Viernes creativo: escribe una historia

Desde que en 1882 Auguste Rodin modelara El Pensador —en un principio El Poeta—, no ha dejado de cavilar. ¿Te atreverías a contarnos en qué está pensando?

El_pensador_en_La_puerta_del_Infierno.jpg

El Pensador, Auguste Rodin

Te invito a dejar tu historia en un comentario en esta entrada, en facebook, en google+, en twitter, en tu blog o donde quieras, el asunto es escribir.

18 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. POSTUREO

    El pensador de Rodín, sobre todo, se ve que ha pillado la postura. Es como cuando estás en la cama y das con una posición en la que todos los huesos están en su sitio exacto del colchón, aunque estéticamente parezca que te acabas de caer de un octavo piso. Este tipo encontró una piedra plana hace 136 años, acomodó sus brazos a sus piernas y se quedó ahí: sin pensárselo dos veces.

  2. Ignacio solía hacer el gesto de estar pensando algo importante, muy frecuentemente. Esta costumbre la tuvo desde que vio una reproducción de El Pensador, de Rodin. Dio por hecho que la mejor manera de meditar era la de la escultura y cuando, por ejemplo, estaba con sus compañeros de clase y estos le pedían su opinión sobre algo, él tenía que sentarse donde fuera y adoptar la famosa postura pues, si no lo hacía, se quedaba en blanco…
    Hace muy poco tiempo, Ignacio pudo ver la estatua original, en una exposición itinerante. La situación ha cambiado, viviendo ya la madurez. Ahora se pregunta el por qué de adoptar la posición de pensar si, en realidad, nunca le ha gustado hacerlo. Ironías del destino…

  3. Pensar o no pensar

    Hay personas que actúan sin pensar y si yo hubiera sido de esas personas, estoy seguro de que mi vida sería otra. Pero el día en que ella me dijo ahora o nunca yo me quedé parado, meditando mi decisión. Había tantas cosas que pensar, si quería vivir con ella en la ciudad o en el campo, si tener hijos o no, si abrir un pequeño negocio o cada uno trabajar en lo suyo y encontrarnos por la noche y los fines de semana. Si prefería que la pintura de las paredes fuera blanca o de colores, si quería seguir siendo carnívoro o hacerme vegano, si en los cumpleaños nos haríamos regalos sorpresa o nos diríamos lo que cada uno quería. De tener hijos, irían a colegio privado o público, estudiarían inglés o francés. Aquello empezó a complicarse con el cuidado de nuestros padres cuando envejecieran, si la familia o una residencia. Y si conocía a otra, me separaría o seguiría con ella, o tendría amantes esporádicas. A veces la veo pasar, me mira, me saluda. Creo que se casó, tuvo hijos, se ha hecho mechas para tapar las primeras canas y luego tinte para taparlas todas. Pronto se jubilará y yo todavía no sé qué hacer, qué decidir. Si actuar o no.

  4. El borde de Rodin…

    Llevo siglos sin cambiar de postura y aún tienen la desvergüenza de decir que qué bien me conservo. Tengo el codo destrozado, las articulaciones hechas migas y la espalda harta.
    Eso sí, todo el mundo se para y me llama guapo. Al menos podían haberme esculpido durmiendo.

  5. KARMA

    Meditabundo, el príncipe de las tinieblas, apostado a la puerta del Infierno, espera pacientemente a que se acerquen a él los más altos dignatarios del mundo terrestre, los más poderosos, los más avariciosos y ambiciosos. Reflexiona en el castigo que les puede infligir y a qué círculo enviarlos.
    Mientras en la Tierra ellos, ignorando el peligro, siguen absortos en sus errores y mentiras.

  6. Impostura

    Por fin, una vez cerradas las puertas del museo, puede moverse y levantarse para alargar los músculos y movilizar las articulaciones, principalmente la muñeca derecha que el bueno de August llevó al límite.
    Tras una buena ducha reconfortante para su cuerpo dolorido, se tumba todo estirado para pasar la noche con el sosiego de no sentirse observado.
    Y ahora sí, ahora es cuando puede pensar tranquilamente e incluso creer que existe.

  7. En mis pensamientos
    Tú estás muy pensativo, ¿qué te pasa?, pregunta la insoportable de mi hermana. Desde que cumplió los dieciséis se cree con derecho a controlarme como si fuera mi madre. “Asesinarte” pienso, pero no se lo digo. Si algo he aprendido desde que mamá murió, es que calladito se está mejor. Mi hermana se pasea entre el sofá y la tele con aire de Sherlock Holmes. Será mejor que me lo cuentes, dice. Para que se salga del medio, miento un “echo de menos a mamá”. Ella se para en seco y me mira con pena. Es patético su amago de lágrimas asomándole entre los párpados. Pero mi truco funciona. Se marcha a la cocina y me deja en paz.

