Viernes creativo: escribe una historia

¿Escribes una historia para esta foto de JeeYoung Lee? Esta fotógrafa surcoreana se ha especializado en plasmar mundos oníricos sin recurrir a ningún tipo de efecto digital.

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54 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. Penélope

    Durante el día lava su ropa, la tiende y deja que el aroma de las flores la llene de vida. Por las noches la mete toda en la cama, se restriega con ella, la humedece, gime, llora. Y así hasta que él vuelva a buscarla, en su barco de papel.

  2. Extinción

    Macarena no tenía salvación, ni la quería. Por mucho que Jorge se empeñara en subirla a su arca, por mucho que quisiera conservar la especie en el útero de Macarena, ella se negaba. Prefería extinguirse, deshacerse, explosionar en colores, llenar el mundo y que el mundo la llenara a ella. Quería ser un animal en peligro de extinción. ser el último en su especie. Y cuando llegase su hora, sentarse erguida, plena, ver ponerse el cielo de naranjas y que su cuerpo, cáscara ya vacía, se lo llevasen las olas.

  3. Florituras

    Perdí la cabeza hace mucho, hace poco, ya no recuerdo. Paseaba en blanco y negro por las callejuelas olvidadas del centro cuando un pañuelo, caído del cielo, me acarició la mejilla, el cuello y fue descendiendo por mi torso para adentrarse en mis pantalones. Con tan agradable sensación, no me percaté del jersey rojo, de la falda verde, de la blusa naranja, de las medias negras, los suspiros blancos, el arcoíris… que llovieron a mi alrededor, hasta que un tanguita rosa me cegó. Olía la prenda a jazmín, a espigo, a mora silvestre… y, sin exagerar, a deseo, lujuria, pasión, como verifiqué después. Embriagado, liberaron mis ojos una voz que reclamó mi atención. Y entonces la vi. A la mujer más bella del mundo, que desde su altar floreado y con su voz sensual, me solicitaba que le devolviese su intimidad. Y así lo hice tras ascender siete pisos. A cambio de mi esfuerzo, ella me invitó a té rojo, güisqui, a poesía, a examinarnos, a abrirme en canal y, ya sin cabezas, follamos tantas veces que acabamos haciendo el amor en cada rincón. Y así seguimos desde entonces, felizmente, huyendo de la realidad.

  4. AVISO IMPORTANTE
    El 14 de marzo, la puerta de acceso al patio interior permanecerá abierta desde las 10 de la mañana hasta las 20h del mismo día. Se ruega a todos los propietarios y inquilinos pasen a recoger lo que se les haya caído. Se recuerda que lo que no se recupere a tiempo será llevado al contenedor de los sueños imposibles, para su posterior incineración.

  5. NATURALEZAS ROTAS

    Llueve. Hoy, sólo afuera.
    Un otoño ansioso, o quizás uno rezagado, decora el suelo de hojas húmedas con esquirlas de baldosas explosivas. Se me humedecen los calambres del paraguas, el aire que respiro lento después de quitar las telarañas, los pies seguros y tranquilos, el presente intransferible.
    No hace falta nada más. Ni un barco para cargar la esperanza de sortear el naufragio insorteable, ni tus recuerdos sin orear colgados por doquier, ni la música que invento para revocar tu silencio. Te abandono por un rato, te arrojo a la deriva pero no muy lejos, para recogerte mañana.
    Hoy llueve. Sólo afuera.

  6. Lunes de marzo

    Naufrago todos los lunes en la isla de las negras madrugadas. En la oficina, las musarañas me susurran que plegando una hoja de papel, me convertiré en el capitán de los piratas. Pero mi jefe se empeña en ahorrar papel y no nos queda ni un folio: “¿Para qué te puse el ordenador?”. Supongo que para soñar sueños amarillos, sueños que huelen a tabaco de pipa, sueños con ventanas que se puedan abrir y tender asomado a ellas la ropa al sol. Tiendo a mi jefe de las orejas con un par de pinzas, pero incluso con la ventana cerrada lo sigo oyendo: “¡Envíame enseguida los resultados del último trimestre!”. Esa tonadilla se repite tontorronamente en mi cabeza y se convierte en la canción del verano. Sí, ese verano que guardo en el cajón de la izquierda, que aún huele a vacaciones. Y que al abrirlo, ya sale de él una brisa de primavera.

