Viernes creativo: escribe una historia

En esta ocasión, vamos a hablar de luces y sombras, de perspectivas. A partir de esta foto de Manuel Moraleda, ¿qué historias se os ocurren?

Manuel_Moraleda

Manuel Moraleda

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11 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. La impertinente
    Estoy harta de su proximidad asfixiante, de su gesto burlón y deforme, de su dependencia anuladora. He intentado de mil formas posibles despegarla de mí, pero no hallo el invento humano capaz de distanciar su influjo tan dañino.
    Cuando era pequeña, me divertía jugar a intentar pisarla. Pero, ahora, cuando los años pesan, dejando su lastre, odio verme reflejada en ella.
    No me resigno. Lucharé hasta mi final por deshacerme de ese engendro que me persigue, día y noche. Y cuando salga triunfadora, cuando se despeje mi aura, volveré a nacer, lejos de la impertinente presencia de esta sombra acusadora, que me recuerda que soy vulnerable y efímera.

  2. La verdad es un lugar oscuro

    Dicen que las sombras no duermen, que nacen con la luz, se estiran y menguan, que se quedan pegadas a otras sombras y se cogen de la mano, con miedo a los golpes repentinos de oscuridad. Una vez que una sombra desaparece, muere para nacer otra al salir de cualquier callejón oscuro. También dicen que las sombras pueden ser naturales y artificiales. Que hay que tener cuidado con las de después del atardecer, que son más oscuras que la noche y te pueden llevar con ellas. Y que da miedo, mucho miedo, cuando un día te despiertas sombra

  3. Luces y sombras

    Alargadas, chatas, frías, siempre pegadas a ti, las sombras, esas compañeras tristes y silenciosas que nunca dejan espacio, rastro, ni palabra. A medio día intentan fundirse contigo en un intento vano por evitar su muerte, creen que van a morir, no es cierto, pero no lo saben. Adoran la luna llena, plena, esa luna que les permite ser. La oscuridad más absoluta es su mayor terror, se mantienen pegadas a ti, invisibles, expectantes para surgir de cualquier rincón, aprovechando la más mínima luz. Ser tu sombra puede parecer insignificante, pero para ellas es todo. Su existencia depende de la tuya, sin ti solo serían parte de la nada. Pero ¿Qué serías tú sin ellas? ¿Te lo has preguntado?

  4. Errantes

    Cuando llegó el hambre y la miseria tuvieron que irse del pueblo, querían llegar a la «tierra prometida», donde los hombres crecían por encima de los árboles y podían acallar el rugido de sus tripas arrancando los frutos, que la generosa naturaleza les ponía al alcance de las manos.
    Padre sujetaba a madre del brazo y esta a su vez sostenía una bolsa vacía del supermercado, tan hueca como la esperanza, que poco a poco, se fue extinguiendo bajo el peso de la duda que sostenían sus hombros, a medida que el cansancio mermaba sus fuerzas y un futuro incierto se cernía entre las estrechas sombras que proyectaban a su paso.

    Mi aparición debió turbarles, al cruzarme de frente y sin quererlo, en mi viaje solitario de otro mundo. Había pasado tanto tiempo, desde aquella gélida noche, en la que perdí el control del vehículo, sumergiéndome con él en la profundidad de las aguas del pantano, cuando mis ojos se cerraron y tuvisteis, un plato menos, que poner en la mesa, que al vislumbrar de lejos mi perfil tan afilado con la mirada ausente, os quedasteis mudos de asombro, con las suelas de los zapatos imantadas al suelo, incapaces de recuperar el aliento, tan inamovibles como estatuas de granito…Y yo, en distinto plano de la realidad, os contemplé formando parte del sueño o de mi mejor pesadilla. Entonces me aproximé a vosotros para daros aquel beso en la mejilla que os debía y acabar con el deseo, que aún vagaba en mis delirios, porque al fin podía iniciar mi camino de vuelta a casa.

  5. Juego de niños
    Melina toma asiento en el banco situado bajo el aromático magnolio de su jardín. Mira los pliegues de sus manos octogenarias, al mismo tiempo que estira los brazos, los dedos, luego levanta la pierna derecha, después la izquierda, lo repite una y otra vez así hasta diez, es la gimnasia que le ha recomendado su doctor. Al estirar las manos y los pies, quedan momentáneamente iluminadas por el sol, proyectando sobre el suelo adoquinado graciosas formas como si fuesen sombras chinescas. Melina sonríe al recordar que de niña jugaba con su hermano Israel a ver quien pisaba más veces la sombra del otro, y corrían por el césped para refugiarse bajo la inmunidad que les daba la sombra del magnolio.
    j. mariano seral

  6. ECLIPSE DE SOMBRA

    Detrás de ella deslumbro a quienes pasan a su lado, obstaculizo toda mirada, creo un ángulo oscuro, solapo sus colores, distorsiono la geografía de sus cuerpos, absorbo la uniformidad gris de su tiempo.

    Detrás de ella una eternidad duerme a la espalda de la vida.

    Y yo, ensombrezco su huella en el primer albor que despierta el silencio, la carcoma, la vigía desterrada de nostalgia.

    El mármol descubre sus huellas y habita en la balanza de su anatomía.

  7. EL TAMAÑO SÍ QUE IMPORTA

    Desde pequeño, me ha gustado presumir de su tamaño. Recuerdo que, a la hora del recreo, mis amigos y yo comparábamos quién la tenía más grande. Siempre ganaba yo. Esta obsesión nunca me abandonó. En mi juventud, con mis primeras novias, me deleitaba mostrándosela en todo su esplendor. ¡Alucinaban! Se quedaban boquiabiertas.
    Hoy en día, sigo igual de ofuscado con el asunto. Aunque con la edad, ha disminuido algo su longitud, pero me he puesto un mecanismo para aumentar su extensión cuando camino por la calle. Así, mantengo mi autoestima muy alta. No me hace gracia que nadie le haga sombra a la mía. Por ello, siempre me deprimo los días que no sale el sol.

  8. CONTIGO

    Desde que me ofreciste tu brazo para andar enlazados, desapareció mi miedo. Se tranquilizaron y dejaron de temblar mis piernas dispuestas a acompañarte. Me bastó con mirarte a los ojos para recuperar el aliento y volver a suspirar. “No tienes nada que temer”, me susurraste. Siguiendo tus latidos encontré el camino. En tus labios, recordé el sabor del mar cuando se espuma. Fuimos uno, desde el momento que tomé la decisión de darme la vuelta y aferrarme a ti.

    Atrás quedó la inmensidad que me ofrecía la luz blanca y cegadora. Dejé de ser sombra para ser destello a tu lado.

  9. Sale por las mañanas muy temprano, al amanecer, y pasea con el sol a la espalda. Contempla su larga sombra y, durante unos instantes, se siente un hombre normal.

  10. Anhelos…

    Dos almas abrazadas caminaban, lentamente, junto a él.
    Pudo sentir el calor del amor capturado en aquel instante.
    Pudo ver el paso del tiempo reflejado en aquellas figuras.

    Toda una vida de luz proyectada en el gris del camino.

    Observó su propia sombra.
    Imaginó su futuro.
    Y continuó, despacio, dibujando una sonrisa…

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