Viernes creativo: escribe una historia

 

Hablemos de regalos sorpresa…

Una pintura de Drew Darcy

©Drew Darcy

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30 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. En el momento en el que pensé que nunca podrías sorprenderme más, apareciste desnuda ante mí con una cajita roja. Emocionado, comencé a abrir el paquete y descubrí un corazón. Y justo en aquel instante, caíste en mis brazos.

  2. Los amigos del novio querían sorprenderlo y pensaron en hacerle una Despedida por todo lo alto. No podían faltar vaginas gigantes, muñecas a tamaño real y… una auténtica mujer, de carne y hueso, saliendo de una caja con gran lazo rojo. El problema es que, en el pueblo, ninguna se prestaba para salir desnuda y no se podían permitir contratar una chica de otro lugar.
    Asi pues, la Gran Despedida de Soltero tuvo como actuación especial a las chicas del pueblo, recatadamente vestidas, bailando el último éxito de Zumba. Entre las bailarinas, la novia era la más sensual y lasciva de todas.

  3. Contemplé las delicadas curvas de tu cuerpo mientras las sombras escondían pequeños trazos de tu piel. Tú, tan delicada, tan sensual como siempre, dejabas caer la mirada, presa de un sentimiento de vergüenza que me volvía loco. Sonreías, mientras me ofrecías el mejor de tus encantos: Tú, toda tú. En conjunto, sin partes a resaltar, todas importantes, todas maravillosas, todas imprescindibles para disfrutarte entera.

    “Hoy quiero probar algo diferente” me dijiste, mientras ocultabas algo entre las manos. “Lo que quieras” dije sin dejar de observarte, de aprenderte, de saborearte sin haberte tocado. “Lo que quieras, siempre” repetí sin dejar de sonreír, preso de la inmensa gratitud que sentía por tenerte… porque hoy te tengo, porque eres y serás siempre: Tú.

  4. No hipes más. Basta. Déjalo. ¿No ves que vas a destrozar el maquillaje? Con el trabajo que me ha costado. Y las medias, y los tacones. ¿No ves que todo es especial para ti, por ti, preciosa?. Es que eres preciosa. ¿Ves? Así es como quiero que me recibas, soriente y desnuda hasta el aliento. Cómo me alegra saber que no tienes vello que me enturbie la visión. Pon las manos atrás, de esta forma, y sujeta mi regalo. Eso es. Anda, anda; ven aquí que te abrace y te consuele. No llores más. Olvida ya. Qué más darán tu mamá y tu papá. Ahora sólo soy yo, y tú. Ya crecerás, se te hará el cuerpo mujer y lo entenderás. Ven, vamos a la biblioteca, que quiero saborearte mejor con la luz de esa sala.

  5. NADA
    Ella se cansó de ser solo un objeto para él.
    Le entregó un regalo y le dijo:
    – En su interior está todo lo que significas para mí.
    Él lo abrió, vio que el interior estaba completamente vacío y le dijo:
    – No hay nada.
    A lo que ella le contesto:
    – Exacto, igual que el contenido de tu cerebro.

  6. Detalles con importancia

    Lo he intentado, de verdad, no te enfades. He cogido el sobre que dejaste en el buzón con las instrucciones. He subido a casa despacio, haciendo ruido con los pies para que me oyeras y te prepararas. He abierto la puerta con sigilo, después he ido al dormitorio y me he ido quitando cada prenda en el orden que has descrito. He cogido la cinta para atarla donde me pedías. La culpa en realidad ha sido tuya. Eres tú quién ha olvidado indicar que me quitara los calcetines y ahora, qué quieres, no hay quien te ate el lazo.

  7. La momia
    Después de tanto tiempo en el interior de aquel sarcófago parecía mentira que su piel hubiera conservado tal tersura, que la firmeza de sus nalgas fuera aún mayor y que sus senos siguieran apuntando al paraíso. De haber sospechado el Faraón que envejecería así de bien, jamás habría cambiado de favorita ni habría añadido a su ajuar aquel pequeño camafeo en el que cabe hoy tanta venganza.

  8. CAMBIO DE DIRECCIÓN

    Desde aquel día nunca supiste acertar con los regalos. En la estantería reposan aburridas las tazas de insulsos mensajes, los platos con monumentos que no creo que llegue a conocer y los marcos con una imagen de personas repetidas una y otra vez como clones de nadie.
    Dejo que se pose el polvo sobre ellos, que la luz que entra por la ventana los queme y que la corriente al abrirla consiga derribarlos.
    Siento no poder darte las gracias al recibirlos y lo que más siento es aquel lazo rojo que te entregué junto a mi pureza. Desde entonces las sortijas, las rosas, los besos, las risas… tienen otra dirección de correos.

