejetes ahí siguen, con sus bajos instintos, silbando a las chicas como si fuesen unos adonis conquistadores.»

    Bao yTian observan a la vieja decrépita que tienen a su lado. La conocen de vista y siempre ofrece esa cara agria que tanta gracia les produce. No saben qué piensa de ellos, pero están seguros de que nada bueno es. Y no comprenden el por qué. Quizás sea una solterona amargada, que no sabe apreciar la belleza de las cosas y de las personas, creen ambos. Sin embargo, no dejarán de sentarse a su lado. Esa ofuscación de su rostro les resulta cómica. Y no hay que dejar pasar los buenos momentos, como diría Confucio (¿o no fue él quien lo dijo? En fin, eso no importa).

  2. Sufridas

    Me siento en el banco a descansar. A desconectar un rato la cabeza. Que si la lista de la compra, la cita con el médico. La comida del domingo con mis hijos y sus familias. La jubilación de Xiao. La subida de la factura de la luz, la depresión de mi hermana, la mudanza de mi vecina…

    Me siento en este banco a disfrutar del silencio. A escuchar el canto alegre de los pájaros. Las risas de los niños.
    Y me tiene que tocar esta pareja de tarados al lado, empeñados en hablarme y sacarme una sonrisa.
    “Señora, está muy seria”, me dice el impertinente. Para mí que están borrachos.
    “Sonría, señora, que la vida son dos días”. Serán cretinos.
    “Está usted muy bonita para su edad” me dice el otro. “Para mi edad”
    Me giro y los mando para el carajo. No soporto a esa gente tan contenta por la vida. Ya me gustaría a mí verles en mi lugar. Sufriendo como sufro con todas las tareas que tengo yo encima.

    —Déjala, Xui. Vamos que llegamos tarde a la sesión de quimio. Creo que hoy te darán un zumo de esos tan ricos. Vamos, deja a la señora, que no tiene ganas de hablar…

  3. La China que fue
    Como si nada la anciana prestaba atención a lo que comentaban los dos viejos carcamales sentados a su lado.
    La pagan para eso, para escuchar las conversaciones de los demás, no sea que todavía existan disidentes del régimen.
    Aparentemente estos dos no parecen peligrosos, solo se cuentan chistes verdes.

  4. La señora Gao no se decide. Su primer marido, Zhao Cheng, es laborioso y amable, pero poco romántico. Por otro lado, su segundo marido, Guo Wong, es un portento en la cama, pero perezoso y, en ocasiones, brusco. Se mantuvo fiel a Zhao hasta que éste se marchó a la guerra y fue dado por muerto. Entonces se casó con Guo. Cuando Zhao regresó, reunió a sus dos esposos y les dijo que se quedaría con uno de ellos. Setenta años después todavía no ha elegido a ninguno.

  5. José Mariano Seral Escario
    Añoranza
    -¡No te rías! ¡Disimula! ¡Al fondo del parque junto al magnolio viene Ernesto, el español!, ¡Pero no te rías hombre! – Espeta Jan.
    – ¡No puedo evitarlo! – contesta Chao mientras aprieta los labios intentado ahogar su sonrisa.
    – ¡Todavía nos da tiempo a escondernos!, ¡no nos ha visto aún!
    – ¡No!, ¡no seas crío! Ya sabes que yo tengo artritis y camino lento como una tortuga de las Islas Galápagos, además a mi me gusta escuchar sus historias, piensa que la cultura española es muy diferente a la nuestra.
    – Sí, todavía me acuerdo del relato que nos contó ayer -Jan engola su voz e imita a Ernesto con acento Chino – : En mi tierra por San Blas la cigüeña verás, aunque ahora hace años que ya no emigra. Y por San José vuelven las golondrinas, echo de menos estar en el viejo caserón de mi pueblo y escuchar en el corral en los cubiertos bajo sus nidos de barro su alegre trinar.

    j. mariano seral

  6. EL OCASO DEL SOL NACIENTE

    En la mañana de este domingo de principios de agosto, la estación central de Osaka es un hervidero de gente. En los bancos que hay frente a los andenes el personal espera la salida de sus trenes. En uno de ellos están sentados Takeshi y Kazuma. Los ancianos no paran de realizar comentarios soeces. Tal vez, el aburrimiento de la vida les hace comportarse como unos adolescentes. En el banco contiguo, la señora Mizuki aguanta estoica aquel bullicio juvenil. Solo piensa que, ojalá algo cayese sobre este par de viejos verdes que los silenciase para siempre.
    Al fin se van. Takeshi regresa a Hiroshima, mañana lunes 6 tiene consulta con el médico. Kazuma viaja a Nagasaki, el jueves 9 es el cumpleaños de su nieto.

  7. MEI

    Desde que Mei nació, la vida no se lo puso nada fácil. Fue abandonada por sus padres a las puertas del orfanato. No tuvieron elección. Necesitaban un varón que trabajase y heredase sus tierras.

    Permaneció hacinada junto a otras niñas como ella, en aquel lugar sucio e inhumano. Nunca recibió una caricia, ni un abrazo.

    Lo que marcó su destino como una maldición, después se tornó en una ventaja. Ahora hay demasiados hombres y pocas mujeres. Ha sobrevivido a dos maridos y no le faltan pretendientes.

    Mientras que se hace la interesante, ya le ha echado el ojo a su tercer marido.

  8. MEI

    Desde que Mei nació, la vida no se lo puso nada fácil. Fue abandonada por sus padres a las puertas del orfanato. No tuvieron elección. Necesitaban un varón que trabajase y heredase sus tierras.

    Permaneció hacinada junto a otras niñas como ella, en aquel lugar sucio e inhumano. Nunca recibió una caricia, ni un abrazo.

    Lo que marcó su destino como una maldición, después se tornó en una ventaja. Ahora hay demasiados hombres y pocas mujeres. Ha sobrevivido a dos maridos y no le faltan pretendientes.

    Mientras que se hace la interesante, ya le ha echado el ojo al tercero. No tardará en caer.

    NOTA: Lo vuelvo a publicar. He hecho una modificación. Gracias.

  9. Necesidades básicas
    Ju está forjada a puñados de arroz y golpes de látigo. Ju ha sido esclava de su tiempo y de los hombres. Ahora no. Ahora es ella la que elige. Tiene en la espalda cicatrices y la dureza del yunque clavada en la mirada. Ju lleva el pelo corto y suelto sin teñir, a la europea. Pantalones de chándal y un abrigo oscuro con bolsillos, en los que guarda las ganas de vivir que aún le quedan. Ju ha tenido amantes de todos los pelajes, casi todos a la fuerza, el resto por dinero o por comida. Si le abordan en el parque o en la plaza, no flaquea. Les aguanta el pulso y deja que le lleven la bolsa de la compra, que la acompañen a casa o hasta el parque, como si fueran su guardia personal. Después con gestos airados les despide y se retira a descansar. Algunos esperan como gatos hambrientos, aunque llueva, aunque la noche les sorprenda; porque saben que, tarde o temprano, a Ju le picará la espalda y allí estarán para rascársela.

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