Viernes creativo: escribe una historia

Alyssa Monks es una pintora que en los últimos años se ha convertido en una retratista delicada y sutil (os recomendamos echar un vistazo a su obra reciente). Pero hoy os traemos una obra de sus inicios, una escena cotidiana, pero íntima. ¿Cuántas historias soporta una cama? Esperamos las vuestras.

©Alyssa Monks

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25 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. FRAGMENTOS

    Limpié el polvo de mis recuerdos, y me arrellané en el margen izquierdo de la cama. No me atrevía a rozar el vacío de su lado aún tibio en mis deseos. Cubrí con la sábana mis reprimidas lágrimas, el eco de mis besos y las vanas caricias perdidas en el tiempo.

    Las palabras muertas se acostaban en el dosel marchitando mis sueños y sus promesas, mientras que el sabor de la somnolencia amargaba las esquinas del deshabitado lecho.

    Y así fue como cada noche sentía que se iba destiñendo su piel, su aroma y sus gemidos…

    Hoy abrí la ventana, el sol rompía el aire y una brisa colmada de partículas doradas me susurró: Buenos días.

  2. CULTURA

    Las mesillas de noche suelen decir mucho de quien duerme en una cama. En este caso, todo es bastante evidente. Quien ocupa el lado izquierdo tiene en su mesilla un despertador. El tipo de la derecha, ese que parece que se acaba de caer desde el techo, tiene una jarrita con agua. Con estas pistas, ya sabemos quien trabaja y quien no, o al menos quien madruga para ir a trabajar y quien no tiene ningún plan hasta después de comer. Decíamos que las mesillas de noche suelen decir mucho de quien duerme en una cama, pero tampoco es una verdad categórica: hay quien duerme con “El Quijote” en la mesilla porque combina con el estampado de la pared. Algo es algo: tener a Cervantes como parte del mobiliario urbano no deja de ser un acto cultural.

  3. Tedio mañanero

    Silvano González se murió de sueño después de que su amante, Fuencisla Bernabé le hiciera el amor cuatro veces seguidas. Él luchó por su vida y por su hombría como el animal que todos sabían que era. Ella, terminada la faena, se sentó en la butaca de enfrente a contemplar las sombras que hacían los pliegues de las sábanas, ya casi amanecido el día. Y allí sigue, que no sabe si despertarlo para que se vaya de una vez o llamar a los de la funeraria y que tramiten lo de siempre.

  4. Todo comenzó
    con una pequeña grieta
    entre las sábanas.
    Una grieta y una mirada esquiva
    que pronto llegó hasta el colchón.
    Primero separó nuestros pies
    convirtiéndolos en náufragos
    -cada uno-
    en su lado de la cama.
    Siguieron nuestras manos
    que aunque lo intentaron,
    no consiguieron salvar la distancia
    Y al final, cuando la cama
    hacía equilibrios sobre dos patas
    desaparecimos tragados por el abismo.

  5. Sábanas Blancas

    Veo esas sábanas y siento tu obsesión por lo blanco, lo pulcro, lo nuevo. Y yo quiero poder manchar mi cama. Beber vino si quiero. Saltar con los pies sucios después de correr por el barro. Odio tu sonrisa de satisfacción cuando sacas la ropa de la lavadora, y todo, todo es blanco en esta casa gris. Incluso tus dientes que relucen con la luz apagada. Me da asco tu contagiosa obsesión. Si cumpliera mis sueños estas sábanas se teñirían de tu enfermiza sangre y todo sería rojo, al fin, un color con vida, un color orgánico, palpitante. Sudo. Comienzas a mirarme mal. Salgo a rastras de la cama, animada por un único motivo. Cuando sientas el frío acero cortando los músculos de tu espalda será demasiado tarde.

    http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/2015/11/sabanas-blancas.html

  6. DESEO
    Pilar Alejos

    Tras una noche de amor apasionado duele abandonar nuestro cálido lecho, cuando entre sus sábanas blancas aún conserva los gemidos, los tequieros e incluso el calor de tus abrazos o el sabor de nuestros besos.
    Al verte así, profundamente dormido, desnudo, rendido y sin aliento, me provocas ternura y un amor inmenso, por esas madrugadas unidos en un solo cuerpo, por dárnoslo todo, por amarnos sin miedo.
    Adiós, espero que regreses pronto, deseo…

    @1961_pilar

  7. Fue solo esa noche, «sin nombres, sin compromisos», dijiste… Y yo acepté.
    Acepté a cambio de tu piel, de tus caricias, de tu entrega total. A cambio de unas horas llenas de deseo diluyéndose por un mar de caricias frenéticas. Acepté tus condiciones solo por… decir amor, supongo que es mucho decir, pues se pudo ahogar en un par de miradas mezcladas con el final de tu copa, pero sí, quise amarte por un instante como no amé nunca a otra mujer o, al menos, como la que llenó el hueco de mi maltrecho corazón esa noche.
    A la mañana siguiente, mientras el sol trataba de guardar el calor de la hoguera que incendió aquella cama, yo abrazaba la cabecera, tratando de recordar aquella canción que hablaba de una ausencia en un colchón.
    Bien supuse que era de Sabina, pues siempre andaba con él en mi cabeza. Pero comprobé que tu ausencia fue más grande en mi corazón.