  7. Origami

    Sentado en el despacho tomó una hoja de papel y la dobló cuidadosamente por la mitad, marcó con la uña el doblez, giró el papel y volvió a doblarlo. En cada pliegue dibujó un sueño no cumplido, escribió el nombre de un antiguo amor o depositó las notas de aquella canción. Finalmente tiró con cuidado de los extremos y sonrió.
    A las cinco en punto apagó el ordenador y emprendió su viaje hacia Itaca. Lo había intentado antes, con un avión, pero le daba miedo volar.

  8. Un momento fugaz.

    Le gustaba imaginar. Pasaba horas muertas haciéndolo. Fantaseaba con un mundo lleno de color y de luz donde el pentagrama de sus canciones se elevara en espiral hacia el cielo; soñaba una casa colmada de alegría, diáfana y alegre, con su colada en el jardín. Imaginaba también un futuro lleno de emociones, repleto de viajes en un velero blanco de papel que se mecería suave al compás de la brisa surcando el lecho de hojas amarillas sobre el que navegaba…Tan ensimismada estaba que pasó la tarde ignorante de que la escena soñada se había convertido en realidad por unas horas justo a su espalda. No percibió el aroma a ropa limpia que inundaba el aire ni el sonido del agua del río sobre el que flotaba un precioso barco blanco de papel; pasó los minutos con los ojos cerrados, acariciando la dulce melodía de su flauta travesera.

  9. Afinado
    Desde el rincón más apartado de mi mundo, dejo escapar las notas de mi flauta travesera.
    Al estilo Hamelín, atraen todos lo pétalos y las hojas que encuentran en su camino.
    Mientras, los hilos de mis pensamientos, sostienen los momentos más íntimos que nos han llenado de felicidad. También los tristes.
    Cuando estén secos, los últimos, los enviaré en mi barca a navegar por Aqueronte.

    • Antes de que mi barquito de papel, fragil,como el cuello de un cisne desdoblare cuidadosamente las velas , el mastil ,el puente de proa,y en una playa vacia, mirare todos sus reves ,donde los piratas guardan los secretos ,mas hondos y los mapas con caminos y senderos que me llevan a ser la mas rica del mundo .En la cueva de los tesoros las hojas amarillas son princesas desencantadas.

      • Antes de que mi barquito de papel, fragil,como el cuello de un cisne desdoblare cuidadosamente las velas , el mastil ,el puente de proa,y en una playa vacia, mirare todos sus reves ,donde los piratas guardan los secretos ,mas hondos y los mapas con caminos y senderos que me llevan a ser la mas rica del mundo .En la cueva de los tesoros las hojas amarillas son princesas desencantadas.

        La autora de este comentario anónimo soy yo,que aun no me aclaro con el Movil. 🙂
        Candelaria2f@gmail.com

  10. Como llovida del cielo
    Cuando empieza a tocar, las ventanas se llenan de vecinos. Hechizados por la melodía, les resulta imposible separarse de ellas. En algunas casas las familias son tan numerosas, que llegan a establecer turnos para asomarse o para situarse en primera o segunda fila. Los tortolitos del segundo izquierda no pueden ocultar que son recién casados y contemplan, muy arrimados, como las notas musicales empiezan a volar de un lado a otro entretejiendo sueños. Los gemelos del ático, los más pequeños, asoman sus idénticas cabezas para seguir la melodía en busca de aventuras, surcando siete mares en un barco pirata. María y Juan se hacen hueco entre los suyos y, desde sus casas enfrentadas, solo saben mirarse a los ojos entre una lluvia de pétalos de rosas amarillas. Manuel, que ya no escucha bien, es el último en asomarse, arrastrando los pies vuelve al lado de su mujer, –Emilia, baja al patio que dice la niña que la ropa ya está seca.

  11. Sueño roto

    Laura era una de las beldades de su comunidad. Se puso de novia enseguida con un joven bien parecido, y al poco tiempo se casaron; fueron los primeros en su grupo de amigos en dar ese paso trascendental. Para ello tuvo que renunciar a ser concertista de flauta.
    Mientras tanto, las otras chicas fueron a la universidad, o desarrollaron sus artes, o simplemente se dedicaron a trabajar y a salir por ahí. Entonces, aún admiraban a Laura; la envidiaban en secreto, por haber conseguido tan pronto cumplir el sueño de casi toda mujer.
    Ahora, ya no la admiran ni la envidian. La ven sentada, tocando la flauta entre los calzoncillos y medias de hombre que cada día tiene que lavar, y se percatan de que el sueño de muchas mujeres es un barquito que las lleve lejos, muy lejos del tedio en que se convirtió lo que al principio parecía algo ideal.

