Viernes creativo: escribe una historia

Pejac es un artista que acostumbra a trabajar en las paredes que encuentra, además de en su estudio. Pasad por su página y encontraréis muchas imágenes que sugieren historias. Como esta, ¿a que sí?

Ants ©Pejac

 

 

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39 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. JUEGOS INOCENTES

    A sara y a Leo les encantaba jugar en el jardín cuando nadie les podía ver. Correteaban, siempre en silencio, por el frío y húmedo césped, enredándose en los arbustos y escondiéndose bajo el seto. Hacían rodar la pelota hasta una portería imaginaria y lo celebraban dando saltos y abrazándose al murmullo de gol.
    Les gustaba seguir a la procesión de hormigas, que ajenas a todo, volvían cargadas de su faena. Las miraban a través de una lupa para no perder detalle, fantaseando con la travesura de los rayos de sol atravesando su cristal y prendiendo una inocente llama.
    Al finalizar la noche se sentaban en sus columpios y se mecían en ellos hasta el alba. Después, como sombras, se desvanecían con las primeras caricias de luz y se dormían con el llanto, que a modo de nana, todas las mañanas les cantaba su madre.

  2. «Imagina»

    La niña que está agachada y sostiene una lupa en la mano, de mayor quiere ser cantante. El niño que está detrás de ella, no. El niño quiere ser futbolista. De la foto no vemos más porque está cortada. Pero si pudiésemos ampliar la imagen por la izquierda, veríamos que detrás del niño hay otro niño, y luego otro, y después otro. Y cada uno quiere ser una cosa distinta. Hay uno de ellos (el vigésimo sexto empezando a contar desde la niña) que, de mayor, lo que quiere es ser taxidermista, lo normal. Si nos fijamos, son siluetas oscuras, como sombras. Y cuando eres una sombra, es muy fácil imaginar. Lo malo es que luego te vas clareando, creces, y te conviertes en un hombre con un traje gris. De todos los niños que aparecen (y que no aparecen) en la fotografía, el único que consiguió su objetivo fue el taxidermista. La niña que quería ser cantante, trabaja de dependienta en una perfumería. Y el niño que quería ser futbolista, es bedel del Ministerio de Fomento. Pero sus sombras se han quedado para siempre pegadas a la pared, imaginando.

  3. UNA DE CINE: APOCALYPSE NOW

    Aquel día el plan les salió a la perfección. Los nanogigantes habían logrado su objetivo.
    Esta vez la voz cantante la llevaba ella, como debía ser. Su hermano, agazapado tras ella, no perdía detalle.
    Esa mañana llegaron temprano, aún de noche, y se escondieron tras un arbusto. Esperaron pacientemente a que al amanecer, con los primeros rayos del sol, los gigaenanos salieran en busca de comida.
    Armada con su lupa, la nanagigante se lanzo al ataque, causando la desbandada y el terror entre los gigaenanos.
    Les encantaba verlos correr, chillar, pero a los nanogigantes lo que más les gustaba era «ese olor a gigaenano asado por la mañana».
    De fondo se escuchaba «La cabalgata de las Valkirias de Wagner».
    Los nanogigantes no olvidaban detalle cuando recreaban sus películas favoritas, amaban el cine.

    • Javier, al leer tu micro es inevitable no convertirse en un niño para sentirse participe de esa locura aderezada con el cine que tan bien describes. Me gustó las referencias al séptimo arte y el homenaje a una gran película.

      ¡Buen Viernes Cretivo!

  4. Amigos Diferentes
    Como cada tarde, Manuel y María se habían citado en el parque, al lado de la tapia, donde según habían descubierto, salían los liliputienses desde sus cuevas para estirar las piernas, hacerse con comida y sobre todo para que jugaran un poco los niños.
    María y Manuel se habían hecho amigos de los diminutos Marcos, Laura, Paula y Antonio.
    Por eso, cada anochecer acompañados de sus lupas, se dirigían para poder reconocerlos, llevaban hasta la tapia las canicas con las que se entretenían los nuevos amigos.
    Y así pasaban casi dos horas muy divertidas, llenas de alegría y risas, hasta que la noche impedía que pudieran continuar con el juego.
    Entonces, un poco tristes, cada grupo se retiraba a sus hogares, unos situados en cómodas viviendas y los otros guarecidos en pequeñas cuevas en las que se guarecían del peligro que suponían las fieras, así como las inclemencias del tiempo.

    • Gloria, un microrrelato que es todo un homenaje a la amistad infantil, pues cuando uno es pequeño el juego y la diversión unen más que cualquier tema de ética o religión. No sé si era tu intención, pero también detecto una cierta critica social.

