Viernes creativo: escribe una historia

Escribamos sobre el amor y el desamor a partir de esta foto de Lucca Messer. El amor tiene muchas caras, veamos cuántas le encontramos.

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17 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. Nunca fuimos payasos
    Nosotros, mi amor, nunca fuimos payasos. Practicábamos nuestro amor entre tristezas y lágrimas. Tu nariz tan pequeña, mi boca sin sonrisas, nuestra ropa gris y negra, apagada. Y cuando salíamos a la calle todo el mundo bailaba y cantaba, los colores inundaban las aceras, las risas nos perforaban los tímpanos. Y nos volvíamos a atrincherar. Porque nos gustaba ser tristes. Porque éramos los únicos.

  2. La cenicienta
    Descubrí la vida bajo el vuelo de tu falda. Cada giro, cada movimiento exagerado, cada golpe de viento casual y sentía que allí abajo estaba la libertad, el renacimiento, la sed, el ancho océano. Y un día me asomé sin que me vieras y aquello era infinito y bailable, era tortuoso y cabal, era filántropo y asesino, era todo y era nada. Y ya solo tuve un pensamiento, saber que número de pie calzabas.

  3. Amores prohibidos

    El edificio nos mira perezoso con su bostezo de ventanas entreabiertas. Nuestro teatro de gorriones disfrazados siempre le causó un llanto silencioso y aburrido. Y sin embargo, hoy nos regalará su aplauso de balcones y visillos, de ojos asomados al palco de una nueva vida. Hoy, traspasaremos nuestra jaula callejera y seremos todo lo que pudimos haber sido. Viento jugando entre tus faldas. Hojas secas cosidas al asfalto. Lunares mudos. Gestos escapando de nuestros cuerpos indecisos. Y luego, susurraremos nuestros deseos al paraguas de los viajes sin retorno y nos marcharemos lejos. Y, sobre su lomo rojo, veremos la ciudad en miniatura. Tal vez entonces, ese aplauso no se oiga, tal vez quede adormecido por nuestra lluvia de plumas grises. Las que caerán desde el cielo sepultando el escenario donde antes habitaban dos ángeles malditos.

  4. Coulrofobia

    Quería lograr que el rey de la selva pasara por el aro en llamas y que el viejo elefante se arrodillara ante mí; deseaba hacer malabares con mis nostalgias, mantenerlas en el aire, en constante y peligrosa rotación; soñaba con tragarme un sable largo y afilado como un día sin ti; anhelaba caminar como un felino por la cuerda floja, sin red de seguridad ni arnés; ansiaba convertir nuestra cama en elástica para lograr piruetas dignas de las mayores ovaciones; pretendía lanzarme desde mi trapecio y que tus manos me salvaran de la fatal caída. Pero después del sí quiero lo único que siento es que los dedos de mis pies no alcanzan la punta de los zapatos, que mi nariz se enrojece y congestiona y que mi sonrisa pintada puede borrarse en cualquier momento.

  5. ACTUANDO

    La boda en plena calle, la larga alfombra roja a nuestros pies como si fuéramos famosos, el séquito de músicos, bailarines y payasos que amenizaban el festejo…todo era puro teatro, salvo el beso apasionado que nos dimos después del “sí, quiero”.

  6. EL CIRCO DEL AMOR

    En el circo del amor hace tiempo que no se permite el acceso a los niños, aunque algunos logran colarse para ser testigos de lo que allí sucede. Desde un lateral de la carpa, bien ocultos, los críos observan como hombres, mujeres, parejas —jóvenes, mayores o del mismo género—, viudas, jubilados… toman sus asientos en la gradas hasta completar el aforo. A la hora prevista, el director de ceremonias aparece semidesnudo ante sus ojos y da la bienvenida a los espectadores, que le responden con una gran ovación. Una ovación que se mantiene cuando presenta a la mujer pantera y al hombre lobo; y finaliza cuando siete payasos tristes salen a escena estirados en camas gigantes de matrimonio, cada uno con la suya. A continuación, el mismo director de escena, junto a dos intérpretes que traducen sus palabras al francés y al inglés, indica que la función se celebrará a oscuras, por lo que insta a los asistentes que lo deseen a que se unan a ellos. Como si fuese un milagro, en la arena se arremolinan la mayor parte de la concurrencia y, tras el grito de «tres, dos, uno», la oscuridad absoluta comparece y a los pequeños timoratos que aún permanecen en un lateral se les acaba el espectáculo.