  12. Sara vivía en el puerto. Todos la conocían y la saludaban dándole ánimos e, incluso, ofreciéndole esperanzas. Ella miraba al mar y, a ratos, le veía navegando por la línea del horizonte. Entonces, se apresuraba con la colada. No quería perder un solo segundo cuando él regresara.

  13. Nadie es imprescindible
    Se instaló una mañana del mes de abril, cuando fue a recoger un calcetín que le había caído. El vecino del primero, muy amablemente, la dejó pasar para recogerlo. Una vez allí decidió quedarse. Era como el útero materno, cálido, confortable, seguro, aislado del mundo. Se alimenta de la comida que los vecinos, tan caritativos, le lanzan desde las ventanas y bebe el agua de la lluvia que se cuela por el agujero del tejadillo del patio interior. Al principio, él la llamaba pidiéndole que volviera. Luego se asomaba a mirar, para ver si ella seguía allí. Últimamente ya ni eso.

  14. Xeres Aguirre

    Nadie es imprescindible
    Se instaló una mañana del mes de abril, cuando fue a recoger un calcetín que le había caído. El vecino del primero, muy amablemente, la dejó pasar para recogerlo. Una vez allí decidió quedarse. Era como el útero materno, cálido, confortable, seguro, aislado del mundo. Se alimenta de la comida que los vecinos, tan caritativos, le lanzan desde las ventanas y bebe el agua de la lluvia que se cuela por el agujero del tejadillo del patio interior. Al principio, él la llamaba pidiéndole que volviera. Luego se asomaba a mirar, para ver si ella seguía allí. Últimamente ya ni eso.

  15. Xeres Aguirre
    Nadie es imprescindible
    Se instaló una mañana del mes de abril, cuando fue a recoger un calcetín que le había caído. El vecino del primero, muy amablemente, la dejó pasar para recogerlo. Una vez allí decidió quedarse. Era como el útero materno, cálido, confortable, seguro, aislado del mundo. Se alimenta de la comida que los vecinos, tan caritativos, le lanzan desde las ventanas y bebe el agua de la lluvia que se cuela por el agujero del tejadillo del patio interior. Al principio, él la llamaba pidiéndole que volviera. Luego se asomaba a mirar, para ver si ella seguía allí. Últimamente ya ni eso.

  16. Mar de la mala suerte

    Lo nuestro quedó atorado en un mar de hojas muertas. De azul, solo mis bragas y un par de calcetines en un mundo blanquecino. Sin color. En vano intenté, arrinconada ante la proa de nuestro buque naufragado, sacar las notas de una triste melodía.

  17. ROPA CON TARAS

    Comenzó el otoño y todo se convirtió en un mar de hojas secas en donde los barcos atracaban, para proveer a las barriadas de la ropa con taras que desechaba la fábrica de lino, del otro lado del océano.
    Allí no sabían de modas ni ropa a juego, tan sólo conocían la música de la chica del puerto, la alegría y el color de la ropa tendida que decoraba calles y fachadas con falta de lustre y la luz celeste del cielo que los cobijaba.

    (Hacía ya tiempo que no dejaba unas letrillas en este espacio y como os echaba de menos, aquí estoy hoy de nuevo).

  18. Pétalos de papel.

    Sumergida en la cotidianidad de sus días en aquel barrio obrero y humilde, de ropa tendida de azules intensos y amarillos chillones, Carmen afronta la desventurada situación que el destino le brinda. Futuro incierto sin nada aparentemente sólido a lo que aferrarse, únicamente el recuerdo de otros tiempos de flores deshojadas y sus sueños de papel son los que le mantienen a flote y con los que navega por el mar de la incertidumbre. Sintiéndose capitana de su vida y sin miedo a naufragar se ve capaz de enfrentarse ella sola y sin miedo a todo lo que se le presente. Acompañada por la música y el ritmo de sus propios pasos. Ella no se rinde. Solo aguarda paciente su oportunidad.

  19. Reblogueó esto en La luna de Amhakiiry comentado:

    Pétalos de papel.

    Sumergida en la cotidianidad de sus días en aquel barrio obrero y humilde, de ropa tendida de azules intensos y amarillos chillones, Carmen afronta la desventurada situación que el destino le brinda. Futuro incierto sin nada aparentemente sólido a lo que aferrarse, únicamente el recuerdo de otros tiempos de flores deshojadas y sus sueños de papel son los que le mantienen a flote y con los que navega por el mar de la incertidumbre. Sintiéndose capitana de su vida y sin miedo a naufragar se ve capaz de enfrentarse ella sola y sin miedo a todo lo que se le presente. Acompañada por la música y el ritmo de sus propios pasos. Ella no se rinde. Solo aguarda paciente su oportunidad.