      ¡Buen Viernes Creativo!

  5. Crisis

    Pobre Floriano, no sabe qué hacer. En la facultad de químicas nadie le explicó cómo resolver la situación acuciante en la que se encuentra. Y la experiencia de becario en una multinacional, las horas como profesor particular, los años trabajados como agente de seguros, dependiente en el Leroy Merlin o dispensador de gasolina tampoco le son útiles. Pero no puede desfallecer y continúa buscando la solución en el foco del problema: el maldito manual de magia —garantía de un futuro prometedor, como reza en su portada—. Mientras, sus hijos juegan como si nada en la fachada de casa, convertidos en sombras chinescas, con la única prohibición de alejarse de ella. Aunque su mayor preocupación se llama Olga, su mujer, que lejos de ayudar, le ha amenazado con denunciarle a la policía si en el plazo de 48 horas, sus pequeños no recuperan su estado natural.

  6. Imagina
    que salto
    que vuelo
    que arraso

    Imagino
    el alarde
    las alas
    el don
    con que abrasas

    Imagina
    que el muro
    se abre
    se asoma
    al asombro

    Imagino
    a la sombra
    ardiendo
    por la lupa
    en la luna

    Imagina
    el impasse
    del aire
    caliente
    en mi faz

    Imagino
    a la niña
    de ayer
    y su primer
    beso boraz.

  7. LA HUIDA
    La invasión de estos pequeños a un hormiguero, mirando tranquilamente cómo miles de criaturas huyen despavoridas, me evoca esas situaciones que a diario se producen contra el ser humano. Y no sólo por catástrofes naturales, sino por motivos muy diversos, cuyos reos de la acción son difíciles identificar
    Los niños están jugando a destruir. Es posible que no aprecien lo que están haciendo en la medida de lo que supone Su acto no tiene interés o propósito alguno. Es una diversión. El espanto que me produce la imagen va más allá de falta de misericordia de estos pequeños, aunque también me preocupa.
    Mi imaginación, como ya he dicho, se traslada a esos lugares de la tierra donde, quien quiera que sea, y siempre en pos de intereses económicos explotadores, intolerantes o fanáticos, van sembrando de horror y muerte el planeta mientras los demás miramos impasibles y hasta olvidamos de un día a otro, aunque nos cause haya causado dolor. No queremos más guerras ni discriminaciones, ni persecuciones, pero ahí están cada día.
    Las hormigas, unas mueren y otras huyen, como los hombres, pero seguro que tienen mayor posibilidad de encontrar otro hormiguero donde refugiarse. Si salen con vida.
    Su camino hacia otro lugar será más llano que el camino de tantos hombres que dejan su vida en esa escapada, ya sea por tierra o mar.Y si llegan a sitios tranquilos encuentran vallas con alambres hirientes.
    Pocos se salvan.

  8. Sin saber cómo los dioses, lo cuales nos habían bendecido con aquel don, nos estaban castigando ahora con él. Vagábamos por la tierra huyendo de todo lo que antes nos había hecho dichosos, sin poder encontrar refugio en ningún lugar. Primero nos hostigaron con el agua, luego con el viento y ahora con el fuego. Verdaderamente parecían niños jugando con nosotros.

  9. Tributo

    Sigue tu camino
    me dijeron.
    Y descubrí
    los signos y las cosas.
    Con ellos dibujé
    el ánimo errante en las paredes.
    Entonces
    los muros de la infancia
    eran ventanas.

    Fui Watson.
    Contemplé a Sherlock
    mientras desentrañaba el universo
    con el tesón de las hormigas.

    Hoy soy recuerdo:
    huella y sendero.

  10. Caídos del cielo

    Siempre habíamos pensado que una invasión vendría del cielo, con naves espaciales, de las cuales descenderían unos aliens, acaso de color verde. Los encargados de divisarlos serían oficiales de la Fuerza Aérea.
    No sabíamos que serían microbios adosados a un meteorito, que caerían en la Tierra y allí comenzarían a desarrollarse. Mucho menos que dos niños con una lupa los descubrirían y correría por cuenta de ellos el primer contacto.

  11. El miedo no es selectivo

    Rosa jugaba en el patio mientras Juan, más temeroso, sólo la seguía a cierta distancia, ella con su particular curiosidad pretendía averiguar cómo se las ingeniaban las hormigas cuando algo interrumpía el transcurso de su letanía, siempre en fila, milimétricamente separadas una de otra hasta llegar al lago, ese pequeño charco que ella había ideado y, para ello, obligado al niño a orinar justo ahí. Eran mis hijos, hoy tendrían 20 y 18 años, pero nunca los cumplieron porque alguien entró aquel día y se los llevó, les encontraron meses después enterrados en un pequeño zulo, tan pequeño como este ascensor en el que me veo atrapado y donde hoy me ahoga la angustia de no recordar sus caras, apenas unas sombras al atardecer que se quedaron grabadas en mi estrecha memoria de un metro cuadrado.

