Viernes creativo: escribe una historia

¿Cuántas historias nos sugiere esta imagen de Antonio Mora? ¡Enséñanos la tuya!

 

 

 

Afrodita, de Antonio Mora

 

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Viernes creativo: escribe una historia

¿Qué tal si escribimos una historia para esta ilustración del artista ruso Anton Marrast?

Aprovecho para adelantaros que, si bien los viernes creativos continuarán todo el verano, aunque entiendo que la participación sea mucho menor, el resto de publicaciones de los lunes y los martes se van de vacaciones hasta septiembre.

 

I could not imagine, de Anton Marrast

 

 

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Campamento Nanowrimo

Nanowrimo (National Novel Writing Month, o mes nacional de escritura de novela) es un evento que se celebra durante el mes de noviembre en el que sus participantes se plantean el reto de escribir una novela de al menos 50.000 palabras en un mes.

Asusta, ¿verdad?

Por fortuna para los que escribimos relatos cortos, durante los meses de abril y  julio, se celebra una versión reducida de este evento llamada Camp Nanowrimo (Campamento Nanowrimo). Las principales diferencias con el evento de noviembre es que aquí el mínimo es de 10.000 palabras y puedes escribir un libro de relatos o poemas y no solo una novela.

Por resumir un poco todo lo que dicen en su web (en inglés), se trata de plantearte un objetivo de escritura a partir de 10.000 palabras e indicar cada día cuánto vas escribiendo. ¿Tienes que publicarlo? No. ¿Tienes que escribir con alguna herramienta concreta o a través de su web? No, como si lo quieres escribir en tablillas de barro. ¿Tiene que estar corregido el texto para darlo por bueno? No, se trata de obligarte a escribir; ya lo corregirás después. ¿Hay algún premio? Sí, tu propio orgullo.

En definitiva, una buena manera de hacer algo creativo este verano. Nos vemos allí.

Cuento de lunes

La francesa

Me dice que está aburrida de la gente. Las conversaciones se repiten. Siempre los hombres empiezan interrogándola en español: «¿Usted es francesa?» y continúan con la afirmación en francés: «J’aime la France». Cuando, a la inevitable pregunta sobre el lugar de su nacimiento, ella contesta «Paris», todos exclaman: «Parisienne!», con sonriente admiración, no exenta de grivoiserie como si dijeran «comme vous devez éter cochonne!». Mientras la oigo recuerdo mi primera conversación con ella: fue minuciosamente idéntica a la que me refiere. Sin embargo, no está burlándose de mí. Me cuenta la verdad. Todos los interlocutores le dicen lo mismo. La prueba de esto es que yo también se lo dije. Y yo también en algún momento le comuniqué mi sospecha de que a mí me gusta Francia más que a ella. Parece que todos, tarde o temprano, le comunican ese hallazgo. No comprendo —no comprendemos— que Francia para ella es el recuerdo de su madre, de su casa, de todo lo que ha querido y que tal vez no volverá a ver.

Adolfo Bioy Casares