Viernes creativo: escribe una historia

 

Imagina: Una ciudad cualquiera, 1957. Regresas a casa después de un viaje y encuentras la carta de un desconocido en el buzón.

Ayer fui a tu casa y no estabas. Sí, ya sé que no debí hacerlo, que me lo prohibiste, pero ¡ay! no puedo vivir así, sin apenas verte, sin saber de ti. La desesperación de sentirte lejos me consume.

Sabes que haré cualquier cosa que me pidas. Por favor, ¡escríbeme!

K.

Evidentemente es un error. No conoces a esa persona de nada, no sabes de qué está hablando ni que une a K. y al destinatario de la carta. Aun así, le contestas… ¿Qué le escribirás?

Bola extra: si quieres puedes representar también el papel de K. y responder a cualquiera de los comentarios del resto de participantes.

 

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20 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. Querida señora K:

    He recibido hoy, en mi buzón, una carta que usted remite a mi dirección. Siento decirle que ese destinario no vive aquí desde 1950, es decir, hace siete años que se ha ido. Yo soy L. y me he atrevido, no sin dudarlo mucho, a abrir una carta que no va dirigida a mí, por el hecho de que no tengo datos actuales del señor X., al que escribe su desesperada carta, y poder, así, remitírsela.

    El hecho de recibirla hoy me sorprende y me hace pensar que ha estado extraviada todos estos años, ya que usted escribe que estuvo «ayer» aquí. El servicio de Correos no es tan bueno como todos quisiéramos, en este distrito.

    Permítame la libertad de opinar sobre sus breves líneas. Está claro que está (o estaba) usted muy enamorada del señor X. pero no es bueno ser tan desmedida en el amor. Una señorita de buena familia, como no dudo que lo sea, no debe mostrar de una manera tan vehemente su amor por alguien; debe ser comedida y esperar a que el caballero la seduzca y tome la iniciativa. ¡Quién sabe si el destinatario de su misiva huyó por el acoso afectivo al que le estaba sometiendo, con su apremio e impaciencia!

    Querida mía, disculpe mi descaro y, sinceramente, le deseo la mejor de las suertes, tanto en el amor como en la vida.

    Saludos cordiales.

    L.

  2. No sé quien eres, perfecto desconocido, pero ojalá algún día alguien pudiera sentir ese amor por mí.
    Espero que alguien pueda considerarme tan deseable cómo para merecer ser objeto de una entrega así.
    Solo puedo desearte que algún día seas correspondido. Alguien que, como tú, ama con esa intensidad, no puede por menos que ser amado de igual manera.
    Recibe mis mejores deseos, perfecto desconocido, y tan sólo espero que seas inmensamente feliz.
    GLORIA.

  3. Señor K., lamentándolo mucho no sé quién es usted ni conozco a quién piensa que le ha enviado su mensaje. Aunque quizá no le importe, me llamo Amanda y estoy a punto de cumplir setenta años y aunque suene a falsa modestia, creo que muy bien llevados. Al encontrarme su misiva en el buzón me dio un vuelco el corazón, puesto que la última carta que he recibido me la mandaron avisándome del fallecimiento de mi único hijo durante su intento de tomar los acantilados de la playa de Omaha, en Normandía. Imagínese, han pasado trece años. No contaba con esto. Nadie se ha acordado de mí, aunque sea por error, hasta hoy. Por favor, señor K., cuénteme de usted, de sus anhelos, de sus gustos… Para mi será un placer ser su amada por correspondencia. Suya, Amanda.

  4. Estimada K,
    Esta mañana al recoger el correo me he encontrado con tu carta, no me di cuenta y la abrí, pero cuando comencé a leerla vi que no era para mí, lo siento y te pido disculpas.
    Seguramente los nervios te jugaron una mala pasada y por error la pusiste en mi buzón, en realidad el destinatario era mi vecino de la puerta de al lado.
    Aún así, y pese a que yo no soy a quien dirigías tus palabras me he tomado la libertad de contestarte, ya que tus letras me han llegado al corazón, me han hecho ver tu sentida desesperación por amor, tu no saber vivir así.
    En realidad no sé como comenzar, ya que tal vez no sea la persona más adecuada para ello, pero como suplicabas una respuesta creo que la debes recibir. Me gustaría poder contarte otras cosas, decirte que le he dado tu carta y que él te contestará, pero siento decirte que eso es imposible, tu amado Juan hace ya un mes que falleció, lo siento mucho, sé que ahondo en tu desesperación, en tu dolor, pero parece ser que nadie ha sido capaz de comunicarse contigo, no sé el motivo.
    Él, y tú lo sabrás mejor, era una persona muy reservada, y sé, porque así me lo dijo que su enfermedad la oculto a todo el mundo, incluso a ti por lo que veo, yo era uno de los pocos que lo sabía, pero aún así él tampoco me habló nunca de ti.
    Solo decirte que marchó en paz, sin sufrir, pero que se fue como era él, en silencio, sin contar nada, sin decir nada. Ahora su espíritu navega por el mar y estoy seguro que desde donde esté te acompañará y querrá que seas feliz.
    Para terminar decirte que me gustaría conocerte, para contarte todo lo que quieras saber, darte un abrazo de consuelo y hablar de él. Aquí tienes mi número de teléfono, llámame y quedaremos.
    Te mando todo mi ánimo y cariño.
    Javier.