  7. A dos palabras de ti

    Después de mil hechizos, el mago se dio por vencido. Jamás lograría sacar sus sueños de aquella bola de cristal donde habían quedado atrapados para siempre. Nunca antes le había importado demasiado que estuvieran allí. Cada vez que su mente creaba una historia, una pequeña luz se encendía dentro de aquella frágil esfera y, desde fuera, podía observar como sus fantasías cobraban forma en su interior. Pero un día, la soñó a ella. Una criatura celestial que llegó una noche de verano. Aún percibía el aroma de su piel y la suavidad de sus labios, su risa cálida y el fuego de sus ojos. La sintió tan real que al despertar su ausencia se clavó en su corazón produciéndole un dolor insoportable. La buscó en su burbuja atrapasueños y allí la halló. Parecía perdida, a la espera de sus palabras, con el mismo anhelo que él: volverse a encontrar. Angustiado buscó, en sus libros de magia, el sortilegio que liberara sus sueños de aquella cárcel encantada, más todo fue inútil. Estaba condenado a vivir sin ella si no lograba encontrar las palabras que la hicieran regresar. Cada día se sentaba a contemplarla, mientras ella dibujaba, en el aire, símbolos que era incapaz de interpretar. Verla y no poder acariciarla le estaba rompiendo el alma. Un día ya no pudo más y, en plena desesperación, estrelló la bola contra el suelo. Hacerla desaparecer dolería menos que no volver a tocarla jamás. La esfera de cristal se hizo añicos y, en un remolino de luz, los sueños se iban disipando derramando colores y figuras por doquier. El antiguo barrio de su infancia donde fue tan feliz, los días de circo de su juventud entre juegos malabares y payasos, y finalmente ella. Brillante, preciosa, justo como la soñó. Todo se desvanecía frente a él. Sólo un instante le bastó para llegar a su lado y abrazar su cuerpo de luz. Le entregó el beso más deseado, y ella deslizó su dedo sobre la palma de su mano, dibujando los signos tantas veces trazados. Por fin él lo entendió, dos palabras indelebles grabadas sobre su piel : Te Quiero. La clave para llegar a ella y liberarla. Pero cuando el mago al fin pudo entender, su sueño amado…se evaporó.

  8. ¡El amor es ciego!

    Señor juez, confieso, pero le advierto que solo admitiré ser cómplice de un delito de hurto, aunque sin ánimo de lucro y por supuesto de ser un amigo leal, pero creo que esto no está tipificado en ninguna ley. Y no, lo que de ninguna manera voy a confesar es donde se encuentran los dos, ¡eso sí que no!
    Mi problema, señor juez, es que soy muy blando y en temas amorosos aún más. Mi mejor amiga, Eloísa, se enamoró de una manera tan absorbente que no podía comer, ni dormir, ni nada de nada, se pasaba el día hablando del objeto de su adoración, tanto que al final se quedó sola. Todos estaban cansados de escuchar siempre la misma y desesperada historia. Y se había vuelto sorda a los buenos consejos que intentamos darle, nada, ni caso, era inasequible al desaliento, no quería oír comentarios sobre renunciar a su amor. Pronto me convencí de que Eloísa no cejaría en su empeño, por eso cuando me pidió ayuda no tuve más remedio que colaborar en su loca idea.
    En fin, no me alargaré más, señor juez. Agarramos al amado de mi amiga y nos lo llevamos bien plegado al lugar donde ahora se encuentran, la verdad es que costó un poco encajarlo en la furgoneta, no me esperaba semejante volumen. Y eso es todo, me imagino que a estas alturas Eloísa habrá conseguido hinchar a su querido Michelin y disfruta ya de su pasión. ¡No me mire así, señor juez, ya sabe lo que dicen: el amor es ciego!

  9. Algodón de feria

    Me prometiste sueños inalcanzables, escenarios de magia, sorpresas de chistera, inocentes risas de payasos. Y yo te creí. Seguro que todavía lo recuerdas. Sólo una de tus promesas se ha cumplido: los payasos se ríen, sí, pero de mí, de mi inocencia. Se burlan, me observan con sus muecas serias. Yo, mientras espero la magia, lloro dentro de mi jaula de cristal al ver tus promesas deshechas como algodón de feria.

  10. DOS CARAS DISTINTAS
    Todos tenían dos cosas en común: Decían que no creían en el amor y se entregaban enfervorecidamente a las pasiones de la carne. Se conocían de interminables orgías que celebraban en caserones de las afueras. En realidad, todos compartían dos cosas: el corazón roto y el vivir como bufones para ocultar el llanto que les martirizaba. Se entregaban a bacanales interminables para tratar de anestesiar con el placer mecánico y físico el dolor vacío que les atenazaba el resto del tiempo.

  11. La familia
    Que no lo hiciera, que no le pidiera matrimonio, que esta vida es muy dura para alguien de fuera de la familia del circo; eso me decían todos, pero no hice caso.

