Viernes creativo: escribe una historia

¿Te atreves a escribir una historia para alguna de estas fotos de Jasper James? No se trata de que cuentes lo que se ve, sino de que inventes una historia en la que encajar estas imágenes. Sé imaginativo, no caigas en los clichés.

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Te invito a dejar tu historia en un comentario en esta entrada, en facebook, en google+, en twitter, en tu blog o donde quieras, el asunto es escribir. Vamos a ver cuántas historias diferentes nos salen.

23 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. Para que nadie me diga esquirol…

    Je suis you are lui è

    Aprovechabas las esperas en los aeropuertos, los vuelos, los tránsitos, el traslado a los hoteles para aprender idiomas. Lo primero que te esforzabas en decir con la entonación correcta era «je t’aime», «wanna be with you» o «mi mancherai». Pero los viernes por la noche regresabas a casa y nunca había mensajes en el contestador; el gato huía cuando comenzabas a balbucear «con», «mezzasega», «asshole».

  2. La ceguera
    Me había levantado con una neblina permanente, una mácula ocular, una ceguera pasajera que me impedía ver, un parche de pirata, unas gotas dilatadoras, un traqueteo de imagenes y no podía enfocar, un pañuelo en los ojos, un insecto intruso y no paraba de llorar. Tres meses después y por accidente, cayeron del bolsillo interior de tu abrigo dos pasajes de avión paraHonolulu. Ninguno de ellos llevaba mi nombre.

  3. Solo hay una primera vez

    Ir a una ciudad por primera vez, verlo todo con ojos nuevos, los edificios altos, las casas de barrio, las esquinas y las alcantarillas. Los buzones, los taxis, los semáforos. La arboleda. La gente que camina por las calles, los que tienen prisa y los que no van a ninguna parte. Los niños al salir del colegio, sus risas; las señoras y los trabajadores. Tú, en una esquina, esperando al autobús. Y por más ciudades que visite sé que nunca te volveré a ver allí por primera vez.

  4. Buscando un sueño

    Tu cara es lo primero que olvidé, después el resto. Ya sólo recuerdo tu silueta, adornada siempre con ese sombrero de sheriff del condado, tan feo. Recuerdo que te amaba. Pensé que te echaría de menos, y me siento mal por no hacerlo. Por eso espero cada día que aparezcas en mis sueños, para ver tu rostro de nuevo y no olvidar que te quiero.

  5. Foto fija
    —— ~ ——
    No recuerdo la primera vez que te vi marchar, ni las primeras lágrimas de mamá que lo inundaban todo en tu ausencia, ni siquiera sé con seguridad si cuando regresabas, semanas después, ella lloraba de alegría o del miedo constante a perderte de nuevo. Sí conservo, en cambio, la imagen nítida del autobús azul y blanco cruzado sobre el paso de cebra, de mis manos contra el cristal rogando para que fueras tú, para que esos zapatos que asomaban bajo la rueda fueran los mismos que acababa de ver alejarse por el pasillo.

  6. Desencuentros

    Las sombras comenzaron a poblar nuestra ciudad. Se apostaban en lo alto de los edificios, como suicidas indecisos al acecho de certezas, para desparramarse luego como sangre fundida por las fachadas. Tuvimos que aprender a convivir con ellas. Con las diferencias horarias que nos impusieron. Mientras en tu ventana salía el sol, en la mía llegaba la noche. Nunca más volvimos a encontrarnos. Ahora juego a adivinarles formas, las de los hijos que no tuvimos, las del avión que nunca aterrizó. La del hombre de aire que se posa en el alféizar de mis sueños.

  7. Juguete roto

    De mi padre no me queda más que una fotografía en un aeropuerto, de mi madre el recuerdo de la despedida y una promesa incumplida, y del niño que siempre fui ahora solo poseo una inocencia rota y un mar de dudas. La culpa es mía, porque nunca debí husmear en los cajones ni leer esa nota con números que protagonizaba, y sobre todo, haber nacido para crear tantos problemas.

  8. Vuelos circulares

    El padre comienza a hacer el avión con la cuchara y consigue que, por fin, el bebé abra la boca. Ante tal situación, el piloto reacciona con rapidez y pide a los pasajeros que se abrochen los cinturones de seguridad. Después de desviarse ligeramente de su ruta, solicita permiso para aterrizar en el salón.

  9. MUERTOS

    Te calas el sombrero y sobrevuelas con tu última mirada mi cuerpo de cáscara vacía. Se que tú también te vas, como se fue él. Dejando mi vientre hueco. Quisiera levantarme y pedirte que no lo hagas, quisiera agarrarme de tus piernas para impedir tu marcha, quisiera que las lágrimas acudiesen a mis ojos, pero no lo harán. No pueden. Los ojos de los muertos no tienen lágrimas que derramar.