  5. Querida K.,
    Estaba en la puerta de su casa, empapado bajo la lluvia, en espera de que me abriera su puerta, su corazón y – quién sabe- su alma. Sin embargo, sólo pude obtener esta carta que ahora respondo y un enorme constipado.
    ¿Nos no vemos la semana próxima?

  6. CARTA A UN DESCONOCIDO (por Manoli VF)

    Mi querido K:

    Ayer abrí su carta sin reparar en que no iba dirigida a mí. Recién acabo de regresar a casa de unas vacaciones y tenía mucha correspondencia atrasada.

    No le hubiese escrito de no ser porque la angustia de sus palabras atravesó el papel y se quedó enganchada en mi alma. No se a quién buscaba, ni que extraño lazo podía unirle a una persona que le desterró de su vida. No es mi intención juzgar a ninguno de los dos, pues desconozco las circunstancias que les rodean, solo quiero mostrarle el error en que se encuentra al enviarla a estas señas y, por si le sirve de consuelo, decirle que, más a menudo de lo que parece, la providencia sabe lo que hace.

    Un saludo.

  7. Estimado/a K.

    No le conozco, sin embargo, intuyo que su carta va dirigida a la antigua dueña de esta casa, de la cual también estoy enamorado. Y también me pesa su ausencia. Le propongo que quien la encuentre primero, se la quede. Sin importar si es enamorándola o forzándola.

  8. Oviedo, 1 de septiembre de 1957

    Estimado/a señor/a K,
    No tengo el honor de conocerla/le, y usted a mí tampoco, y con esto quedaría todo dicho si no fuera porque su carta se merece, creo yo, una contestación. Su amor es ciertamente conmovedor, pero tantas cosas lo son. Asómese a la ventana de su dormitorio o de donde sea y mire: todo se va tiñendo de otoño, las estaciones se van sucediendo con una tozudez de niño, ¿qué extraño, no?… Me acabo de enterar en el tren de regreso a casa que una mujer había dado a luz en un taxi… Y casi al mismo tiempo, que el Facerías había muerto en Barcelona en una emboscada de la policía. No sé por qué le cuento todo esto, no tiene nada que ver con ese amor del que habla en su carta… o tal vez sí.
    Sin más,
    Una desconocida

  9. Ayer no había nadie en casa. Hace más de un mes que nadie consume el aire entre estas paredes. Entiendo su desesperación, K, yo mismo sufro algo parecido. Esta mañana, al llegar de viaje, como siempre, he llamado al timbre esperando que ella me abriera. No me acostumbro, así que al buscar las llaves en los bolsillos no he podido evitar que de nuevo se me escaparan las lágrimas. Ignoro si su carta va dirigida a la misma mujer que yo añoro, en cuyo caso su pesar estaría más que justificado. Tampoco yo puedo vivir sin ella, eso al menos lo tenemos en común. Podría hablar ahora de cien tópicos, de su cautivadora sonrisa, de su mirada dulce, de su melodiosa voz o de su esbelta figura y todos serían ciertos; al menos para mí. Siempre fue especial a mis ojos y sin embargo nunca había pensado que pudiera serlo para otros. Tan seguro estaba de su amor que pensaba que su aura me pertenecía en exclusiva. Dice que sería usted capaz de hacer cualquier cosa por ella, que le escriba. Por desgracia ella no puede dar ya ese paso, por eso le ruego que acepte mi consejo, olvídela, y déjeme disfrutar al menos del monopolio de su recuerdo. Si su M no es mi M le ruego rompa esta carta y siga intentándolo. Merece la pena perseguir quimeras.

    C, x de xxxxxxxxxxx, de 1957

  10. Querido desconocido, lamentándolo mucho he de decirle que no soy la persona por la que su corazón se desvanece .
    Si a usted le parece bien puede venir mañana entre el ocaso y el anochecer y le devolveré su carta . Le estaré esperando. Hasta entonces.

