Viernes creativo: escribe una historia

Hoy vamos a pasar mucho miedo. Para ello solo nos hace falta entrar en esta casa de Sintra, con foto de Reyes Velayos.

Reyes Velayos - Sintra

Reyes Velayos

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6 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. LA CASA PORTUGUESA

    ̶̶ Jorge, a mí esta casa no me da buenas vibraciones. No me parece el alojamiento low cost más atractivo de Sintra. ¡Lo que haces para abaratar costes!
    ̶ Cariño, no protestes. Estas casas de más de cien años tienen un atractivo muy especial. Entra, trae tus maletas. Ayuda un poco, mujer.
    Adela penetra en el interior de la casa, temerosa, mirando todos los rincones. El recibidor y la enorme escalera de mármol avejentado la intimidan. De pronto, nota algo oscuro que le salta sobre su hombro. Grita cual posesa.
    ̶ ¡Qué pasa, Adela! ¿A qué vienen esos gritos? Tranquila, habrá sido una arañita pequeña. Cuando esté todo bien limpio, verás qué gusto dará estar en este magnífico palacio portugués.
    ̶ Disculpa, Jorge. Ya sabes que soy muy asustadiza. Me voy arriba. Quiero ver dónde vamos a dormir y comprobar si la dueña de la casa ha puesto, como le indicamos, sábanas limpias. No pienso volver a bajar. Estoy muy cansada. Sube cuando quieras. Estoy deseando levantarme temprano y que vayamos a ver el Palacio da Pena. Me han dicho que es precioso. Buenas noches.
    ̶ Descansa, cielo. Yo tardaré un rato. Este viaje nos ha costado tanto hacerlo que me resisto a que se acabe tan pronto el primer día de nuestra estancia aquí. Mañana saldremos a explorar Sintra y nos acercaremos, por la tarde, a Lisboa.
    ̶ ¡Genial!
    Jorge deambula por la planta baja de la casa y se imagina a sí mismo como si fuera un caballero portugués, quizás un indiano de traje inmaculado y sombrero a juego. Apenas hay restos de los viejos propietarios de la casona. Seguramente porque ya ha sido alquilada en demasiadas ocasiones, en todos los años de su existencia. El joven madrileño continúa su recorrido, lentamente, por toda la planta y sale fuera a ver las antiguas caballerizas.
    Adela, que se había quedado dormida, oye, de pronto, un grito desgarrador y lejano. Salta de la cama, alarmada, y baja corriendo las escaleras. Llama a su marido insistentemente, pero este no responde. No lo encuentra y sale al exterior. Ve un cobertizo y entra dentro. Lo que presencia allí nadie lo podría describir con palabras. Ni siquiera se atreverían a narrar esta escenografía dantesca en la más truculenta película de terror. Solo puedo deciros, queridos lectores, que, al amanecer del día siguiente, ni Adela ni Jorge pudieron visitar el famoso Palacio da Pena.

  2. Abandono

    La casa estaba abandonada. La fachada tenía un aspecto sombrío. Sentías la desolación que envuelve las cosas que ya no se usan, las que mueren y caen en el olvido. Porque las cosas también tienen vida y la pierden cuando dejan de tener sentido. Cuando ya no se usan para lo que fueron concebidas. Lo más extraño era que en este caso, la casa mostraba en las ventanas del piso de arriba el reflejo de los adornos navideños de la casa de enfrente. Esas luces le concedían una humanidad que había dejado de tener. Uno podía caer en la trampa e imaginar tras sus cristales la vida. La de una familia llena de algarabía celebrando la Navidad.
    Me dio por pensar si esa escena se habría producido alguna vez. Si dentro de esas cuatro paredes habría vivido una familia feliz.
    Traté de averiguar en el bar del pueblo a quién pertenecía. Lo que me contaron me impresionó tanto que no he dejado de volver allí, frente a la fachada, cada vez que visito el pueblo. Esa casa forma parte de una historia macabra de las muchas que debe haber por los pueblos de España.

    La menor de las tres hijas fue brutalmente asesinada por un familiar que estaba de paso. Para evitar los rumores, la familia que tenía cierto prestigio en la zona, ocultó el cadáver en jardín, negándole el descanso eterno en un campo santo. Las conciencias fueron haciendo su labor hasta desquiciarlos a todos. Cuentan que la pobre niña se les aparecía trastornando sus mentes. Dejaron de salir de casa y se encerraron para siempre.
    Con el tiempo cada uno de ellos fue falleciendo. Nadie sabe qué sucedió con exactitud.

    Un buen día, un vecino se atrevió a entrar y se encontró con los huesos de todos los miembros de la familia, cada uno en el lugar donde había perdido la vida.
    Los vivos convivieron con los muertos y los muertos con los vivos. Difícil saber el orden o las circunstancias.

    Sin herederos la casa queda abandonada. Testigo mudo de la desgracia.
    Dicen que si te acercas puedes escuchar los sollozos de las almas que quedaron presas. Quizá sólo sea el rumor del viento.
    Quizá sea el latido tenue de la casa que se niega a morir y quedar desangelada.

  3. LA MANCHA

    Todo comenzó cuando aumento de tamaño aquella pequeña mancha del sótano. Al principio intentamos limpiarla nosotros. Fue imposible. Luego, contratamos a un albañil, pero tampoco dio con la causa ni con la solución. Además, nos dijo que era imposible trabajar con aquel desagradable olor.

    Cuando se extendió por el suelo de la planta baja, decidimos trasladarnos al primer piso. Al mismo tiempo, empezó nuestra mala suerte. Perdí el trabajo y nuestra relación de pareja se deterioraba al ritmo que lo hacía la casa. Aquel hedor era, cada vez, más insoportable. Los familiares y amigos dejaron de visitarnos. Mi mujer me abandonó, se marchó con las niñas. Decía que todo era culpa mía. Decidí instalarme en el ático. Entonces comenzaron a escucharse las voces. Como un mantra me repetían: “Toma la única salida”. Y así lo hice el día que, desesperado, abrí el ventanal.

    Han pasado muchos años. Ahora, formo parte de ella.

  4. ADIÓS AL BARRIO

    El lugar se ha quedado a oscuras, al atardecer no se encendieron las farolas. Debido al inminente derribo del barrio se ha cortado el suministro de electricidad. Poco a poco se fueron yendo los vecinos, ya no queda nadie salvo el viejo Anselmo que se niega a abandonar su hogar. Por la noche unas luces parpadeantes iluminan sus ventanas, son las velas que ha colocado por todo el apartamento.
    Al día siguiente llegan los operarios de la empresa de demolición, mientras un equipo de servicios sociales se presenta al domicilio. Después de forzar la puerta encuentran al anciano sentado en un sillón, un perro a sus pies. Parece dormido, junto a él en una mesita baja, un vaso de agua y un tubo vacío de somníferos.

  5. ¡AQUÍ NO HAY QUIEN VIVA!

    Aullamos las noches de luna llena para guardar las apariencias y no defraudar a los vecinos. A la bruja del segundo no se le escapa un detalle y nos mira mal. El dragón del ático está que echa humo con las hadas del primero, porque aletean por su terraza y la dejan perdida de purpurina. El conde del tercero enseña los colmillos cuando los enanos del sótano lo despiertan temprano con sus silbidos. A nosotros, que vivimos en el bajo, nos corresponde este año la presidencia. Estamos deseando que finalice nuestro mandato para recuperar la tranquilidad y la rutina.

    En esta comunidad resulta agotador mantener viva la fantasía.

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