Viernes creativo: escribe una historia

Os traigo una imagen que habla de la relación entre el ser interno y la idea externa de identidad. Eso dice su fotógrafa, Ann Mansolino, sobre la serie Thresholds II de la que he sacado esta foto. Pero escribid, escribid sobre lo que os apetezca.

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Ann Mansolino

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15 pensamientos en “Viernes creativo: escribe una historia

  1. Retorno
    Caminaba por la vida dejándose ir, vertiendo su esencia. Se quedaba trabada en los picaportes, en las juntas de las baldosas, en el polvo de las escaleras. Un día por casualidad, se puso a escuchar con atención el sonido de las ramas de los árboles agitándose sobre su cabeza, del viento alborotando su cabello, del aire entrando por su nariz y acariciando su interior, y entonces comenzó a bailar como loca al ritmo de esa melodía, enroscándose sobre sí misma y desplegándose de nuevo, sintiendo cómo ese yo que se le escapaba volvía hacía ella y lo envolvía todo.

  2. fashion victim

    De regreso a casa, sola, comprende que no, que este año tampoco se llevan las mangas largas. Una tarde más, Evelyne no tiene quien le abrace.

  3. Miraba, atónita, cómo sus brazos se alargaban sin fin. Intentaba buscar una explicación lógica a este fenómeno extraordinario, pero le resultaba difícil. Recordaba que su sobrino Marcos, el caprichoso, había intentado llevarla a la tienda de chuches, tirando de sus manos con fuerza, esa misma mañana. Notó un ligero dolor en aquel momento, pero no quiso darle importancia. Pero, ahora, al ver que tenía tan largas extremidades que no podría calcular su tamaño en metros, maldecía al niño y a todos los que les había dado la mano y cogieron el brazo y pensaba en cómo comer y cómo iba a dormir con todo aquello en su cama de 90. Por eso, se adentró en el bosque con decisión. Sabía que allí, donde habita todo lo mágico, tendría su lugar. Y sonrió.

  4. Loca

    No, no estoy loca, aunque tú te empeñes en que tengo que estarlo. No se trata de ningún trastorno. No es una etiqueta de las que regalan en el mercado social. De esas que puedas colocarme como si fuera un sello. Una estampa. No camino por la vida pendiente de tus palabras y menos de los valores que hagas. Bastante tengo con caminar y lidiar conmigo misma.

    Con mis miedos, con mis cargas. Con mis ganas de volar.

    Sigue mirando a tu alrededor si eso te alivia. Sigue ocupándote de lo que no te tienes de ocupar. Que mientras el camino se abre paso. Y yo, tengo que caminar. Calla, estúpida, no me hables.

    ¡Sal!

    No soporto esa vocecita chillona que me hace gritar. ¡Calla! Te digo. Haz el favor de callar. Que por más que corro y me alejo, no te puedo silenciar.

  5. Bruja, por Luciano Doti

    La chica corrió intentando alejarse. Vestía un sencillo vestido blanco; su cabello negro con raya al medio emulaba las alas de un cuervo.
    Poco después, llegó a un sendero que se abría paso entre árboles altos y frondosos. El bosque había sido usado, desde tiempos inmemorables, como escenario de reunión por el coven de las antiguas brujas locales. Ella avanzó perdiéndose en su espesura, como antaño lo hicieran otras mujeres que también buscaban ocultarse para estar a salvo.
    Las fuerzas de la naturaleza la protegerían de los fanáticos religiosos que incendiaban su casa, obligándola a escapar en camisón.

  6. Tras mis pasos

    Huyo de mis propios pasos
    me oculto entre las sombras
    arropada por la noche.
    Me escondo de las amenazas
    seguida de mis miedos,
    que me persiguen silenciosos.

    Voy dejando a mi paso
    destellos de esperanza.

  7. LA REALIDAD Y EL DESEO
    Tenía los brazos eternos. Para que no lastimarlos contra el suelo al caminar, ni dejarlos girar como cuerdas alrededor de su cuerpo, los embutía en unas largas y blancas mangas de algodón. Y así iba por la vida, acariciándolo todo a su paso y, a la vez, sin poder tocar nada de verdad.