  8. Se durmió dándole la espalda para evidenciar su enfado tras la discusión. No sabe que hace horas que ella se marchó, cansada de vivir así. Tal vez se dé cuenta cuando la luz inunde su rostro, ella siempre se encargaba de bajar la persiana.

  9. LA LADRONA DE SUEÑOS

    Esta mañana el sol entra por la ventana sin cortinas de la habitación del hotel y araña mis ojos hasta que consigue subir mis parpados. Tú duermes boca abajo y el sol no parece suponerte un impedimento para dormir, todavía estás más a gusto en ese barco que navega entre sábanas espumosas y caldeadas por sus rayos. Enseguida me levanto, no aguanto tumbada en cuanto me despierto, y me acomodo en la butaca frente a la cama. Me fumo un cigarrillo mientras te contemplo. La espalda desnuda y aferrado a la almohada como si fuera tu amante. Es gracioso, anoche me jurabas amor eterno, y acabábamos de conocernos, y ahora ya te vas con esa. Te veo ahí, dormido e indefenso. Tan inocente como un niño. Como los otros. El sueño os iguala a todos. Me aparta de vosotros. No me dejáis entrar en ese íntimo espacio. Y estas sábanas tan blancas de los hoteles, que me sacan de quicio. ¿Qué pretenden, parecer las nubes donde flotan vuestros sueños? ¿Por qué nunca os despertáis antes que yo y apagáis esta soledad inmensa con un beso largo y profundo? ¿Qué esperáis para abrazarme? Pero ya es tarde. Ya tengo en mis manos el bisturí de diseccionar sueños. Y en las sábanas teñidas de rojo, encuentro el olor y el sabor de tu sueño.

  10. SECRETOS DE GUASAP

    Esta pobre chica se está encariñando conmigo; tendré que cortar esto, pero ya.
    Eso es lo que pensé anoche mientras cenábamos. Luego, excitado con tantas caricias le hice el amor dos veces seguidas y, agotado, me dormí antes de hablarle de mi intención de acabar con esta historia nuestra antes de hacerla sufrir.
    Hoy me ha despertado el sonido de su guasap. Ella no estaba en la cama y no he podido resistirme a leerlo. Mónica, que debe ser amiga suya, le preguntaba si ya le ha dicho al mamarracho con el que se acuesta que tiene que dejarle. Parece que la mosquita muerta ha decidido, por fin, casarse con su novio quien, además, es mucho mejor amante que un servidor.
    Me he sentido tan avergonzado y herido oyéndola cantar tranquilamente en la ducha que he decidido robarle el móvil. Le voy a explicar un par de anécdotas simpáticas a ese semental novio suyo. Falsa más que falsa, que clava puñales de amor que no siente, que hiere de muerte con su mirada tierna y sus manos de seda. Me duelen hasta los besos que le dí, me escuece hasta el alma.
    Cuando vuelva a la habitación no pienso ni mirarla a la cara ni decirle adiós; me haré el dormido hasta que se vaya.

  11. La mujer soñada

    Te sueño todas las noches. Eres rubia, alta, delgada. O morena, con el pelo muy largo y la piel blanca. Algunas veces, la tienes de ébano y las curvas rotundas. Otras, tu cabello es cobrizo y tu cuerpo se cubre con pequeñas pecas. Entras en mi cama sin permiso y te vas sin avisar, como un vampiro que huye de los primeros rayos de sol, dejando sequedad en la garganta y las sábanas deshechas a mi espalda. Lienzos que no podré estirar cuando despierte, porque están intactos. Tú bien podrías haber sido el amor de mil días, como lo eres de las horas silenciosas. Cuando el despertador suene, sin embargo, ya no quedará nada de ti en mi recuerdo. Ni siquiera las arrugas de la ausencia sobre el lado de la cama frío.

  12. Vanni
    Esta mañana se me pegaron las sábanas y tuve que salir a toda prisa. Parecía que sería un día en que todo iba a salirme mal. El metro tardó una eternidad y, cuando por fin llegué a la oficina, la etiqueta identificativa no funcionaba. El trabajo fue una pesadilla. La jefa me riñó porque no le gustaba un informe que le presenté el lunes. Tuve que quedarme hasta tarde para rehacerlo. Cuando regresé al piso eran casi las diez de la noche. Iba a quedarme un rato viendo la tele, pero vi a Vanni todavía acostado en la misma posición en que le dejé por la mañana. Me quité la ropa y me quedé abrazada a él. Me gusta tocar su piel de silicona.

  13. Mentiras

    Nos conocimos en ese famoso bar de la capital. Dijiste que era la primera vez que ibas, más no te creí. No importaba, solo importaba que estabas ahí. Paseamos por aquella calzada de estilo colonial y debajo de una bombilla fundida te robe un beso. Dijiste que no hacías eso con alguien que apenas conocías. Otra vez no te creí. Pero no importaba mientras tocara tus labios. Fuimos a un hotel y ahí juraste que me amabas, que nunca habías sentido tanto placer en tu vida y que te quedarías conmigo. Sabía que también era mentira, pero no me importaba mientras te tuviera. Tus mentiras se revelaron cuando me dejaste en la mañana, solo, en la cama del cuarto. No me importó, yo tampoco hablé con la verdad. Mi nombre no es Carlos, como sé que el tuyo no es Manuel.

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