    Al poco tiempo de instalarnos, me dejó por el tirador de cuchillos. No me enfadé, al fin y al cabo él también es de la familia. Poco después lo dejó y se fue con el mago: no pasó nada, somos una gran familia. El domador, el trapecista, el prestidigitador y otros más, de todos fue amante y ni un mal gesto.

    Ayer, el forzudo y yo la vimos de la mano con el taquillero. No pude evitar sonreír cuando escuché el crujir de nudillos de mi acompañante: el taquillero tampoco es de la familia.

  12. Amor mal entendido:

    Sé que no eres feliz, sé que lloras a escondidas. Sé que nuestra cama es un lago maldito donde se ahogan tus ilusiones cada noche. Al amanecer secas tus lágrimas, te vistes de vida y vuelves a tus quehaceres cotidianos. ¿Qué puedes decirme que no sepa? Te extingues como una vela, lo sé. Tus ojos hace mucho que perdieron el brillo.

    Pero no te dejaré marchar, llámame egoísta si lo deseas ¡Llamádmelo todos! No puedo permitir que te vayas y contigo se marchen los sueños que un día compartimos. Sin ti no tengo sentido.

    No te dejaré marchar, no intentes huir.

  13. Hasta que la muerte nos separe
    Al principio todo eran risas y arrumacos. Los fuegos artificiales explotaban en el cielo cada vez que me besabas. Ahora, nos miramos de reojo. Las caricias han dejado de serlo. Nuestras risas, son muecas tristes de payaso, y las bombas estallan en nuestro particular campo de batalla.

  14. Todo empezó de color de rosa. Sí, al verte, el mundo se volvía como el algodón de azúcar: eras suave en mis manos y dulce en mis labios, y yo quería que nunca te despegaras de mí. A mis amigas les parecías empalagoso, pero yo les decía que eras muy romántico, que me tenías en las nubes. Querías estar solo conmigo a todas horas, así que dejamos de quedar con ellas; me acompañabas incluso de compras y yo pensaba que eras un cielo, siempre atento, siempre pegado a mis faldas; me dejabas por la mañana en el trabajo, almorzabas conmigo y por la tarde me venías a buscar. No veía a nadie más, pero no me hacía falta. Y cuando nos casamos, demasiado pronto, en opinión de mi madre, las cosas siguieron igual: desde entonces, además, anduviste pegado a mí en la cocina, en el baño, en la cama, hasta mis cajones eran invadidos por tus calzoncillos. Cuando quise salir y respirar un poco, me cerraste puertas y ventanas, me prohibiste abrir los ojos a otros ojos, me tapaste la boca con un beso, siempre dulce, siempre empalagoso. Incluso entonces, el azúcar en vena parecía compensarme de todo. Pero las disoluciones se saturan y cuando quise escapar de la jaula de tus brazos, el azucarero se derramó y una acidez amarga llenó mi boca ensangrentada. El algodón siguió siendo pegajoso, pero sentía asco al notarlo en mis manos; el olor dulzón de tu presencia me daba nauseas. Mi cuerpo se volvió un merengue seco y frágil, y tú te convertiste en un payaso con la sonrisa del revés, que me daba miedo cuando me decía te quiero.

  15. Promesas
    —— ~ ——
    Te prometí matar a un payaso por cada beso que me regalaras, a dos payasos cada vez que hiciéramos el amor, a un circo completo si aceptabas algún día casarte conmigo. Y nos hemos besado tanto, amor, antes y después de casados, antes y después de hacerlo, antes y después de que desapareciera el último payaso del planeta, que ya no doy abasto colocando narices coloradas en cadáveres inocentes, y no sé si algún día dejaremos de querernos, cuando seamos los dos últimos, amor, cuando me beses y no tenga otra más que pintarte la cara yerta.

  16. ¿De qué trata la película?

    Se abre el telón y aparece sobre las tablas un payaso que levanta juguetonamente la falda a una adorable arlequina. Mientras, la mejor amiga de ella intenta detener a su amante, que se ha puesto terriblemente celoso del acordeonista y prepara los puños. Al fondo, la escena final de una boda: el novio agarra por la cintura e inclina a la novia, dispuesto a darle ese beso ante Dios y ante los hombres que la haga suya por siempre.

    ¿De qué trata la película?
    -De amor -dice mi madre.
    -De terror -digo yo.

  17. La pareja acababa de encontrarse después de haber permanecido alejados durante tres años, desde qué él se alistara en el Ejército. Habían esperado con gran impaciencia el momento del reencuentro, que habían fijado en el quiosco del parque donde se habían conocido, con la esperanza de retomar su vieja historia de amor.

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