Viernes creativos: bombitas de amor

Buenos días,

Hoy os traigo una imagen de la artista Ann Lewis , se llama «To Teheran with love» y me ha parecido una pasada. ¿Os imagináis que, en lugar de hacernos la guerra con bombas, ciberataques, «virus raros», nos hiciéramos la guerra con corazones y bombas de puro amor? Pues aquí os traigo un ejemplo. A ver si os inspira un ataque bélico, un «te voy a matar de amor» o un relato pasional de los de «te amo tanto que te odio».

El próximo viernes será el último viernes antes de las vacaciones de verano. Espero haberos entretenido y haberos traído propuestas atractivas que os hayan ayudado a llevar mejor el confinamiento y esta época tan rara y como de ciencia ficción que estamos atravesando y os deseo un feliz descanso y recarga de pilas de energía y buen rollo.

Aquí os espero, a ver qué me contáis. Un abrazo.

2 pensamientos en “Viernes creativos: bombitas de amor

  1. Daños colaterales

    Fatiha soñaba con que regresara un día en el que su vida no estuviera rodeada de guerra. No pudieron salir a tiempo de Alepo. No por falta de empeño, sino porque su familia estuvo esperando que su hijo menor se restableciera de una herida de metralla. Los meses habían pasado, y el constante sonido de helicópteros, drones avistados en el cielo, cazas lejanos y ruido de bombas era ya su día a día. El colegio quedaba atrás. La mayoría de amigas estaban en campos de concentración griegos o turcos, si bien algunas habían llegado a Alemania, y hasta una de ellas se había instalado en Noruega.
    Esa noche durmió mal, tal vez por la cena, cada vez más parca e indigesta. Su hermano chico, ya totalmente recuperado, dormía con ella. Algo sonámbulo solía llorar o pelearse en sueños, y más de una vez la despertaba, pero en esa ocasión cantaba, dormido, la bellísima canción de cuna que su madre usara para Tranquilizarles. Sonriendo, se durmió, abrazada al pequeño Mustafá. Soñó que los helicópteros en vez de bombas dejaban caer corazones, besos, abrazos, pan caliente y muñecas. El estruendo de una bomba teledirigida hizo temblar las paredes que aún quedaban en pie.
    Bajo los cascotes, una niña abrazada a su hermano, sonreía. Un fallo en la calibración había confundido las coordenadas. Fatiha y Mustafá engrosarían las listas de los daños colaterales.

  2. –Hemos detenido a un saboteador, señor.
    –¿En serio? ¿Quién?
    –Uno de los pilotos de bombardero.
    –¿Qué hizo? ¿Se negó a arrojar poemas?
    –No, señor. Algo peor. Entre los poemas que debía arrojar introdujo algunos de Charles Bukowski, de Nicanor Parra, de Pär Lagerkvist.
    –¡Imperdonable! Deberíamos fusilarle.
    –¿Es una orden, señor?
    –No, no. Por ser la primera vez seremos benévolos. Que lo encierren y lo pongan a copiar los poemas completos de Emily Dickinson.

¿Qué opinas?