  9. EL REGALO:
    Trajeron la tarta y cantaron todos a coro. Yo soplé con fuerza y esperé, ilusionado, mi regalo; el regalo y el ritual de desenvolverlo, empezando por el cuello de tu blusa y acabando por el lazo rojo.

  10. TU CARA ME SUENA

    Vale que te gusten las sorpresas, que queda muy glomuroso presentarse así, desprendida y con un regalito sobre fondo de glúteo, pero entiende que no todos sigamos las mismas pautas. Yo, por ejemplo, necesito cierta planificación para recibir una sorpresa. Necesito prepararme para un imprevisto, en fin, que me avisen con antelación. De haberlo echo, me habría desvestido para la ocasión. Por cierto ¿Nos conocemos de algo?

  11. ¡Sorpresa!

    Primero te sorprenderá que, sin pedirlo, tu objeto más preciado después de otros tres o cuatro, se muestre así ante ti sin haberlo demandado, pero te satisfará la predisposición.
    Luego, el regalo tan preciosamente envuelto te elevará el orgullo y el poderío hasta que al abrirlo entiendas porque ella solo viste una máscara antigás.

  12. La tercera en discordia, por Luciano Doti

    Eva se dejó convencer por la serpiente y esperó a Adán con un regaló: una manzana deliciosa.
    Adán comió gustoso esa fruta prohibida. Luego supo que Eva se la había dado inducida por la serpiente, que no era otra que Lilith, su primera esposa.
    Lilith estaba resentida porque el dinero no le alcanzaba y su acuerdo de divorcio con Adán había sido poco ventajoso.

  13. −Pero, señora Jones, ¿no recuerda la que se armó cuando se operó los pechos? Al doctor no tiene por qué regalarle nada. Basta con que nos abone la factura.

  14. ¡Sorpresa!

    A Maika le encantan las sorpresas y descolocar a su marido con ellas. Esta mañana le ha llamado por teléfono desde un taxi, fingiendo que se dirigía al simposio que les mantiene separados toda la semana. Media hora después, entraba en su casa con el sigilo de una ladrona. Ahora, le espera en la penumbra del salón, vestida con tan solo unas gotitas de Channel nº 5 y un lacito rojo en su entrepierna. Oye la llave introducirse en la cerradura. Suspira nerviosa. La puerta se abre y su marido enciende la luz. Por primera vez la descolocada es ella.

  15. CÍCLOPE

    _He decido dejarlo, _dijo Cristiana a punto de llorar. _No lo soporto mirándome por su único ojo.
    _Piénsalo bien. El hombre es un buen tipo, además es un buen lector; bueno, al menos en su oficio lo necesita.
    _Estoy de acuerdo, _agregó Lyda, abrazando a su hermana.
    _Está bien, les agradezco mucho sus opiniones. Pero pensándolo bien… si lo dejo, quién me leerá cuando me vaya a dormir?

  16. PETER GANÁNDOSE EL PAN
    Después de desprendernos del perfecto envoltorio que, recubierto de líquido amniótico, protegía nuestra fragilidad, nuestras madres nos regalaron la vida. A las pocas semanas, entramos en el jardín de infancia, por separado, y antes de comenzar a gatear, ya nos habíamos convertido en inseparables amigos. Adentrándonos en la adolescencia, me dijiste que tu corazón tenía el aforo limitado y pensé que, en él, cabíamos tú y yo; pero, cuando intenté besarte cómo un Peter Pan, la patada en las campanillas a lo Wendy, me hizo creer en nunca jamás. En mi dieciocho cumpleaños, me acosté sin abrir regalo ni probar bocado y, aunque nuestra amistad continuaba, te eché de menos. A medianoche, un haz de luz tras las cortinas, captó mi atención y me desveló. Tenía que despertarme temprano para ir a trabajar, pero, al no poder conciliar el trabajo con una vida de ensueño, levanté las cortinas de tela oscura y, aunque ya no creía en la magia, apareciste tú, de espaldas a la ventana, envuelta en un tul negro. Cuando abrí y vi la media luna reflejada en tus nalgas, la pasión turca ya me recorría todo el cuerpo. Me entregaste tu regalo, tu alma y todo tu cuerpo, envuelto en cinta roja de raso y, sin mediar palabra, todo tu ser me insinuó: que había llegado la hora de abrir tu corazón y que yo disponía de uno de los dos sillones de aforado. Te abracé y, entrelazando nuestros cuerpos, cómo un todo incandescente, nos entregarnos a la noche.