  11. LOS TRES PROBLEMAS

    Si recibes por error la carta de una desconocida, lo correcto es introducirla inmediatamente en un buzón. Si tú eres un tipo incorrecto y decides abrirla, lo educado es no leerla. El asunto es que abrir una carta para no leerla, es básicamente incoherente. Y tú, aunque incorrecto y maleducado, siempre has sido consecuente con tus actos. Así que lees la carta, donde una tal K te insta, te ruega que vuelvas a sus brazos, que te perdona, dice, y que desea vivir el resto de su vida contigo. El primer problema es que los brazos de K (Cuya inicial corresponde a Kalinslaniskova) están en Ucrania, pero tú no eres de los que te arrugas por unos cuantos de miles de kilómetros. Luego llegas a Ucrania y resulta que Kalinslaniskova es la lanzadora de puñales del Gran Circo de Kiev. Efectivamente te ha confundido con otro, pero aún así insiste en que te ama. El segundo problema es que ya lleváis seis meses juntos y vuestra relación hace semanas que empezó a enfriarse. El tercer problema es que tú haces de blanco en la diana para sus lanzamientos de puñales, y algo te dice que cada día se clavan un milímetro, justo un milímetro más cerca de ti.

  12. París, 24 de septiembre de 1957

    Querido K ¿de Klaus?

    Acabo de regresar de vacaciones y, entre otras cartas, he encontrado la suya en el buzón. Me atrevo a contestarle rápidamente para decirle que no soy la destinataria, pero creo conocerla. La antigua inquilina del piso en el que vivo es amiga mía, se llama Sophie y a menudo me hablaba de un tal Klaus que había conocido durante la ocupación alemana. Al final de la guerra, él regresó a su país y ella tuvo que soportar las humillaciones infligidas por haber frecuentado un soldado alemán.
    Con el tiempo, ya han pasado más de diez años, los rencores se han sosegados, pero ella no ha olvidado a su Klaus. Hace unas semanas decidió marchar a Berlín en su busca; me temo que ha hecho usted el camino inverso. Puede, y así lo deseo, que el destino os vuelva a juntar.
    Reciba un cordial saludo

  13. A vuelta de correo

    Mi queridísimo K:

    Tu carta me ha emocionado de un modo que no alcanzo a explicar. Tanto tiempo esperé, tanto lloré de soledad, tan por costumbre tuve siempre esconder mis sentimientos… Y de pronto tu voz dulce, serena, tan cálida, tan cercana… Un destello de poesía que rasga la penumbra. Y mi corazón, un corazón profundamente herido, se rinde sin remisión.
    Quisieras verme, dices, después de tantos años. Y yo tiemblo de miedo y de ternura. El tiempo, implacable, nunca perdona y de mí tan sólo quedan ya los restos doloridos de la mujer joven y quizá hermosa que alguna vez fui.
    Un alma cansada soy ahora, un alma triste que disfraza de sonrisa su dolor; que, con elegancia decidió rendirse un día, blindarse para no sufrir, para no sucumbir jamás al desconsuelo. Una mujer herida que muy raramente cede al capricho de soñar despierta la fantasía de un amor eterno, mágico e inalcanzable.
    Tarde, muy tarde, comprendí cuánto duele la renuncia, lo no vivido, lo ya perdido para siempre.
    No pudiste olvidarme, dices. Leo tus palabras una y otra vez. Me asusta pensar que no seas real, que tal vez sólo en mi cabeza existas y vago como alma en pena con tu carta entre las manos incrédula, ilusionada e indecisa como nunca estuve. Quisiera protegerte, salvarte (salvarme) de la decepción que presiento. Y sin embargo…
    No soy quien esperas. Eso trato de decir. Nunca lo fui y no pretendo engañarte. Pero el azar, tan caprichoso y enigmático siempre, cruzó en el camino la misma herida sin cicatriz de estos dos desconocidos y tal vez… si tú quisieras…

    Con incertidumbre y esperanza

    L.

    P.D. Rescátame de las sombras, te pido.

  14. A despedida

    Te lo digo por última vez, L, te prohibo que te acerques a mi casa, que entres en ella, me aceches cuando duermo, te metas en mis pensamientos, que formes parte de todo lo que escribo.
    No voy a explicarte las razones que me mueven a una decisión tan brusca, con las penosas consecuencias que los dos sabemos. Sé que al prescindir de ti, renuncio a gran parte de mi pasado, a un futuro más próspero. A acompañar a mis sustantivos femeninos, a los plurales. A llamar a Laura o a Luis a gritos. A visitar Logroño, Lérida o Lucena.
    Pero es una decisión firme y no hay vuelta atrás. Hice lo mismo con la ka y se fue para siempre Kevin de mi vida. Ahora te toca a ti ele mayúscula.

    Hasta nunca.

  15. Nosotros, desconocidos

    Olga toma la carta y con su modo de escribir, pausado y firme, traza las señas del destinatario y de la remitente. Luego cierra el sobre vacío y se dirige al buzón.