  20. Encantadora
    Se sienta a ensayar en el escalón de la trasera, que da al descampado donde tienden las mujeres. Hace un mes les cortaron el agua y sus pies churretosos, mal cubiertos por las chanclas de goma, tiemblan con los primeros fríos. El padre ronca una siesta de vino barato, la madre friega la loza en el dornillo, los hermanos chicos remueven los matojos con palitos buscando caracoles. El maestro le ha dicho que ella vale, pero tiene que practicar y practicar. El sonido de su flauta ya logra hacer bailar las prendas que cuelgan de las cuerdas y, en su danza, los tonos agrisados vuelven al blanco, al amarillo, al añil primitivo. Cuando interpreta el Otoño sin equivocarse, tiñe de oro las hojas embarradas que el viento les robó a los chopos. El día en que sus dedos consigan reproducir sin errores las melodías que suenan dentro de su cabeza pedirá al maestro que le escriba las partituras, hará con ellas un barco de papel, se subirá y, tocando alegre la música suya, se irá del barrio para no volver.

  21. El secreto de su tiempo libre
    Cuanto termina de colgar en las cuerdas del jardín la colada de la ropa familiar para que se oreen sus rígidas costuras, se sienta en una piedra, y le saca a su flauta travesera las más bellas melodías de un mundo de color y magia con las que libera el alma.
    Navegando en su flamante barquito de papel por un mar dorado, las gaviotas le hacen los coros a una pleamar en calma y la suave brisa viajera le trae de regreso la risa de jóvenes muchachas que alegres se adornan con flores silvestres y duermen abrazadas sobre la hierba, envolviéndose en aromas y sabores que a ella le son familiares.

  22. Marco Polo
    Alcancé los mares de China partiendo del Mediterráneo. Me agasajaron mandarines y emperadores, me descubrieron sus artes culinarias, el artificio de la pólvora. Y me abandoné al hechizo de una mujer marina que insufló aire a mi barco para devolverlo a casa y consuela mi zozobra nocturna con su melodía hipnótica.

  23. Tiempo de sueños

    Al parecer, componía en secreto, acumulando hojas y hojas que amarilleaban. Aquel día se mostró a los vecinos. Yo estaba en uno de mis viajes. Soy gestor de recursos humanos. A su cita acudieron unos pocos. A los que permanecieron hasta el final del concierto se les tomó declaración. Informaron que, hechizados como habían quedado, les resultaba difícil confirmar la forma en que desaparecieron ella y el estuche. Si fue por la ventana, sobre un barco velero, o por la puerta, bajo un sombrero de papel. Y ahora, si me disculpan, la tintorería cierra a las siete en punto.

  24. Lo último que se pierde

    Cuando estás de patrulla y la central te avisa de un posible suicidio, cruzas los dedos y rezas por que sea una mujer. Es desagradable entrar en la casa que se ha suicidado un hombre: cuando se suicidan, los hombres quieren dejar huella, algo que se comente incluso mucho tiempo después. Si se pegan un tiro, lo harán junto a la pared más blanca; si saltan por la ventana, buscarán caer delante de un colegio o de una parada de autobús; si se ahorcan, se subirán encima del mueble preferido de su madre para orinarse encima de él cuando su cuerpo se balancee.

    Las casas de las mujeres suicidas, por el contrario, huelen a ambientador o a ventanas abiertas. A las mujeres les molesta dar trabajo a los demás aun en sus últimos minutos y por eso sus casas siempre están limpias, el lavavajillas vacío, la colada planchada y recogida; hasta es fácil que encontremos preparada la ropa que deberán llevar los niños en el funeral. Si el suicidio es por amor, solemos encontrarlas mirando hacia la puerta, a veces con los ojos aún abiertos.

  25. Confundida

    Navego sin tiempo en las aguas turbulentas de mis recuerdos y al final me encuentro sola en un rincón, debajo de trapos viejos, tratando de trepar la montaña que nos separará, creando canciones para no escuchar reproches, escondiéndome, huyendo… de mí. ¿De mí? Pero cómo… ¿no era de él?

  26. ENCUENTRO CASUAL
    Despierto con dolor de cabeza y escucho que se cuela por la ventana una dulce melodía. Me levanto y me miro en el espejo, mis recuerdos son un desorden y parezco un galeón anclado en un desierto. Intento acordarme cómo y a qué hora llegué a mi casa: “si sigo emborrachándome de esa manera un día de estos me desnuco al subir las escaleras”. Con la música de fondo, abro el grifo del fregadero y meto la cabeza debajo del chorro de agua. Un poco más despejado saco la mitad del cuerpo por el hueco de la venta y miro hacia el patio.

