Viernes creativos: confinados

Buenos días,

Os cuento que: ¡hemos caído!. Mi hija de 5 años ha dado positivo en COVID, así que nos tocan 7 días de aislamiento en casa.

Hoy os traigo una imagen de Maggie Taylor que es una artista norteamericana que borda el surrealismo y como todo lo que pasa últimamente es surrealista, os traigo la imagen que me representa. Espero que os guste, si no, googlear su nombre y elegid la que os apetezca, tiene verdaderas maravillas.

Feliz fin de semana.

Maggie Taylor Tutt’Art@

3 pensamientos en “Viernes creativos: confinados

  1. Desde el fondo.
    Las llamo y no se detienen, ni siquiera aminoran su paso. Mecida con suavidad, invento una corriente que me acaricie.
    Ellas, mientras, se alejan indiferentes. Envidio su libertad. El fondo del lago es un lugar oscuro y frío. Los peces se aproximan, con sus ojos acuosos llenos de perplejidad.
    Temen a Sombra, al menor indicio de su presencia huyen llevándose con ellos el pavor.
    Sombra se muestra diferente, resulta descarado e inteligente. Al verme se acerca. No se han borrado aún los restos del cielo de mis ojos, él sabe leer en ellos y conoce los deseos.
    Aferrada a una burbuja de ilusión asciendo a su lado. Las nubes, ahora se detienen y regresan curiosas, giran y revolotean a nuestro alrededor.
    Un horizonte de sueños nos envuelve.

  2. Con la cabeza en las nubes…

    Solía ir todos los martes a instalarse en su lugar favorito. Siempre la misma banca, en el mismo parque, a unos pasos de su hogar.

    Si su sitio estaba ocupado, tenía un plan. El tercer árbol, a la izquierda de su banca preferida. Allí, se sentada en el pasto con una bolsa llena de migas de pan desmenuzadas con esmero milimétrico.

    Le gustaban los martes porque disfrutaba de un agradable rato observando pájaros, paseadores de perros y familias con niños que pese a sus gritos no lograban sacarla de sus pensamientos.

    No faltaba el perro amigo que se acercaba a “olisquear” qué traía entre manos. Ella, que siempre se llevó mejor con animales que humanos, solía apartar un trozo de pan para todo can, que quisiera acompañarla un rato en su viaje.

    Sus familias humanas, no veían con buenos ojos que ella convidara pan a un perro de marca que sólo comía alimento premium.

    Pero después de tantos años, estaba acostumbrada a las miradas de soslayo y a los cuchicheos a su alrededor. Vivía sola en un vecindario donde el rechazo y la desaprobación la perseguían a donde fuera, especialmente cuando volvía a casa.

  3. Con la cabeza en las nubes…

    Solía ir todos los martes a instalarse en su lugar favorito. Siempre la misma banca, en el mismo parque, a unos pasos de su hogar.

    Si su sitio estaba ocupado, tenía un plan. El tercer árbol, a la izquierda de su banca preferida. Allí, se sentada en el pasto con una bolsa llena de migas de pan desmenuzadas con esmero milimétrico.

    Le gustaban los martes porque disfrutaba de un agradable rato observando pájaros, paseadores de perros y familias con niños que pese a sus gritos no lograban sacarla de sus pensamientos.

    No faltaba el perro amigo que se acercaba a “olisquear” qué traía entre manos. Ella, que siempre se llevó mejor con animales que humanos, solía apartar un trozo de pan para todo can, que quisiera acompañarla un rato en su viaje.

    Sus familias humanas, no veían con buenos ojos que ella convidara pan a un perro de marca que sólo comía alimento premium.

    Pero después de tantos años, estaba acostumbrada a las miradas de soslayo y a los cuchicheos a su alrededor. Vivía sola en un vecindario donde el rechazo y la desaprobación la perseguían a donde fuera, especialmente cuando volvía a casa.

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