    Todo lo que fueron y sintieron está marcado en un reloj que atrasa demasiado. Su historia se quemó en el fuego parsimonioso de las tardes en silencio, en la herida de no mirarse a los ojos. Las cenizas son carne de olvido, abono para el futuro.

  16. Estimado o estimada K.

    He recibido su carta, pero la ha enviado a la persona equivocada. Una vez más. Mis padres querían un niño y nací yo. En el colegio nunca me preguntaron la parte de la lección que sabía, los chicos siempre querían a otra, las chicas tenían otras amigas. En las tiendas atendían a los demás y a mí me despachaban tarde y mal. Me he querido morir muchas veces pero cada vez que lo intento muere otra persona, aquella vez en el río, el camión que lo atropelló, el veneno en otra copa.
    Si me casé fue porque por fin alguien se fijó en mí, qué más daba quién, pero con el tiempo descubrí que no era a quien buscaba y le vi irse, una noche muy fría, desde la ventana con vaho. Desde entonces he tratado de relacionarme lo menos posible y así he conseguido llegar hasta hoy, que recibo su carta y si contesto es porque sé que probablemente usted también sea la persona equivocada y quizás podamos encontrarnos, jugar a las cartas, perder partidas, beber, charlar. Y si no, ¿qué me importa errar, una vez más, a estas alturas?

    Cortésmente, B.

  17. NO TE MUEVAS, YO TE ENCONTRARÉ

    Un desconocido dejó en su oxidado buzón una apasionada carta de amor que no era para ella. Después de pensarlo unos días la respondió con tanto frenesí como le sugirieron las películas románticas a las que era adicta. La dejó en el mismo receptáculo, donde descansó durante años sobre un desesperanzado lecho de polvo. Sin embargo, una mañana, encontró un pañuelo perfumado en lugar de su carta. Envolvía una nota que la citaba para verse ‘donde siempre’. Torpe y eufórica bajó al trastero para desenterrar un neceser casposo con cosméticos caducados. Se pintó los ojos de azul esperanza y los labios de un encendido rouge crepuscular. Salió de casa, con sus sonoros zapatitos de tacón, dispuesta a encontrar a cualquier precio a ese hombre que debía estar esperándola en algún lugar.

  18. EL PRECIO JUSTO

    Oye, cuñada, el pesado de tu amante ha vuelto a las andadas. Esta mañana me he encontrado una nota en el buzón justo al volver del pueblo. Ya puedes agradecer que seamos vecinas porque otra en lugar de avisarte te echa este regalito por debajo de la puerta y con el pronto que tiene mi hermano salimos en las noticias. Ha salido a la familia de mi padre, oye, un carácter que hay que saber llevarlos. Pero ¿qué te voy a contar, verdad? Bueno, si quieres la carta te la cambio por la receta de la tarta de higos. Te espero sobre las cinco, después de ‘Pasión de gavilanes’. Tráete mistelita, guapa.

  19. Estimado Sr. K,

    Lamento profundamente tener que escribirle estas letras. Debo confesarle que sabía antes de abrir la misiva que no iba dirigida hacia mi persona, aun así, me tomé la libertad de abrir el sobre y leer su carta. Algo que no le puedo explicar, me empujó a hacerlo. Y créame si le digo que me siento aliviada por haberlo hecho, a pesar de las circunstancias. Ha sido una suerte que la encontrara yo, recién llegada de pasar unos días en el pueblo, cuidando a la abuela. Me siento tranquila, sabiendo que esta carta no ha llegado a manos indebidas.

    Lamento, con el corazón compungido, tener que ser yo quien le dé esta noticia. Usted no me conoce, ni yo le conozco a usted, pero sí sé de su existencia. Sé que la carta iba dirigida a mi amiga y vecina. Señor K, por errores del destino, se confundió usted de buzón. Y ese simple gesto, tan casual y fortuito, le ha salvado la vida.

    No sé cómo transmitirle mi pesar y mi tristeza, pero debo contarle que ayer en la tarde se presentó un grupo de hombres vestidos de gris y se la llevaron. En mi casa, no se habla de otra cosa, mi padre me ha contado que eran policías y que no dejaban de preguntar por usted. No sabemos dónde se la han llevado, pero mi padre dijo que debería usted volver hacia arriba y no regresar jamás. Aquí en Madrid, no se le ha perdido nada y acabará preso, o algo peor. Yo no entiendo mucho de nada, pero he de decirle que mi padre estaba muy serio.

    Le dejaré la carta en la pensión, donde sé que a veces reside, pero por favor. No vuelva, o acabará metiéndonos a todos en problemas.

    Trate de olvidar, nosotros nos haremos cargo de ella, así lo ha expresado mi padre y así se lo transmito yo.

    Sé que la quiere, por su bien y el de ella, desaparezca.

    Reciba mi cordial afecto,

    S.

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