Viernes creativo: escribe una historia

Me he enamorado de las ilustraciones de Ina Hristova y he elegido esta para que escribáis vuestras historias.

Ina Hristova

Ina Hristova

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12 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. PISA CON GARBO
    Lola, la más folclórica gitana,
    solía salir a la plaza, descalza,
    a levantar su falda
    hacia lo más alto, con gracia,
    y todos hacíamos palmas.

    Hoy, Lola no baja a la calle
    porque su vuelo de arte
    se ha prendido en los pliegues de su echarpe.
    Sus piernas ya no son locuaces ni chispeantes,
    pero su alma vendrá, como siempre, a enamorarte,
    a refulgir y a deleitarte
    como antes.

  2. Inobediente

    Que me peine, que me tape las rodillas, que me ponga los zapatos, que no corra, que no grite, que hable bien, que obedezca a los mayores, que no persiga sueños estúpidos, que encuentre un buen hombre, que estudie, que me tape las rodillas, que no sea buscona, que no salga por la noche, que no me vean con hombres ni con esas amigas mías, que no beba, no fume, no folle, que estudie cada día, no el último, que no me caiga, que no me levante tan deprisa, que no me ría alto, que no llore en público, que ayude a los viejitos a cruzar la calle, que enseñe a los niños lo que es la vida, la vida, qué vida. Que sonría con deleite, que no coma dulces ni salados, que no engorde. Que no que no, que sí que sí. Que bebas, que fumes, que folles, que rías, que tosas, que enfermes y te caigas y te levantes y te vivas y no vuelvas. Que te vayas y te descubras. Que las flores.

  3. En un lugar de la Mancha
    Aurora nació molino. Pisa el plantío con sus pies de piedra. Levanta su vestido de vuelo y gira sin parar hasta que el grano se hace harina. A veces lo hace tan deprisa que se eleva sin querer, a pesar de sus carnes de granito. Por las tardes sopla un viento cómplice que arrastra el salvado hasta la sierra, que lo conduce hasta los ríos, que lo adentra en lo más profundo de los bosques. Aurora huele a pan recién hecho, a flor de levadura, a gotas de rocío. Cuando el sol aprieta los panes florecen en los surcos y ella, plantada en medio del bancal, despliega sus brazos de cristal con la esperanza de que esta vez su caballero, no la confunda con ningún otro gigante.

  4. Cuando florecen las niñas
    -¿A dónde vas, niña?
    -Al bosque.
    -¿No sabes que en el bosque está el lobo?
    -Sí, y tengo prisa, me quiero ir con él antes de que se lo coma la abuela.
    -El cuento no es así, niño estúpida.
    -Ni tú mi salvador, cazador de mentira.

  5. Fierce Queen

    Bajo el manto de estrellas
    y los pies descalzos
    la reina escapó de su castillo
    y danzó
    toda la noche
    hasta que cayó exhausta
    con el pelo sobre su rostro sudado
    las flores enredándose en su vestido
    y el olor a alcohol barato desprendiendo por cada uno de sus poros.
    Nunca había estado en una rave
    pero esa maravillosa experiencia
    jamás sería contada en palacio.

  6. LA TÍA (Atila)

    LA TÍA no era un trato despectivo con el que la llamaban. LA TÍA era totalmente un calificativo cariñoso, aunque muchos no lo comprendieran.
    Nadie sabía su nombre; un día apareció por ahí con unas pintas raras, los pelos a su aire, elevando los bajos de su falda al compás de una música que solo estaba en su cabeza, los pies descalzos danzando y pisando los campos eriales, dejando tras sus pasos el verde de la hierba y los colores de las flores y llenando el aire de olores de primavera. A alguien se le ocurrió lo de LA TÍA y cuando todos le miramos con cara de incomprensión él aclaró: ATILA por donde pasaba no crecía la hierba. Ella es LA TÍA pues la hierba y todo nade a cada uno de sus pasos.

  7. Aprendiz de bruja

    —Esta niña está completamente asalvajada, siempre descalza y ¡Dios mío!, qué greñas, a ver si alguien es capaz de cortarle el pelo o hacerle un moño como tiene que ser—exclamaba la abuela, cada vez que se cruzaba con Valle, la niña huérfana que habían acogido—. Yo la mandaba al internado a que aprenda modales.

    Harta de oír tantos sermones y amenazas Valle arremangó su vestido de yute y corrió veloz por la pradera hacia el bosque. Cuando entre los árboles encontró una choza abandonada decidió que sería su hogar. Desde entonces vive libre rodeada de pájaros y ardillas que le susurran secretos del lugar y la alertan en caso de peligro. Recoge bayas y plantas con las que prepara brebajes variados y a menudo la visita el boticario que discretamente ojea su libro de recetas.

  8. A VIDA O MUERTE

    Huye sin mirar atrás con su melena al viento empapada de noche y su vestido de primavera. Ya no aguanta más. Con el cuerpo molido por los golpes, la piel ajada de sed y el alma cubierta de cicatrices, escapa para salvar la vida. Lleva la mirada enrojecida por el dolor y las manos heridas de tanto defenderse. Se siente tan mancillada que se ha visto obligada a arrancar sus raíces y emprender la huida.

    Se siente tan indefensa ante el maltrato del hombre… y ella solo es Naturaleza.

  9. Se agita la campana de su falda al roce de las frágiles margaritas y los tímidos tréboles, cuando se escucha el penetrante silbido del viento que recorre las trincheras de los lánguidos sauces y en ese preciso instante el bostezo de la alondra que cruza la llanura la obliga a girarse.
    Ella sabiéndose cautiva de sus sueños, fue trazando líneas rojas en cada esquina del poblado procurando no ser vista por algunos vecinos que la lanzaban exabruptos criticando sus modales libertinos y aquella juguetona costumbre de levantarse la falda al pasar por la puerta de sus amantes.

    Más, caprichoso el destino, quiso burlar su suerte y la condujo hasta un estrecho callejón donde una jauría de lobos fue despojándola de su mullida prenda, hasta acabar blandiendo aquel botín por todo el pueblo. Entonces llegó la alondra asediándolos a picotazos hasta arrebatarles su trofeo para devolvérselo a su dueña: «La Hija del Viento».

  10. LA HUIDA

    Corre desesperada. No le ha dado tiempo a coger nada. En el momento que ha percibido su presencia, el miedo se ha apoderado de ella y ha emprendido la huida. Le habían dicho que allí no la encontrarían, que era un lugar seguro.

    Intenta alcanzar las últimas calles del pueblo, donde tiene oculto su coche. No mira atrás. Sabe que si lo hace está perdida. Escucha sus pasos y su agitada respiración.

    Justo entonces, cuando está a punto de subirse al vehículo, gira la mirada. En ese instante, se oye un disparo, y otro, y otro más…

    A los pocos días, su rostro aparece en la portada de la principal revista del corazón, bajo el titular: LA ENCONTRAMOS.

  11. Luego de pararme sobre todas mis dudas, mis miedos, las opiniones de mis amigos y sentir los arañazos de sus desaprobaciónes en mis piernas,igual que la hierba mala del campo que no me quiere permitir el paso
    Puedo asegurar que, aunque duele,cada paso que doy, estoy más cerca de llegar a donde eh imaginado tantas veces estar.

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