    Me acurruco en el sofá sobre el regazo de mamá, que solo aparece cuando estoy solo. Me acaricia la cabeza mientras murmura: buen chico. Le sonrío feliz.

    – Ahora ya sabes lo que tienes que hacer – dice poniendo en mis manos las tijeras, y echando una significativa mirada a la figura de mi hermana que trajina en la cocina.

    http://laletradepie.com/en-mis-pensamientos/

  8. DESNUDO PENSAMIENTO

    Y allí se quedó, pensativo, estático, abstraído en el tiempo; con la duda de si darse la vuelta o quedarse suspendido en ese instante de manera eterna.
    El Averno siempre fue su escape, un lugar donde estar, donde disfrutar de los placeres más delirantes, donde sentir que la piel no es de bronce sino de una materia extraña que se eriza al contacto, que se ruboriza en una caricia, que se humedece en un estado accidental…

    La libertad estaba en su mente integrada al infierno y su corazón dormitaba en un latón brillante.
    Detrás… todo un sueño esclavo de los sentidos, delante… una imagen cálida de inocencia, que en un leve devaneo acentuaba una mirada mientras la toga de su vestido se deslizaba mostrando la desnudez de un cuerpo carente de brazos, desterrada de grandeza y reclinada en una figura de mármol en la que asomaban sus pechos y los exponía a la vida y a la venta de su alma.

    Lo demás fue fantasía…

  9. REFLEXIONES FISIOLÓGICAS
    Después de machacarme en el gimnasio, a veces sin pensarlo, otras inventándome alguna excusa de ocasión, me encierro en el retrete y me aposento en modo cavilaciones. Si se me ocurre algo ensimismado, me pongo a filosofar, y me siento como un adonis. Si no surge nada pronto, como ocurre la mayoría de las veces, entre flatulencia y flatulencia, voy encontrando cadencia en los desaires de la actualidad, y me pongo a divagar. Me pregunto, y también me respondo, sobre aspectos tan cruciales como: si el Reino Unido ha salido Brexit, y ha decidido despojarse de Europa, ¿cómo serán las cumbres europeas sin el acento británico, en ingles? Si se convocan unas reelecciones, ¿cómo puede influir una jornada de re-reflexión en la economía y sanidad españolas, aumentará la demanda de paracetamol e ibuprofeno, habrá copago sanitario o los políticos se evitarán esos quebraderos de cabeza? Si se presentara a presidente el gran actor Nacho Vidal, que no ha tenido que buscar trabajo en el extranjero gracias al tamaño, como gobernó en su día Arnold Schwarzenegger, y también fue actor porno, ¿anunciaría un buen paquete de medidas de medidas desproporcionadas, tal vez podría formar tríos políticos o quién sabe si atrevería intentarlo con las orgías parlamentarias, sin apenas dialogar? Si llegan turistas británicos, no europeos, en una embarcación, en malas condiciones, ¿deberíamos negarles el asilo político después de advertirles que con los barcos no cuela eso de conducir por la izquierda, o tal vez entregarles una pulsera de todo incluido para un hotel en Ibiza? Otras veces en cambio, en la tranquilidad del hogar, me pongo a reflexionar seriamente, una vez cubiertas mis necesidades fisiológicas básicas, trato de elevar mis deseos a cotas más altas en la Pirámide de Maslow, hasta llegar a la autorrealización y, más humano, intentar transcender mis deseos.

  10. PETRIFICADO

    No. No dejen que mi pose les engañe. No soy un filósofo. Tampoco un poeta aunque, para ser justo, debo confesar que durante mucho tiempo fue eso lo que más deseé en el mundo y con gusto hubiera renunciado a la eternidad de mi alma por el don de la poesía, por los más bellos versos de amor jamás imaginados. Los versos que, tal vez, hubieran podido cambiar mi destino… Sí, lo adivinaron, soy un hombre herido y sé que no debo recrearme en mis tristezas, que la autocompasión nunca fue buena compañera pero, qué quieren, soy débil y hay días en que, por mucho que lo intente, no puedo evitarlo… Entonces, cuando nadie me ve y siempre sin hacer ruido, lloro un poquito. Hoy ha sido uno de esos días y no saben cómo siento que, precisamente ustedes, me hayan encontrado en este estado lamentable, hecho un mar de lágrimas, pero cuando hace un rato la vi parada frente a mí, observándome sin reconocerme, preguntándose intrigada por el dolor que adivinó tras mis ojos cansados para alejarse después cogida de la mano de aquel hombre tan alto y sonriente, mi corazón de piedra ha vuelto a romperse, como aquel día tan lejano ya, en mil pedazos diminutos. Y aquí estoy. De nuevo traicionado. Como entonces. Como siempre. Con lágrimas en los ojos y las manos llenas de poemas rotos.
    ¿Qué me ha pasado, preguntas?, cómo explicarlo… La vida y tú.