  12. Yashira, un microrrelato muy oscuro, por esas muertes de los pequeños y ese secuestro tan prolongando. Me imagino que en esas condiciones uno debe desear la muerte muchas veces. Me ha gustado, también, la división del micro en dos partes: la primera, bucólica; la segunda, negra.

    ¡Buen Viernes Creativo!

  13. Detrás de ti.

    De niño siempre te seguía porque me gustabas mucho, y tú seguías tus intereses.
    La clase de ciencias era tu favorita y la mía, la de arte.
    Íbamos juntos al parque para que estudiaras la naturaleza y ese hormiguero que tanto te llamaba la atención.
    Yo por quererte conquistar ilustraba tus tareas para que quedaran mejor; me lo agradecías con una sonrisa o una mirada y, cuando fuimos adolescentes, con un beso que me daba esperanzas.
    Así crecimos juntos, yo detrás de ti y tú de la ciencia.
    Hoy ya no te puedo seguir, viajas a un laboratorio muy exclusivo por Noruega, en estudios avanzados de microorganismos rozosfé… no sé qué,
    mientras que yo me convierto en reconocido pintor por recrear nuestra historia en espacios urbanos con siluetas silenciosas como yo.

  14. La flota perdida
    Después de la huida de Gulliver, el emperador de Lilliput, Golbasto Momaren, envió una poderosa flota contra los blefuscuenses, que habían dado cobijo al gigante. Inesperadamente, Blefuscu fue conquistado: la vieja disputa acabó por fin. Sin embargo, Gulliver ya no se encontraba allí.
    Entonces, el furioso emperador de Lilliput lanzó su flota al océano inexplorado.
    –Matad al gigante Gulliver –le ordenó al almirante–. Quiero que muera. Cueste lo que cueste.
    ¿Cuál fue el destino de la flota de Lilliput? Muchos años después, cuando el emperador Golbasto Momaren el Conquistador ya había fallecido, una botella llegó a las costas de Lilliput. Dentro encontraron una nota medio borrada por el agua.
    “…gamos a una tierra de supergigantes, que ellos llaman Brobdingnag. Fuimos salvajamente atacados por monstruosas criaturas. Los barcos ya no existen. Marinos y soldados han muerto.
    Yo he podido escapar con terribles quemaduras. Mi único consuelo es que los habitantes de Brobdingnag tienen preso al inefable Gulliver. No creo que logre sobrevivir.
    ¡Larga vida al emperador!”

  15. Lección

    —¿Qué haces?
    —Matar hormigas.
    —Y, ¿por qué?
    —Porque puedo…
    Perplejo por la respuesta, Juanito se quedó observando. Hasta que un palo captó su atención. Caminó con sigilo, cogió el palo y le pegó con el palo a la niña.
    —¡Ay! Pero, ¿Por qué me pegas?
    —Porque puedo.
    —¡Pero eso no está bien!—sollozaba la niña mientras se tocaba el chichón.
    —Poder, se puede. Pero, ¿Acaso se debe?…

  16. CALOR
    Los hombres miran al cielo con la esperanza de que llueva, temen que se pierdan sus cosechas. Los brujos de las aldeas invocan a un dios todopoderoso, pero él no escucha, duerme mientras descansa. En la casa sólo está su hijo; quien juega con una amiga, oye los ruegos que vienen desde la tierra y, para impresionarla, le enseña como quemar a esos pequeños mortales que quieren despertar a su papá.

  17. Congéneres (o Falacias metafóricas)

    Quizás sea así la vida. Nacer a la sombra del hormiguero y crecer hasta la edad en que los sueños se han desvanecido como azúcar en el agua y solamente queda el gris de empujar los días con el esfuerzo y el sudor, esclavos de un trabajo que, a la larga, no llena. Andar por caminos desconocidos y aprender a evitar los peligros. Aventurarse, junto con los congéneres, en busca de comida y volver a cobijarse antes de que los caprichos incendiarios de cuatro políticos nos quemen la libertad con el fuego y el peso de la ley hecha trampa. O quizás nos hayan vendido la falacia metafórica de la hilera de hormigas acosadas por un par de chiquillos para obligarnos a vivir de esta manera esclava. Sin quejas, dentro de la jaula, y mudos.

    d.

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