Viernes creativos: vivir en pequeñito

Buenos días,

Esta semana he descubierto a Tanaka Tatsuya (@tanaka_tatsuya) que es un artista japonés que trabaja escenas en miniatura en las que mezclan elementos a escala real con miniaturas y el resultado es realmente bonito.

Así que hoy os traigo una de las escenas de este artista pero os recomiendo encarecidamente que lo visitéis en instagram porque os va a sacar alguna sonrisa seguro.

Espero, también, que os despierte la imaginación y os inspire para que me contéis alguna divertida y alocada historia de las vuestras.

Os deseo un gran fin de semana. Un abrazo,

Ele

«Sushi Locomotive» by Tanaka Tatsuya

2 pensamientos en “Viernes creativos: vivir en pequeñito

  1. Mira el avioncito
    Quien me ha visto y quien me ve. Aún recuerdo hacerle a mi hijo el avioncito con la cuchara para conseguir que algo de la comida llegara a su estómago y no quedara repartido entre babero, manos y el resto de la cocina, mi cara incluida.
    Y esta muchacha, cansina, intenta conmigo los mismos trucos. Verme impedido no quiere decir que no posea voluntad propia, y la verdad es que no tengo hambre, pero me falta la energía para hacérselo saber.
    Ella insiste y viene imitando vuelos o pitidos con su voz ridícula, y la sopa cae de mi boca cerrada, manchando todo y consiguiendo poner a prueba su paciencia.
    No se da cuenta, con cada cucharada no hago más que pensar en la pobre gente que irá en ese tren o en el avioncito, y que no deseo tragarme.

  2. KI-KOMO
    Recuerdo la noche que para deslumbrarte te llevé por primera vez a un japonés. Por aquellos días estabas con el ánimo bajo por la quiebra de tu empresa y la crisis de ansiedad que te provocó el desempleo.
    Tu psicoanalista, Sakudo Tukoko, te lo recomendó, como también te aconsejó salir más a menudo para distraer tu mente.
    Tú no conocías nada de las exquisiteces niponas y escogí por ti, con ayuda del sushiman, unos variados platos típicos.
    Empezamos con niboshi ramen, un caldo de sardinas que nos sirvieron en un distinguido bol azul cobalto de Tobe-Yaki. Reconocí esta cerámica cuando estuve buscando, para venderla, el origen de la antigua sopera oriental que heredé.
    Seguimos con futomaki makizushi, algas sushi con arroz y atún rojo, piñones tostados y cebolla crujiente.
    Te encantó.
    Estabas divertida con tu torpe manejo de los palillos y me alegraba verte sonreír y ver de nuevo la chispa de tu mirada en tus ojos pintureros.
    Seguimos con Sashimi con wasabi, y unos yakimono a la parrilla regado con vino de uva koshu.
    De postre nos endulzamos con un Mochi relleno de mouse de chocolate negro.
    Fue una gran velada que nunca olvidaremos, entre otras cosas porque pagué taka taka y sa-kabó en el hospital Oticuro Otimato especializado en anisakis.

¿Qué opinas?