    MANOLI VF©

  8. TIERRA BLANCA

    Hay una túnica que envuelve el sopor de mi carne, un blanco que acrecienta el deseo de la huella a mi paso por la hojarasca maldita de mi herencia.
    No soy yo, es cada rama, cada crepitar a mi paso la que delata la línea abierta a la cuenca insalvable de un bosque que me sabe a sangre.

  9. SOLO QUIERO ESCAPAR DE TI

    Deseo perderme en este bosque de libertad. Sueño que huyo de ti, que escapo de tus garras. Pero es algo imposible, me tienes atada a ti. Por lejos que intente llegar, siempre logras atraparme. Es una carrera de fondo sin fin.
    Solo quiero acabar con esta pesadilla y no despertar nunca más.

  10. Cuidado con las manos

    Dalia Cortés tenía las manos muy largas, tanto que podía acariciar la cabeza de su hijo cuando lloraba en la guardería y también cuando más tarde, en el colegio, empezó a sentirse solo en el patio; tan largas como para ponerle las tildes en los dictados o corregir en sus exámenes alguna palabra en inglés —minucias, a quién le importa— y cuando creció y conoció a Paula, acariciarle el pelo o tomar, ella también, su mano. Pudo apartarle con disimulo de ella cuando le pareció que hacía mohínes de desagrado —y eso, a su hijo, no—. Pudo seguir abrazándole cuando se fue a vivir muy lejos y también prepararle cócteles de ibuprofeno cuando tenía resaca. Le acompañó en la distancia y le abrazó muy fuerte los días oscuros cuando le despidieron y se sentía lejos y solo, pero por nada del mundo volvería a casa junto a ella. Descansó, por fin, cuando pudo peinarlo y acariciar su piel fría antes de ponerle la mortaja.

  11. SOMBRA DE SU SOMBRA

    La vi perderse encadenada al pasado, sumida en el hueco profundo del desánimo y lo imposible, del retorno al punto de partida con el peso de la culpa en las espaldas… Fueron días de cambios de perspectiva, de desconsuelo y sobresalto.
    Alargaba el espacio con aquel aleteo blanco de gaviota encallada en la tierra, procurando que su rastro despejase el camino a futuros caminantes, que al igual que ella, hubiesen sucumbido al dolor de renunciar a sus sueños.
    Apenas tuvo tiempo de preparar el viaje al centro de si misma, la locura se interpuso y dio por perdida la aventura, hasta el extremo de ser incapaz de retroceder sus pasos y corregir sus errores. Imposible librarse de aquel entramado níveo que arrastraba a su paso y la impedía avanzar. Fue entonces cuando una lágrima atravesó su alma como una afilada daga rasgándole las entrañas y recordándola que jamás volvería a verle, a sentir sus besos, o a acariciar sus brazos tan largos como ahora se habían transformado los suyos.

  12. LIBRE

    Despertó de su letargo al mismo tiempo que su curiosidad y por primera vez, decidió asomarse a la vida. Nunca había traspasado el umbral de su habitación. Desde que nació, alguien cuidaba de ella mientras dormía. Hoy, la puerta amaneció abierta.

    Vestida solo con su inocencia y con los pies descalzos, echó a andar. Había permanecido tanto tiempo encerrada que le asustaba lo desconocido, aun así, era más grande la necesidad de escapar de aquella oscuridad y descubrir qué había más allá de su cama.

    Mientras se alejaba del monstruo, se fue despojando de las ataduras de sus brazos y de sus miedos.

  13. Jaula de grillos
    Tiene apenas quince años y la cabeza llena de grillos que no paran de seducirla con sus cricrís de cortejo. Jadvyga escapa cada noche en busca de su príncipe. Recorre caminos y veredas por bosques y sembrados. Busca entre las sombras el brillo azul de su armadura. Su cuerpo avanza mientras sus brazos continúan abrazados a la almohada, plácidos, como un hilo de plata que asegurase sus sueños. Al amanecer, cuando el primer rayo naranja quiebra el horizonte, vuelve hasta su cama cargada de gotas de rocío.

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