  17. VÍRGENES

    Tras los fastos de ese día tan especial, casi siempre con la oscuridad como testigo, se desnudan de ropajes y miedos para entregar a sus maridos el regalo más preciado, en la gran noche de bobas.

    *L*

  18. AGRADECIDA

    Era su modelo preferida y ella lo sabía. Le reservaba los posados desnudos, los mejores pagados, y la dejaba adornarse a su guisa: con abanicos estratégicamente colocados, con pamela y una flor, o con medias y tacones de aguja, pero siempre con guantes largos de satén.
    Hoy es su cumpleaños y, a su espalda, esconde una sorpresa envuelta en un lazo de raso rojo. Sabe de su obsesión por las nalgas bien prietas; después de la sesión de fotos le entregará las suyas en bandeja junto a la cajita que contiene un delicado frasco…de vaselina.

  19. FELIZ CUMPLEAÑOS, AMOR

    Me compré ropa interior exquisita y en la papelería un lazo de raso rojo, enorme, que grapé en mis braguitas de encaje chantilly. Pedí la tarde libre en el trabajo. Pensé que tendría que urdir un embuste, atraer a mi marido a casa a aquella hora inusual para darle su sorpresa de cumpleaños. Sería un día especial.
    Al entrar me encontré a una joven desnudísima en nuestro sofá. Lucía un lazo tan grande como el mío en su larguísimo cuello. Tan largo como los tacones que llevaba puestos y que mi marido lamía con fruición, a cuatro patas y vestido de lagarterana. El muy imbécil había reventado las enaguas, con lo que le costaron de bordar a mi abuela.
    No entiendo como aquella foto acabó saliendo en el telediario. Juro que no era mi intención cuando la compartí con mis amigos.

  20. SORPRESAS
    Y que también nuestra vida sexual era aburrida, me dijiste. Esto me sorprendió viniendo de ti, que procedías de una familia tan tradicional. Sinceramente no me lo esperaba. Quizá era influencia de las charlas en la máquina del café, con las secretarias más jóvenes de la oficina.
    He pensado sobre ello, y he decido que probaré algo nuevo. Me han recomendado un bar de copas. De allí he vuelto con un par de chicas, una con un buen culo y una mulata. Me esperan en la habitación y dicen que tienen un regalo para mí… que me van a mostrar por qué todo es distinto cuando sólo participamos mujeres.

  21. Nuestra gran boda

    Cariño, he organizado nuestra gran boda. No me he dejado ningún detalle. He escrito una pequeña lista de invitados, que me cabe entre dos neuronas y solo tiene un par de nombres. El lugar donde quiero celebrarlo está amueblado con mesitas de noche y un aparador con cajones. Tú deberás vestir un traje nuevo, a ser posible con una pajarita blanca. El resto no importa. Yo no me voy a comprar nada, iré con mi vestido naranja, el que más te gusta, que procuraré broncear a base de sesiones de playa. No habrá arras y nuestros únicos testigos serán dos paisajes que cuelgan de las paredes. Así que los anillos los portaré yo, dentro de una caja de color rojo. Me han dicho en la tienda donde los he comprado que son de un material nuevo, que vibra cuando se colocan, que proporcionan mucha felicidad en poco tiempo y que no duran toda la vida.

  22. Amargo
    Dijo que tenía un regalo para mí. Me hizo mucha ilusión.
    –¿Qué es? –le pregunté.
    Cuando me mostró una simple manzana, no pude disimular mi decepción.
    –¿Una manzana?
    –Sí, una manzana, pero una manzana del árbol prohibido. Pruébala. Sabe muy bien.
    Se la arranque de las manos y le di un bocado. Debo admitir que sabía igual que cualquier otra manzana. Al levantar la vista, advertí su mirada inquisitiva.
    –Está muy buena –le dije.
    Lo que sucedió después creo que es de dominio común. No tengo por qué contarlo.
    Ahora, tantos años después, el recuerdo de esa manzana me resulta amargo. Sin embargo, nunca se lo he dicho a Eva.

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