Viernes creativo: escribe una historia

Hoy no hace falta que contéis una historia. Es suficiente con que hagáis magia a partir de esta foto de Sofia Ajram.

Sofia Ajram

Sofia Ajram

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4 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. no abras la puerta
    su cabeza hablaba
    su imaginación elucubraba
    su ansia no atendió
    ni los ruegos
    ni las plegarias

    saltaron chispas
    brasas
    llamas
    la hoguera de las oscuridades
    de los que buscan y no encuentran
    allí
    así
    se quedó ella pensativa
    alarmada
    callada

    pensaba…
    por qué no habría hecho caso a su conciencia
    qué razón tenía la condenada
    dos pasos siempre por delante
    y ella sin darle nunca las gracias

  2. Embrujado

    Hace algunos años tuve que hacer un viaje por negocios. Yo era comercial de una marca de jabones industriales. Llevaba el maletero lleno de cajas de un producto milagroso para limpiar la grasa de la cocina. La empresa era nueva y teníamos que introducir el producto a base de demostraciones por todos los bares mugrientos de carretera a lo largo del país. El trabajo ideal para un joven soltero que todavía ocupaba la habitación de casa de sus padres.

    Fue en el mes de junio, hacía un calor insoportable y paré en la cafetería de un motel de alguna carretera secundaria perdida en el culo del mundo. Solo recuerdo el polvo del desierto y dos ojos negros que se me clavaron en el medio del pecho como si tuviera una diana.

    Ella regentaba el motel. Más de treinta camiones en el aparcamiento auguraban buena comida.

    Entré y me estremecí. La energía era extraña. El salón estaba lleno, pero no había ni una sola mujer entre su clientela. Todos hombres, hipnotizados con el movimiento de sus caderas. Vestía de negro. Tenía una voz sensual como el canto de una sirena. El cabello oscuro y una sombra de ojos que le daba un aspecto tenebroso.

    Me miró de arriba abajo, sonrió y me invitó a pasar a una de las habitaciones. No puedo explicar cómo lo hizo, pero me obligó a aceptar. La seguí sin resistencia. Tenía una belleza tan singular que me supe enamorado de forma inmediata. Cuando estuvimos solos unos haces de luz la rodearon. Parecía un ser milagroso, de otro planeta. Aún hoy tiemblo al recordar su cuerpo encima del mío.

    Desperté dentro del coche en una cuneta. Durante mucho tiempo quise creer que había sido todo un sueño. Hasta ayer. Que sentí que volvía a llamarme. No sé por qué, pero intuyo que si vuelvo no regresaré jamás. Sus ojos y su cuerpo me perturban. Trato de no pensar, pero su embrujo es tan fuerte, que no sé si seré capaz.

  3. Abracadabra, pata de cabra
    llueven gotas de magia
    en cuencos vestidos de aire.
    Yo quiero atraparlas
    y ellas brincan, traviesas,
    me pongo en cuclillas
    y se me escapan.

    Una cesta muy grande compraré
    de redecilla brillante
    para engañar su danza
    y cazarlas al vuelo,
    para que sus vientos me abracen,
    para que el misterio invada mis huesos,
    forever and ever.

  4. Miau
    La gata adora a Mario. Desliza su blanca pelambrera hasta encontrar su rastro. Salta hasta la cama o el sofá, se acomoda en sus piernas o en su pecho. Hace que me ignora aunque me mire de soslayo, aunque sus ojos verdes y amarillos me traspasen. La gata entra y sale de la casa a su capricho. A veces me despiertan sus maullidos por la noche, escalan por el callejón y atraviesan los cristales; podrían acallar una tormenta. A veces me sorprende su tacto en los tobillos, de improviso. Como si fuera una serpiente los rodea y después desaparece. Si coincidimos por los pasillos, saca las uñas o enseña los dientes. Bufa. Yo también, a mi manera la amenazo. Cuando Mario llega, le busca con su olfato, pone su cara más dulce y ronronea. Antes de que yo pueda acercarme, ya está en sus brazos: blanda, entregada, sumisa. Firme, recelosa y feroz en mi presencia. Aunque parezca que él no se da cuenta, aunque el puto minino disimule. Sus miembros se estilizan de repente, su pelo se concentra en su cabeza, en el pubis, un poco en las axilas; sus pechos se muestran claros y rotundos. Los pies de ambos andan a la par y me empujan, cada vez más pequeña, hacia la puerta abierta de la calle, hacia el incierto callejón de los prodigios. Miau…

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