    Dos pisos debajo, veo a una chica a la que su larga cabellera le cubre el rostro mientras toca el instrumento del que salen las lindas notas. Probablemente ha decidido ensayar mientras se seca la ropa que cuelga del tendedero. Poso la vista en las blancas prendas recién lavadas y de pronto estaban allí, destacándose, ante mis ojos (un tropel de recuerdos vienen a mi memoria) las medias y la pequeña braguita azules que llevaba puesta la chica que conocí en el bar, la que me invitó a su cama.

  27. MELANCOLÍA

    Ella me demostró que los sueños vuelan en barco y que la realidad se estrella en el mar. Que las nubes son ropas tendidas al cielo que unas veces escurren y otras veces lloran. Que las hojas de otoño son soles diminutos zamarreados por el viento que en su descender forman preciosas dunas doradas o un cementerio errante de soles marchitos.

  28. La flautista del calcetín
    Vuelve en cada estación y hace sonar su flauta. Sin duda es magia, y de la buena. Su música es irresistible para nosotros y nos atrae a sus mares, ya conozco a más de una y de dos que han perdido el rumbo de sus vidas por esta atracción. Y también a quien se hundió en mares profundos sin poder resistir tanto viento cambiante. Hay que dejarse mecer por la música y el viento para llegar a buen puerto. Esta temporada, fuera el amarillo, ahora se lleva el blanco con pinceladas azules, hasta que ella ponga otra música de moda.

  29. -«Has vuelto a mezclar la ropa de color con la blanca. Y mira que te tengo dicho que no lo hagas sin las toallitas especiales. Y como has puesto lejía, ahora es todo blancoazulado, no blanco inmaculado o impoluto, no. Blanquiazul. Qué desastre. Eres incapaz de poner atención a lo que te digo siempre, ¿verdad?».

    Mientras aguantaba la reprimenda por mi torpeza una vez más, volví a imaginar el barco en el que nunca embarqué, ese barco que los dos juramos que sería el nuestro, de cáscara o de papel; sentí bajo mis pies el mar que nunca crucé y en mi cuerpo las aventuras que nunca viví. La banda sonora de mi no vida volvió a salir de tu flauta, y vi la espalda que nunca acariciaré, el cuerpo que nunca gozaré. Quedé absorto, con la vista perdida en el fondo de la terraza de nuestro piso de extrarradio, el olor a mar y a libertad mezclado con el de la lejía para lavadora.

    -«¿En qué piensas? ¿No ves que amenaza lluvia? ¡Anda, hijo, recoge la ropa rápido y vámonos de aquí, que todavía nos mojaremos por tu culpa!»

    Y sin volver tu rostro ― que ya no recuerdo ― me despides con nuestra canción de la infancia. Y dejas en el aire que las notas simplísimas me lleven, contento, por los mares lejanos del Sur.

  30. Prohibido volver a hacerme creer que me quieres y a tenerme durante horas escribiendo canciones de amor para ti en cartulinas amarillas, cuándo ya es evidente que terminó nuestra felicidad.
    Prohibido volver a desnudarte a los pies de mi cama y permitir que yo haga de tu ropa mi bandera. Prohibido que me dejes seguir ondeandola.
    Prohibido volver a callarme con tus besos y prohibido no dejarme oír otra música que no sea la salga de tu propio cuerpo.
    Prohibido volver.
    Ahí está tu barca. Cógela y vete.
    No mires atrás, yo ya no te veo, ni te siento.

  31. Hoy que quito de la pared los deseos de tu vuelta, que arranco de mi mente tu presencia, hoy que abandono el hogar; vuelves en tu barco de papel porque son tus sueños de hoy los míos de ayer. Hoy tu flauta travesera pone notas a tu lamento impregnando de música tu soledad… y la mía… Hoy todo será ausencia, mañana todo puede cambiar.

  32. Antes de que mi barquito de papel, fragil,como el cuello de un cisne desdoblare cuidadosamente las velas , el mastil ,el puente de proa,y en una playa vacia, mirare todos sus reves ,donde los piratas guardan los secretos ,mas hondos y los mapas con caminos y senderos que me llevan a ser la mas rica del mundo .En la cueva de los tesoros las hojas amarillas son princesas desencantadas.

    La autora de este comentario anónimo soy yo,que aun no me aclaro con el Movil. 🙂
    Candelaria2f@gmail.com

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