  11. Me llaman el pensador desde hace siglos. Solamente soy un indeciso que no sabe como interpretar el antagonismo entre la vida y la muerte sin haberme dado cuenta que reside en la trascendencia.

  12. Sin explicación

    Trabajar en el museo Rodin es un privilegio. Recorrer sus pasillos repletos de historia, reencuentros o declaraciones de amor. Deleitarme con sus obras. Disfrutar de su silencio majestuoso. Pero sobre todo, el mayor de los placeres ha sido escuchar durante veinte años las sabias palabras del Pensador. Yo le consultaba sobre los misterios de la vida, mis preocupaciones o el futuro y él con su voz profunda encontraba siempre el camino oculto de la razón. Hasta hace unos días, en que cada vez que le pregunto por qué el museo despide a sus trabajadores más antiguos, se encoje de hombros

  13. LAMENTABLE Y EXTRAORDINARIO MUNDO
    Acodado sobre su rodilla, el Pensador no podía olvidarse de su pasado.
    Subido allí, desde lo alto de su pedestal, había visto pasar el tiempo casi como si se tratara de un suspiro.
    Sin embargo, en ese casi siglo y medio, había sido testigo de acontecimientos extraordinarios y de las más horribles atrocidades: grandes descubrimientos científicos, históricos, arqueológicos y médicos, pero también: luchas por el poder, guerras civiles, dos guerras mundiales, bárbaros genocidios y hasta el terror ocasionado por las letales bombas atómicas.
    Aunque en medio de aquel terror había germinado el arte en todo su esplendor: pintura, escultura, literatura, música, al que se unian nuevas formas de expresión: fotografía, cine, artes digitales…
    Ante sus ojos habían desfilado grandes prohombres y mujeres inteligentes y espectaculares, pero también los más terribles genocidas.
    De su siglo apenas quedaban como testigos hermosos palacios y algunas convicciones mientras se adivinaba que este recién estrenado siglo XXI venía para implantar grandes cambios estéticos, tecnológicos pero también éticos.
    Pero se trataba de una ética muy particular, muy venida a menos, en la que se había olvidado el bien común, a cambio de asegurarse el bienestar propio, y eso, de ello estaba bien seguro, no le gustaba.

  14. ¿QUÉ ME PONGO?

    Y ahora ¿qué coño me pongo?
    Tengo una cita. Quiero deslumbrar a esa mujer en cuanto me vea entrar por la puerta. Mi camisa de lino, esa que me disimula la barriga y las manchas del sudor sobaquil, luce un lamparón de mostaza desde el precámbrico así que la tengo esperando vez en la lavadora. Espera sentada, no sufre.
    La de algodón azul marino me hace flaco y es fresquita, pero con vaqueros voy demasiado oscuro, me resalta las arrugas de expresión y me hace mayor. Quizás los chinos negros con la camisa de rayas, pero es que me miro y veo a Don Rigoberto, profesor de Religión y vendedor de biblias (para servirle a Dios y a usted). Me pondría una que tengo limpia y planchada (del revés como me manda mi madre, por supuesto), la de Led Zeppelin que me queda genial, pero claro, con las abarcas que llevo provoca una combinación tan denunciable como un bulldog con bragas de encaje. Y es que las zapatillas nuevas, que van con todo, están en mi coche, aparcado en la frontera de Los Balcanes.
    El pantalón verde se rasgó al agacharme; es lo que tiene no usar “antical” en cada lavado. El blanco se lo “regalé” a un amigo, que no tiene un duro y viste de lo que nos dejamos olvidado en su chalet cuando vamos a bañarnos en su piscina. Y la camiseta que queda, la llevo puesta todo el día y huele a “Eau de tortilla de ajos tiernos con coche al sol a treinta grados”.
    Mi chica llevará un vestido nuevo; presentarme en bañador le provocaría un ictus. Mal plan para un viernes.
    A ver, recopilando: bañador no, pijama no, chilaba tampoco, el traje de luces no procede y el de mi comunión no me cabe.
    Pues es lo que hay. Tendré que seguir pensado.

¿Qué opinas?