  10. «Primero fue porque la ciudad era peligrosa. Luego, que el calor fuera era demasiado sofocante, y con el invierno, llegó la excusa del frío. Cualquier cosa te valía para girar la llave que cerraba la maldita puerta de acero. Platos, vasos y cucharas de plástico… Ningún mueble en esa enorme habitación y unos techos altos inalcanzables. Y ese gigante ventanal de doble cristal. Blindado e insonorizado. Y ni una azotea desde la que saltar»

    Raque La bad

  11. Marcas de agua sobre el folio de la ciudad

    —Allí, fíjate, acaban de entrar en el remolino de la estación. Tu madre es la del maletín color teja. Anda deprisa. Y su falda todavía más. Qué guapa es ¿no te parece? Te lleva en la mente y estás en su camino, solo un terrible accidente podría evitar que os encontrarais. Puedes susurrarle unas palabras de ánimo, si quieres.

  12. (en base a la fotografía del centro)

    El rascacielos

    Cambió de profesión cuando Dios amonestó a los santos, que siempre se echaban canas al aire, diciéndoles: “sarna con gusto no pica”.

  13. Para la foto del sombrero

    No te olvides el sombrero cuando vayas a la cama.

    Viajo siempre con sombrero y no es cuestión de elegancia. Mi exmujer creía que era para protegerme del sol y de la lluvia. “Frío, frío”, le decía yo. Lo único que necesitaba proteger eran mis ideas, cuando sales al extranjero, puedes acabar contagiándote de la idiosincrasia del país y volver con el deseo de comer solo hamburguesas o de vestir faldas de cuadros mientras tocas la gaita o de descalzarte en cuanto llegas a casa. Lo que nunca pensé fue en dejarme el sombrero en la cama, al acostarme con ella; quizá es por eso que aunque ya no vivimos juntos, sigue apareciendo cada noche en mis pesadillas.

  14. SALA DE ESPERA

    Es invierno en el aeropuerto. Los edificios se reflejan en el enorme cristal. Hay olor desgastado de megáfonos, callados de aburrimiento: sólo una butaca está ocupada.
    Por la mañana el teléfono escupió trágicas noticias.
    Esta vez lo había conseguido, marchándose a otra ciudad –regresaria pronto, dijo–.
    Y ahora es ella la que debe ir a buscarlo, para qué, si ya no puede volver a ningún sitio.
    Un sabor amargo le llena la boca de días azules, y un vacío sin fondo ocupa la memoria de los sonidos.
    Todo húmeda cadena, que enlaza espera y muerte, y que respira acelerada dentro de la caja torácica dónde se alojan los latidos.
    Todavía le queda tiempo de mirarse las manos, las rodillas, los pies, que siguen ahí, tan parecidos a los de antes.

  15. Va por la primera foto

    Cabronada

    El único muslo de pollo que tenía de cena empezó a elevarse, antes de que se diera cuenta lo vio dirigirse con rapidez hacia la ventana. Durante unos segundos aquel trozo de carne hizo varios movimientos dubitativos, después enfiló en dirección a la mano gigantesca que de la nada había aparecido en el horizonte. Lo último que sus ojos alcanzaron a ver fue como aquellos dedos sebosos y llenos de anillos se cerraban sobre el minúsculo muslo y desaparecía. Decepcionado se dirigió hacia el grifo y bebió un vaso de agua tras otro, quizás engañara al hambre, lo que no conseguiría es volver a creer en aquello de que Dios aprieta pero no ahoga.

    • Ana Nuria, Ana, Daniel, Jesús, Ángeles, Nicolás, Ernesto, Rosa, Raquel, Glòria, Sara, Puri, Peña y Elysa, muchísimas gracias por unos relatos que, en mi opinión, han sido los mejores de estos viernes creativos.
      Os espero de nuevo el viernes próximo.

  16. CAPRICHOS
    Lo volvió a hacer, papá cazó otro avión, esta vez para la plasta de Marion, que no dejaba de llorar y llorar. En cuanto lo tuvo en sus manos lo agitó, y eso que todos le habíamos avisado de que si lo hacía, ya no podría jugar con los bichos que normalmente venían dentro. Mamá, al ver el problema, instó a papá a que cogiera otro, pero como todos los cíclopes de una cierta edad, la vista se le fatigaba mucho a la caída del día. No lo consiguió, pero para que la pequeña nos dejara dormir, le trajo una hermosa torre azul de cristal y acero que nos pudo los dientes largos a todos.

  17. Silencio
    Estás tumbado en el sofa, zapeas. Me crees dormida despues de haberte hecho caso.
    -¡Anda cállate, solo dices gilipolleces! -me dijiste, como siempre lo haces desde que… no recuerdo qué-. Sé muy bien lo que piensas, pero te equivocas. Mira, ¿sabes lo que te vendría bien?… salir un poco más y no comerte tanto el tarro. Te voy a decir lo que vas a hacer: tómate un par de pastillas de las que te dió el loquero ese, y échate un rato.
    Estás tumado en el sofá, por fin duermes.
    Me siento rara y feliz. No sé si más rara que feliz o al revés. Por primera vez en mucho tiempo acabo de pensar en hacer algo que ni te imaginas; te vas quedar frío, te lo prometo. Lo que me entristece es que no habrá siguiente vez. Mañana, cuando me detengan, me aconsejarán guardar silencio, y todo volverá a ser igual que antes.

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